Capítulo n°41: "¿A quién eliges?"

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Willom.

Mi vista esta borrosa. Llevo horas o quizás días de esa forma ni siquiera he podido frotármelos para despejar la nebulosa de mis ojos, además de tener todos mis músculos adormecidos de dolor y cansancio. Inhalo aire sintiendo algo pegado en la entrada de uno de los orificios de la nariz, es sangre seca.

Arden me ha dado algunas bofetadas al no responder su interrogatorio. Aun no proceso como fue capaz de engañarlos a todos y pasar por muerta. Agnes y Alvin fueron llevados a otra habitación, lejos de mí para que no pueda interrogarlos.

¿Cuál es la conexión entre mi hermana y su hijo? Es lo mismo que quisiera saber yo. Alzo la cabeza mientras el simple movimiento tira en la parte de atrás como cuchillas puntiagudas cortando el hueso. Hago una mueca mordiéndome el labio para no gritar ya no quiero darles motivos de tortura. Connor fue el más suave hasta el momento.

Poco a poco voy orientándome en la habitación o lo que sea donde estoy. Después de tantos golpes por esa perra caí desmayada cuando desperté ya estaba en esta especie de recamara sucia, atada en la misma silla y con una farola arriba de mi cabeza. El techo de durlock se cae a pedazos debido a los estragos de la humedad por lo que el suelo luce blanquecino y algunos charcos reflejan las deplorables condiciones a la que someten a sus empleados.

Sumado a las paredes grises adheridas sobre ellas una línea recta de cables en tres colores: rojo, azul y verde, atraviesa el marco de la puerta perdiéndose en un rincón al cual ya no puedo ver porque en la posición en la que me encuentro no puedo torcer el cuello. Removiéndome trato de zafarme de las sogas, pero es inútil. Ya lo he intentado tantas veces.

Si tan solo pudiera llamar a Aedus...

─Lucha, Willom eres fuerte.

Dijo Agnes antes de partir y no quiero, tampoco pretendo morir sin obtener las respuestas a su desaparición.

Sondeo la estancia. Una cama de espaldar de metal se ubica a mi izquierda junto a una mesa de noche, descansa un vaso de vidrio tal vez si lo rompo pueda cortar las cuerdas. Tengo que llegar a ella. Haciendo un esfuerzo infrahumano para mis heridas en las muñecas y tobillos doy el primer salto quedando a dos pulgadas de la cama.

─Vamos yo puedo... ─ me aliento a mí misma sino ¿Quién si no lo haría?

Inhalo y exhalo aire preparándome para avanzar tanto como pueda. Sin embargo, ruidos encima de mi cabeza me paralizan naciendo la desesperación. Ya ni pienso en las laceraciones escuchando pasos aproximarse.

Tumbada con el respaldo sobre el colchón desnudo apoyo el hombro tratando de erguirme para no levantar sospechas, pero alguien abre la puerta. El bombeo fluye a contra tiempo por mis venas paralizándose cuando la vuelve a cerrar.

Dejo escapar el aire contenido y espero unos segundos en continuar con mi hazaña.

─Saquen a la parejita cubran sus rostros y amordazándolos. ─ es la voz de Connor, fuerte y autoritaria dando una orden e imagino que venían por mí.

¡Dios dame algo te tiempo, por favor! Suplico mentalmente.

Si él entra se termina mi esperanza de poder escapar.

Presiono los parpados como queriendo pegarlos para no verlo y ni recodar su rostro junto a todo el daño que nos está haciendo. Ojalá la pesadilla acabara con él detrás de las rejas para siempre.

Mi corazón late contra la caja torácica suplicando huir de lo que va a acontecer.

─Connor espera. ─ alguien lo llama y no reconozco su voz.

El hombre de mis Fantasías (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora