Capítulo XXVI: Dos disparos.

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ANNA.

Salimos del baño arreglándonos la ropa, reviso el teléfono y tengo varias llamadas perdidas de Claire y de Jessica. Abe se queda igual de extrañado que yo.

—¿Qué os pasa hoy a los dos?— le pregunto directamente, él cambia el gesto, mierda.

—Vamos a buscar a Claire.

Andamos por toda la discoteca y de un momento a otro me la encuentro bailando entre dos chicas que no conozco de nada, le pido a Abe que nos deje solas.

—Peeerooo bueennoo, Annnnna, perrdón Charlotteee— está muy borracha.

—Vamos a tomar el aire un poco— ella pone pucheros.

—Nnnoo quiiero, vamos a bailarrr— levanta las manos y yo se las bajo, lleva un vestido corto y al levantar las manos se le ve todo.

La saco a la fuerza de la discoteca y bajamos un poco la calle hasta que encontramos un banco, ella se sienta y resopla.

—¿Qué ha pasado?— ella sonríe irónicamente.

—Anna, ¿tú me quieres?— pregunta intentando hablar lo mejor posible.

—Claro que sí, eres de lo más importante que tengo en mi vida— le cojo las mejillas y ella empieza a llorar de una forma que me hace abrazarla.

—Ella también lo decía, "eres lo mejor de mi vida, haría cualquier cosa por ti", pero luego... luego él tuvo que venir a por mí...— ella se tumba en mis piernas y continúa llorando—, no sé qué hacer Anna, no lo sé, y mi hermano tampoco lo sabe— le acaricio el pelo.

—No entiendo nada Claire.

—No voy a ser yo la que te lo cuente An, creo que debe de ser Abe, porque no creo que esté en condiciones de contártelo, de hecho creo que voy a vomitar— se levanta y se recoge el pelo antes de devolver todo lo que llevaba en el estómago.

—Tranquila...— le susurro mientras llamo a Jack, el cual me descuelga a la primera, le digo lo que pasa y en menos de dos minutos está corriendo hacia nosotras.

—Yo me quedo con ella, no te preocupes— le sujeta el pelo a Claire y antes de despedirme de él le pido que me avise cuando llegue a casa.

Entro en el local y busco a Abe por todos lados, no está.

—Oliver, ¿y Abe?— lleva una copa en la mano y Jessica está a su lado con otra.

—Se ha ido hace unos minutos— responde.

Perfecto, me ha dejado tirada.

Salgo de la discoteca y llamo a un taxi para que me deje en la central. Tardo menos de lo que esperaba, ya casi no noto el efecto del alcohol en mi organismo.

Subo a mi habitación e intento calmarme antes de abrir la puerta. Cuando lo hago encuentro una tenue luz que lo ilumina todo, Abe está de pie en medio de la habitación, con el pelo revuelto, desabrochándose los puños de la camisa.

—Me podrías haber avisado antes de irte— le reprocho.

—Pensaba que te ibas a quedar más rato— responde en voz baja.

Me acerco a él y a pesar de que sigue siendo más alto que yo, con los tacones casi que igualo su altura.

—Eh, mírame— lo hace, y con la tenue luz de la lámpara me doy cuenta de lo roto que está—, ¿qué ha pasado?— tras un silencio que a mí se me hace eterno, empieza a hablar.

—Claire, Lara y yo crecimos en un ambiente en el que mi padre maltrataba a mi madre, mi madre se callaba, porque para ella si su marido le pegaba estaba bien, porque era que estaba haciendo mal las cosas— le acaricio la mejilla, no sabía que eran tres hermanos, lo dejo continua—, mi hermana mayor, Lara, harta de decirle a mi madre que dejase a mi padre y que nos fugásemos, con dieciséis años se escapó de casa, ella era tres años mayor que yo, y yo soy cuatro años mayor que Claire, ella contactaba conmigo por mensajes, cortos, ya que costaba dinero mandarlos, uno de ellos me marcó, porque me dijo que había entrado en el ejército, antes las pruebas de entrada a la élite no eran como lo son ahora, ella se preparó y en dos años entró en el ejército estadounidense, su objetivo era la élite. Casi no sabía nada de ella, a mis padres les daba igual, porque ella era la hija que iba a acabar en una cuneta tirada, "la hija perdida", y yo estaba en total desacuerdo, porque tenía un potencial increíble. Cuando cumplí los dieciséis seguí los pasos de mi hermana, y me hicieron un hueco en la misma central que ella. Yo cumplí dieciocho y mi hermana veintiuno, ella se convirtió en teniente, mientras que yo era un cabo del ejército de Nueva York, ella estaba orgullosa de mí. Nombraron a los mejores soldados para una misión en México, yo simplemente tenía que seguir el plan, yo solo ejecutaba, no tenía información de quienes eran ni de nada, solo disparaba. Cuando llegamos a la nave en la que se estaba produciendo un intercambio de droga, me fijé en el pañuelo azul que llevaban las personas que nos disparaban en el brazo. Mi hermana capitaneaba la misión, ya que había sido ella la dueña del plan. A pesar de ser teniente, querían ascenderla en breve: "bajad las armas y rendiros", gritó ella, "no tenéis escapatoria", joder que si la tenían. Las tropas se separaron entre las habitaciones que había en la construcción, en busca del cabecilla, yo solo disparaba y seguía a mi tropa. En uno de los puentes que había cruzando la nave para ir de un sitio a otro vi a mi hermana correr, siempre cabezota ella que seguía su instinto. Yo la seguí, salté vallas, caí al vacío, pero conseguí correr a su altura: "teniente McLaughlin en la última planta siguiendo a Duque, necesito refuerzos, repito, necesito refuerzos", subimos a la azotea de la construcción, y allí me posicioné a su lado, Duque se había quedado sin salidas, íbamos a detenerlo. Mi hermana era demasiado inteligente, por eso todos la admiraban, pero creemos que conocemos la mente de nuestro adversario hasta que llega el momento de la verdad, en el que te das cuenta que no conoces nada de él, Duque levantó el arma, mi hermana la bajó y poco a poco se acercó a él, ella era rubia, alta, preciosa, un calco de Claire, pero con mis ojos. "Abe baja el arma" me ordenó, y yo le hice caso, confiaba en ella. Lara se quitó el chaleco y el casco, y tiró el arma al suelo, "¿vas a ser tan cobarde de dispararme? Sé que me tienes miedo, me lo has demostrado siempre que hemos estado cara a cara", yo no entendía nada, no sabía quién era Duque, ni las misiones que había llevado a cabo mi hermana antes, "jamás le he tenido miedo a nadie, mucho menos a ti", ella le hablaba mientras hacíamos tiempo a que llegasen los refuerzos, mi hermana se acercó más a él, y un helicóptero rondaba sobre nosotros, pero ese helicóptero no era nuestro, sino suyo. Me acuerdo de la mirada que Duque me dirigió, sus ojos azules brillaban, y tras eso dijo: "la cobardía no existe en mi diccionario, pero sí en el tuyo" y tras decir eso sonaron dos disparos, que se me clavaron en el alma, yo levanté mi arma y disparé hacia él, una bala le impactó en el costado, pero ya era tarde, estaba subiendo al helicóptero y mi hermana estaba muriéndose en el suelo, "ve a por Claire", me dijo, "recordad lo mucho que os quiero, no la dejes caer nunca, y siempre sigue tu instinto, eres grande Abe", fue lo último que dijo, entre mis manos, Duque mató a mi hermana en mis narices, y me siento culpable porque pude dispararle pero no lo hice por seguir órdenes— una lágrima se escurre por su mejilla y yo lo abrazo lo más fuerte que puedo.

—Lo siento muchísimo, de verdad— su pecho sube y baja a una velocidad que me pone la piel de gallina.

—Cuando volví a mi casa después de la muerte de Lara vi a mi hermana en su habitación escondida, no quería salir, mi padre estaba borracho, hecho una furia, y mi madre tenía sangre en las manos, fui corriendo en busca de Claire, y la encontré con una brecha importante en la cabeza, me la llevé, la saqué de ahí, y desde entonces vive conmigo, mi madre la maltrataba por cada mínimo error que cometía. La muerte de Lara nos sirvió a los dos para aprender que siempre estaríamos juntos. Nunca más supe nada de mis padres, hasta que esta mañana, Tania, mi madre me llamó, pidiéndome que fuésemos al hospital, que la última voluntad de Lorenzo, mi padre, es vernos, Claire quiere que nos reencontremos, que quieren pedirnos perdón, pero los conozco y sé que no lo van a hacer, y yo no voy a ir, se merece morir solo— me separo de él, y lo miro a los ojos otra vez, pego nuestras frentes, y le quito las lágrimas de las mejillas—, siento muchísimo haberte tratado mal... yo... no quiero que me vuelvas a ver así de mal, no quiero ser como él.

—Abe, mi vida, no eres como él, jamás serías como él— su mirada se clava en la mía y vuelve a llorar.

—Mi hermana quiere ir, y yo solo intento protegerla, porque van a hacerle más daño todavía, yo... no puedo permitirme que lo pase mal de nuevo, son unos putos enfermos mentales que después de diez años quieren que nos juntemos como familia feliz— se me rompe el alma al verlo así.

—Habla con ella y explícale las cosas bien, voy a apoyarte en cualquier decisión que tomes— él asiente.

—Lo sé, hoy he sido un capullo con todos— acuna su cara en mi cuello y al segundo noto cómo las lágrimas lo empapan. Se aparta por un segundo y me da un beso que me hace sentir lo que nunca nadie me ha hecho sentir, está tan cargado de cariño, está tan cargado de dolor que hace que las piernas me flaqueen. Entonces me doy cuenta de que Abe nunca ha tenido el amor de una madre, ni su consejo, nunca le han dicho lo orgulloso que están de él, a lo mejor su hermana, pero lo importante que es que un padre o una madre te diga lo orgulloso que están de ti, que te cocinen o que simplemente se comporten como un padre o una madre.

—Estoy orgullosa de ti— digo levantando mis ojos para observar su iris verdoso que adoro tanto, y es que como he dicho antes, una mirada puede transmitir más que una caricia, una palabra o un gesto

ABE.

Sus ojos me ponen la piel de gallina, sus labios hacen que el corazón me lata a mil por segundo, y un simple roce suyo hace que pierda la cordura. Nunca le he dicho a nadie que lo quería, nunca me he abierto así a una persona, pero es que Anna no es una simple persona, Anna es la mujer a la que quiero. Mientras nos miramos no calculo las palabras.

—Anna— susurro y ella no separa su vista de la mía.

—Dime.

—Te quiero— ella sonríe y suelta el aire que estaba conteniendo.

—Te quiero— responde ella.

El pecho se me encoge al escuchar su respuesta, y es que me parece patético llorar ante ella, y no tiene nada que ver con la hombría; ella ha estado a punto de morir dos veces, ella ha tenido que ver cómo violaban a su madre, se enfrentó a su agresor y le metieron más de diez puñaladas. Puñaladas que se me han clavado a mí en el alma, puñaladas que le voy a devolver por mil, porque la venganza únicamente es dulce si eres tú el que se venga, y para mí va a ser puro azúcar.

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TikTok: _ddarkrose_

NOTA DE LA AUTORA:

HOLA HOOOLAAA!!! Sorpresaaa JAJAJAJAJ, os ha gustado? A mí se me eriza la piel cada vez que lo leo, los amo tantísimo...

Si os ha gustado dejadme una estrellita o algún comentario, que me encanta leeros💙

Bessoss.

A.

9/04/2023

Misión Fénix (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora