ANNA.
Me levanto de la cama intentando parecer más autoritaria, él está apoyado en el cabezal de esta mirándome andar de un lado a otro.
—A ver, para empezar, soy la persona más desordenada que vas a conocer en tu vida, odio ordenar, porque dentro de ese desorden sé donde está todo— se lleva una mano a la cabeza.
—¿Cómo es posible que encuentres las cosas en un montón de trastos? Joder, dónde me he metido.
—El tema de la limpieza lo distribuyes tú, prohibido saltarse las tareas, y lo digo por mí, creo que si no lo manifiesto en voz alta no lo voy a cumplir— rueda los ojos y se pone de pie—, prohibido beber.
—Es algo que está prohibido porque estamos trabajando— asiento y continúo enumerando.
—Terminantemente prohibido que toques mi desorden, porque si me lo ordenas yo luego me siento mal, así que eso está prohibido— asiente—, esto es como un hotel que si pierdes la llave la pagas, así que el que pierda la llave la paga, y lo digo por mí, porque te digo que no sabes dónde te has metido, soy un maldito desastre— se ríe.
—Quiero añadir yo otra regla— le hago un gesto para que continúe—, prohibido traer a nadie a la habitación, no quiero a un séquito de locas en mi espacio, y por supuesto a ningún tío que no sea yo, si quieres echar un polvo me lo dices que yo encantado de la vida— abro mucho los ojos y le doy un puñetazo.
—Eres un guarro, yo tampoco quiero que traigas a nadie, y eso incluye a tías— él asiente y me ofrece la mano.
—Trato hecho, como te saltes alguna regla te hago limpiar el baño todos los días de la semana— pongo cara de asco y le doy la mano en señal de aceptar el pacto—. ¿Podemos continuar ahora con lo que hemos dejado a medias antes?— se impacienta, como un niño de seis años.
—No, ahora voy a darme una ducha relajante, porque estos días van a ser duros, así que lo siento capitán, en otro momento será— resopla y se tira en la cama, yo me meto en la ducha e intento no pensar en todo lo que está por venir.
Son las cuatro de la tarde con la tontería, salgo del baño en short y top, él está durmiendo en la cama en la misma pose en la que lo dejé, parece un ángel, y ahora me doy cuenta de que todas las veces que he dormido con él, él siempre se ha despertado el primero, a excepción del día que le dieron la paliza, pero es que ese día no me detuve a verlo porque no quería despertarlo, además de que me sentía rara.
Me tumbo a su lado con el pelo mojado, y cuando nota mi peso en la cama, me coge por las caderas y me pega a él, de forma que los dos nos quedamos dormidos.
...
Un suave zarandeo me saca del sueño profundo en el que estaba, me giro y veo al rubio sentado en la cama.
—Dormiría hasta mañana, pero son las cinco y media, hay que ir a la sala de juntas para empezar a trabajar— me levanto somnolienta y me pongo unos pantalones de uniforme, al igual que una camiseta negra.
Me giro para ver si Abe se ha vestido y lo veo mirándome fijamente con un rostro serio.
—Eres un cerdo, déjame añadir la regla de que cuando me cambie de ropa te giras o te vas al sofá— él traga grueso y se cambia de ropa, yo intento no mirar a través del espejo que hay frente a la cama.
Me peino en una coleta bien tirante, una vez hemos terminado salgo de la habitación con él detrás de mí. Me dirijo al ascensor y pulso la planta cero para cruzar hacia el otro ascensor, ya que este solo trae al módulo de habitaciones.
—Vaya culo que te hacen los pantalones de camuflaje— lo miro poniendo los ojos en blanco.
—Hoy estás muy salidito eh— él se ríe y me guiña un ojo.

ESTÁS LEYENDO
Misión Fénix (+18)
RomansInicio: 26/08/2022 Anna cree que pausar el pasado es la mejor forma de seguir en el presente, pero cuando consigue entrar en la élite militar, en la central de Nueva York esas ideas se esfuman, ya que lo que pasó la noche de mayo de años atrás la em...