Capítulo XXIX: Película romántica.

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ANNA.

Salgo del pub de la mano de Emma, y creo que al fin puedo respirar de verdad, las imágenes de la noche en la que Duque me marcó se reproducen en mi cabeza, pero intento sacudir mis pensamientos, porque sé que todo esto va a acabar más temprano que tarde.

La furgoneta se para frente a nosotras y nos subimos, no hemos abierto la boca para nada, solo sé que quiero abrazar a Abe y sentirme bien, porque ahora mismo no lo estoy, han sido muchas emociones y muchos recuerdos.

Entro y todos nos miran tanto a Emma como a mí, yo la miro y ella me abraza.

—Joder, ha sido duro— susurra—, pero vamos a lograrlo An.

—Vamos a hacerlo— digo contra su pelo.

Wesley pone el coche en marcha y Emma se separa de mí para sentarse en el sitio en el que estaba antes, yo me giro para sentarme a su lado pero una mano rodea mi muñeca, Abe tira de mí hacia él y acabo sentada sobre él, subo las piernas a su regazo y quedo acurrucada contra su pecho, él me abraza y yo intento aguantar las lágrimas ante el resto, pero sé que cuando me meta en mi habitación no voy a soportarlo.

—Lo habéis hecho muy bien— Catalina me sonríe a lo lejos.

—Gracias— contesto.

La furgoneta para frente a la central y nos bajamos en completo silencio, cuando me subo al ascensor, Abe me analiza.

—¿Estás bien?— me pregunta suavemente.

—No, tengo que ducharme, me ha tocado la cintura, no puedo seguir con esta ropa puesta, me siento sucia, me siento horrible— me araño los brazos y me rasco el vestido y el maillot, no quiero llevarlo puesto, no soporto llevarlo.

—Tranquila— el pecho me sube y me baja, jamás pensé que volvería a verlo, y que estaría tan cerca de él.

—Es que... cuando ha puesto su mano en mi cintura he reconocido ese tacto, ese día cogía mi cuerpo de la misma forma— las puertas del ascensor se abren y me apresuro por llegar a la habitación.

Nada más llegar me desnudo y me pongo una bata, no quiero volver a ver ese maillot.

—Anna, a las ocho te quiero lista, tienes que arreglarte bastante— lo miro sorprendida.

—¿Cómo? ¿Para qué?— se acerca y me besa la sien.

—Para celebrar lo increíble que eres.

Le sonrío fuerte, sin duda nunca pensé que iba a encontrar a alguien así, de un momento a otro temo escupir corazones y unicornios por la boca.

—Es... es la primera vez que hacen algo así por mí— mis ojos se dirigen al suelo, porque estoy demasiado atosigada a emociones y creo que si lo miro a los ojos voy a acabar llorando.

—Eh— me levanta la cabeza con el pulgar—, mereces el cielo entero, no sabes lo orgulloso que estoy de ti— me acerco a besarlo.

—Yo sí que estoy orgullosa de ti, de la persona que eres, en lo que te has convertido, estoy orgullosa de tenerte a mi lado— su beso se profundiza, pero está tan cargado de emociones que me hago un completo nudo.

Me separo de él y pego nuestras frentes, me lamo los labios y lo dejo para meterme en la ducha, necesito estar unos minutos sola con mis propios pensamientos, ordenarlos un poco, aunque estar conmigo misma no es estar sola, a veces es cuando más acompañada me siento.

Porque si algo me enseñó la adolescencia fue que yo soy mi mejor compañía, y que mucha gente no me merece.

Mi mente grita "peligro", grita que me vaya, que coja la identidad de Bay y me vaya a la otra punta del mundo, pero no, por primera vez en mucho tiempo voy a hacer lo que el corazón me dice, y me dice que rescate a mi madre y me vaya pero con Abe, de vacaciones. El corazón me dice que siga por donde estoy yendo, pero lo único que me chirría es Wyatt, mi mente no lo acepta, y de algún modo, yo tampoco.

Misión Fénix (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora