Capítulo XXXV: MISIÓN FÉNIX II

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ANNA.

Entramos en la habitación y Emma esconde uno de sus cuchillos debajo de la cama, Duque entra unos minutos después, mientras que preparo las copas, en una de ellas echo los polvitos mágicos.

Wyatt se ha quedado en el pasillo junto con Owens, por lo que estamos solas ante el peligro. Pongo en una bandeja las copas, y me quedo observando con detenimiento cada parte del cuerpo de Carlos, descifrando si lleva armas o no.

Emma se sienta sobre él para descubrir si lleva alguna pistola o no. Duque bebe de su copa, y yo sonrío victoriosa, Emma hace lo mismo, pero no bebe todo el contenido de la copa, mientras que Duque sí lo hace.

Miro el reloj: diez y cuarenta. A las once es cuando los otros dan el estallido y todo se descubre, para entonces Duque tiene que estar detenido. La droga es de rápido efecto, máximo tres minutos.

—¿Qué va a hacer con nosotras?— pregunto sensualmente. Me repugna tener que estar haciendo esto.

—No lo sé, pero ya tengo claro con quién voy a empezar— se hace un silencio largo, demasiado diría yo.

—¿Con quién?— susurra Emma.

—Contigo— me señala, yo trago grueso. Se levanta de la cama y me estampa contra la pared, noto su fuerza, la cual no debería de ser así una vez has tomado la droga—, os voy a contar un secreto...— dice a mi oído pasando una mano por mi estómago, rozando mis cicatrices—, una persona mala no deja de ser mala nunca, y en la sangre va todo, bonitas mías— de repente se aleja de mí y yo saco de mi espalda los cuchillos, al ver que nada sale como lo esperaba.

Emma se pone en pie con algo de dificultad,  y justo en ese momento lo entiendo todo, entiendo en la ratonera en la que me he metido, que no tengo salida o que por lo menos, esa salida no es apta para los que buscábamos hacer justicia.

—Em... Em, no has tomado tanto, acuérdate de los ejercicios que nos enseñaban para estas cosas— Emma coge el otro cuchillo y apunta a Duque por la espalda.

Él va desarmado, pero qué ingenua yo que pensaba que se iba a quedar así la cosa.

Eduardo Vera, la mano derecha de Duque entra en la habitación, al igual que lo hace un miembro de la seguridad.

—Putas zorras— Vera entra apuntándonos con una pistola, al igual que el miembro de seguridad.

—Encargaros vosotros— les ordena Duque mientras que sale de la habitación— de todas formas, no vais a hacer mucho con una de vosotras drogada, nos vemos en el infierno— me lanza un beso y miro a los ojos a mi compañera.

—Que empiece la guerra.

Le doy un golpe en la muñeca a Vera con el tacón de mi zapato, haciendo que este suelte el arma, Emma empieza a forcejear con el miembro de seguridad. Uno de mis cuchillos va directo a la pierna de Eduardo, pero este mismo se lo arranca y me tira al suelo intentando clavármelo en el pecho, desvío su ataque de forma que la navaja queda en el suelo, mi mente viaja a cómo está formado el cuerpo humano, y recuerdo que la femoral está a escasos centímetros de su corte. Meto los dedos en él y ataco directamente a la femoral, perforándola y haciendo que se desangre poco a poco como un cerdo.

Pierde bastante sangre rápidamente, lo que hace que se desmaye, el gorila de seguridad tiene a Emma estampada en el armario, la pobre está algo débil, pero saca fuerzas para estamparle un cabezazo en la nariz, él la suelta mientras se sostiene la sangre que emana ésta. Me mira con rabia y lo animo a que venga hacia mi posición: frente a un gran ventanal. Él no rechaza mi invitación, pero ambos caemos al suelo haciendo que me dé fuertemente en la cabeza, cojo al gorila de la camiseta y con los pies lo impulso hacia la cristalera, de forma que cae directamente al vacío.

Misión Fénix (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora