Capítulo VII: Hoy es un día importante.

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ABE.

La cabeza me tortura, me laten las sienes, extiendo el brazo y noto una almohada y un sitio vacío, el lado de la cama está frío, lo que quiere decir que se ha ido hace rato. Joder, vaya mierda.

Me levanto de mala forma y me tambaleo, consigo llegar a la ducha, y antes de entrar me fijo en las costillas, las cuales están moradas, me meto en el baño y veo una toalla usada encima del lavabo, "se ha duchado", me desnudo y abro el grifo de agua fría, la cual hace que me ponga alerta.

Salgo con un poco menos de dolor de cabeza, y vuelvo a mirarme en el espejo, tengo la mejilla algo morada y el labio inflamado y partido, recuerdo sus caricias y sus curas anoche, y por algún motivo algo se remueve en mi estómago.

Me visto con mi uniforme y miro el reloj, llego media hora tarde, salgo por el pasillo y me encuentro a Jana.

—Señor, el desayuno está hecho, lo ha hecho la señorita Houston, yo no quería dejarla, pero ella se ha encamotado en que quería cocinar— asiento y bajo las escaleras hacia la cocina, encima de la encimera de mármol hay un trozo de papel y unas tortitas de avena.

"He intentado despertarlo capitán, pero no quería, así que he optado por dejarlo descansar, también me he duchado y he hecho un intento de desayuno.

No llegue muy tarde a la central, hoy es un día importante."

Consigue arrancarme una sonrisa, me llevo un trozo a la boca y sabe jodidamente bien, no sé qué llevan, pero tienen un toque afrutado.

Las engullo y salgo de la casa con las llaves del BMW, tengo pensado comprarme otro coche, un deportivo si puede ser.

Conduzco como me da la gana hacia la central, los guardaespaldas no me suelen acompañar a mi lugar de trabajo.

Cuando llego aparco y bajo, subo a la sala de juntas, y allí está Oliver.

—Se te ha hecho tarde— no me mira ya que está centrado en el portátil—, por cierto, vamos a usar tu casa como centro de control— asiento.

—Vamos a ir esta mañana a analizar el terreno y a preparar el equipo electrónico— recojo algunas cosas que hay encima de la mesa, ya que me da demasiada inquietud ver bolígrafos tirados sin sentido alguno.

—¿Qué te ha pasado en la cara?— levanta la cabeza del portátil.

—Nada, anoche decidieron pegarme una paliza mientras fumaba en el Buenanoche— sus cejas se arquean y asiente.

—¿Y quién te ha curado el labio? Porque tú ibas borracho, seguro, y cuando vas borracho no eres capaz ni de coordinar la suma de dos más dos— me hago el ofendido.

—Me lo curé yo— asiente como si supiese que le estoy mintiendo.

—Claro,  y por eso Anna se fue de la casa de Claire a más de medianoche porque su madre se había caído por las escaleras— me quedo seco con los labios apretados.

—Y yo qué sé que le ha pasado a la madre de la teniente— esquivo el comentario—, llama a Rainhood porque en media hora vamos a ir a la casa a prepararlo todo— él asiente y yo salgo dirigiéndome a los vestuarios.

Por el camino me encuentro a mi hermana que va acompañada de Scarlett.

—Abe— me llama cogiéndome del hombro, me da la vuelta y pone cara de asombro cuando me ve el labio y la mejilla—, ¿qué te ha pasado?

—Nada— me encojo de hombros y le quito importancia, Scarlett me analiza con ese súper poder que tiene de adivinarlo todo, a veces me da hasta miedo su capacidad de análisis.

Misión Fénix (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora