ANNA.
Aprieto bien la goma que anuda mi pelo en una cola alta, me echo agua fría en la cara y me miro fijamente al espejo. Mañana. Queda un día.
Abe entra en el baño algo serio y uniformado, el ambiente está algo tenso, pero no porque haya pasado nada, sino porque hoy es un día importante en el que se va a terminar de decidir algunas cosas, finalmente Samuel es el que nos va a escoltar a Em y a mí, y es algo que no me deja tranquila. Sé que con Abe no nos va a pasar nada, pero con él...
Me giro y miro directamente a los ojos del rubio, el cual me coge por la cintura.
—Oye... sé que van a ser unos días difíciles, pero hay que luchar— digo con un hilo de voz, él asiente y me da un casto beso.
—Joder, no he estado tan nervioso en mi vida— me rio a pesar de que es una risa llena de nerviosismo, lo abrazo, fuerte, muy fuerte.
Sus brazos me rodean y hacen que me sienta totalmente segura.
—¿Vamos?— pregunto y él me coge de la mano para salir de la habitación. Cierro la puerta y echo la llave, nada más salir nos encontramos de frente con Samuel, lo cual hace que Abe me suelte la mano y se ponga tenso.
—La parejita del año...— susurra viendo nuestras manos ya separadas.
—Pírate Wyatt— advierte Abe.
—Querido Ken, el pasillo no es tuyo— dice en un tono chulesco.
—Querido Gilipollas, todo lo que tenga que ver con esto— señala al espacio—, es mío, así que o te vas de mi camino o tendré que echarte yo, a la fuerza— Wyatt me hace una reverencia y se va.
—Maldito cretino, lo odio— él se vuelve a tensar pero yo le cojo de la mano para que se relaje—, vamos a desayunar— su actitud cambia y me acorrala en la pared.
—Yo ya he desayunado, y muy bien de hecho— pongo los ojos en blanco riéndome.
—Bueno capitán, pero yo sigo teniendo hambre— sus manos viajan a mi mejilla y otra a mi cintura, haciendo que me ponga muy nerviosa.
—Si quieres podemos volver a la habitación a desayunar otra vez, y las veces que quieras, por mí bien— suelto una risita nerviosa.
—Tenemos que trabajar...
—¿Te recuerdo que aquí solo se trabaja si yo lo digo?— susurra en mi oído.
—¿Te recuerdo que si nos pillan nos pueden sancionar?— él se aleja un poco de mí.
—Aquí solo se sanciona si yo lo mando, solo se trabaja si yo lo mando y solo se para si yo lo mando— vuelve a susurrarme.
—Sí mi capitán— me cojo de su mano y andamos hasta el ascensor.
SCARLETT.
No pensaba callarme, no pensaba ser un soldado más ante una injusticia como la que se estaba viviendo en esa habitación. El precio de poner los puntos sobre las íes ha sido quedarme fuera de la misión y del caso.
Pero lo que ellos no saben que lo que llevo entre manos desde hace un par de días es aún más importante que acabar con estos mafiosos.
Puedo vivir como quiera porque no tengo que seguir ningún horario desde que estoy fuera, obviamente no estoy cobrando los días que estoy en Bogotá sin hacer nada, bueno, supuestamente, porque sí estoy haciendo, estoy siguiendo mi instinto y el de todos. Pero nadie se ha atrevido a plantarle cara a Wesley, nadie se ha atrevido a investigar más allá. Yo sí.
He estado adentrándome en la vida de Samuel Wyatt, el cual en la página web del ejército aparece destinado en una misión en Francia, algo que me parece muy extraño, aunque si es una misión secreta, directamente pone que no se ha podido encontrar la señal del rastreador.

ESTÁS LEYENDO
Misión Fénix (+18)
RomansaInicio: 26/08/2022 Anna cree que pausar el pasado es la mejor forma de seguir en el presente, pero cuando consigue entrar en la élite militar, en la central de Nueva York esas ideas se esfuman, ya que lo que pasó la noche de mayo de años atrás la em...