Capítulo XXX: ¿Sabes de estrellas?

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ANNA.

—Encantado señorita, mi nombre es Abe McLaughlin Blair, nací el seis de noviembre de hace muchos años, en concreto veintiocho, soy capitán mayor de la central de Nueva York, es decir de la élite, tengo reconocimientos por planes de escape, por camuflaje, por detener a una de las bandas terroristas más importantes del mundo, por valentía, por espionaje, por puntería, por conocimiento de armas, por artes marciales, por batallas sobre el agua, por batallas sobre el aire, además soy francotirador, plurilingüe, en concreto hablo fluidamente siete idiomas, y voy a detener al mayor mafioso del mundo, ah y he estado en Afganistán, Pakistán, Israel, Marruecos, también en muchas misiones por todo el mundo, y finalmente he acabado aquí, cenando con usted— me llevo la copa de vino a la boca y luego la levanto como él ha hecho.

—Encantada de conocerlo capitán, mi nombre es Annabelle Houston Rainhood, nací el veintinueve de agosto de hace muchos años, en concreto veinticuatro, soy teniente de la tropa dos de la central de Nueva York, es decir, de la élite, yo también tengo reconocimientos, por logística, por participar en misiones de contrabando de armas, por artes marciales, por disparo, por conocimiento de armas, y además soy experta en el combate físico y submarino, soy submarinista, paracaidista y plurilingüe, ah y bailarina de telas aéreas, he estado en muchas misiones por el mundo, las más importantes en Egipto, Moscú, Canadá y Madagascar, y aquí estoy, cenando con usted— brindo con él y ambos nos reímos.

—En el ejército de Washington se manejaban tantos reconocimientos— dice intentando causar gracia. Abro la boca indignada.

—Que sepas que tras el entrenamiento de la élite recibí los títulos de submarinista, paracaidista, y políglota, y en las misiones que he llevado a cabo he recibido los reconocimientos, así que sí, listillo— levanta las manos en señal de inocencia.

El camarero viene a tomarnos nota de lo que vamos a comer, y Abe se queda sorprendido tras todo lo que pido.

—Déjeme capitán, una tiene que alimentarse, cuénteme más, ¿cuántas veces ha estado usted al borde de la muerte?— él las enumera mentalmente.

—En Afganistán creí que iba a perder la pierna, en Israel me secuestraron durante dos semanas y me torturaron, en Australia tuve un combate cuerpo a cuerpo con un canguro, que hay que decir que casi me gana, y...— lo interrumpo con una risotada.

—¿En serio? ¿Con un canguro?— él se hace el interesante.

—Pues se metió donde no debía y con quien no debía, no murió, ¿y tú listilla? ¿Cuán mal lo has pasado en Washington?— dice pronunciando la ciudad con un tono repipi.

—Pues no me peleé con ningún canguro, no me secuestraron, pero sí me metieron un disparo en el pecho, en el centro del pecho justo, casi muero, pero no, soy más fuerte que una piedra.

—Ah sí, ya me sé esa cicatriz de memoria— abro mucho los ojos.

—Ssshhh, es una primera cita, por cierto, es nuestra primera cita.

—Es verdad, por cierto, ¿tú de pequeña cómo eras?— se lleva un trozo de pizza a la boca y lo saborea, mientras que yo enredo mis espaguetis en el tenedor.

—Pues además de muy guapa, era un puñetero trasto, joder, le pinté a mi madre una pared de naranja, rompí un sofá, porque en el cole me pidieron hacer una manualidad y necesitaba varias texturas, como la tela del sofá es rugosa pues cogí unas tijeras y recorté un circulito— ahora es Abe el que se ríe de mí—, ¿y tú?

—Bueno... llevé un perro y un pájaro que me encontré en la calle a mi casa, mis padres no se dieron cuenta y como estaban sucios llené una bañera de agua y los metí, lavé al perro y cuando me giré a lavar al pájaro estaba muerto, vacié la bañera, saqué al perro, el cual no se estuvo quieto y fue mojado por toda la casa, envolví al pájaro en papel higiénico y cuando iba a tirarlo por el váter mi madre llegó con el perro empapado en brazos al baño y ya a partir de ahí solo recuerdo gritos— vuelvo a reírme a pleno pulmón.

Misión Fénix (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora