Capítulo 5: Trampa

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Observé con detenimiento cada movimiento del jugador de fútbol americano quien se encontraba esquivando los jugadores del otro equipo con mucha agilidad tenía que admitir, sus manos sostenían con tanta firmeza el balón que el color de las uñas de sus dedos ya no era de aquel carmesí ahora eran completamente blancas y sí, podía verlo.


El profesor de educación física le grita con fuerza que utilice los músculos y no el cerebro, vaya no sabía que hoy en día hasta los locos que nos hacen la vida un infierno fueran de una mentalidad tan absurda e ignorante.


Él, por su parte tomó el balón y con fuerza lo aventó a uno de su equipo pero como si de una tortuga se tratase, la manera tan lenta en la que aventó el balón le dio la oportunidad a dos de los contrincantes de arrojarse sobre él, suena el silbato.


-Vamos Chase puedes hacerlo mejor. 

Inútil, si tan solo supiera que el secreto esta en la subdivisión y posición de los jugadores, es cuestión de lógica.

Observé como se quitó el casco de manera brusca arrojándolo al césped mientras se dirigía a las bancas antes de dirigir su mirada a la mía suspirando con frustración a la vez que rodó los ojos. 

Pobre Hudson, no sabe lo que le espera.


Me levanté de las bancas más alejadas de todo el campus caminando con cautela hasta quedar frente a él quién se encontraba respirando con dificultad y con gotas de sudor que caían por su frente y por su cabello lacio. Tenía sus codos apoyados en sus muslos dejando caer sus manos al frente de sus rodillas.


- Sí adelante, ríete en mi cara y dime que soy un asco. 

Obviamente no iba a dejar pasar esta oportunidad.

- Eres un asco, literalmente- Sonreí ampliamente- .  Pero no vine para decirte lo que ya sabes.

- ¿Entonces?

- Estas son las reglas que debes seguir para cuidar a los moc...quiero decir, a mis primos-Le entregue un pequeño papel con todo escrito por mi sobreprotectora tía.

Él toma la hoja entre su pulgar y su dedo índice mirándome con incredulidad-Ni de coña Salvatore, jamás dije que cuidaría de esos niños.


- Escucha-Suspiro-. Sé que no esperabas esto en el trato, pero...mira el lado bueno podrás acostarte con mi hermana-Comenté sentándome junto a él cruzando mis brazos y piernas.

No, ni de coña dejaría que él se le acercara.

- Aunque suene tentadora esa idea, sé que no me dejaras hacerlo. 

Me encojo de hombros-Dijiste que pusiera las condiciones que quisiera, y eso hice.

Bufó-Jamás creí  que sería cuidar de unos niños. ¿En serio me ves con madera de niñero?

Hago una mueca-No, pero es una buena manera de negociar contigo. No creíste que acostarte conmigo sería tan fácil ¿o sí?

Bufa con la vista fija en el suelo debajo de sus zapatos-Ni por un momento-Murmura.

-Como sea, te quiero después de clases en el aparcamiento.

Frunce el ceño-¿Ahora también quieres que te lleve? Ni lo sueñes. ¿Y sabes qué?, no te necesito para ganar la apuesta, ve buscándote a otro para el trabajo.

Presiono mis labios en una firme línea con mis ojos entrecerrados en su dirección-Bien-Me levanto de la banca sin despegar mi vista de la suya-. Tú lo pediste-Exclamo dando media vuelta alejándome del campus.

....

Esperando a que los directores y las coordinadoras del papeleo y de las impresoras se fueran a la hora del almuerzo, me escabullí en el salón con una copia de la llave que me ofreció el conserje Octavio por defenderlo del abuso por parte de un grupo de chicos de primer año. No lo hice con obtener algo a cambio desde luego, me hirvió la sangre ver como chicos de 13 años tiraban la basura de las papeleras en el suelo de los salones y los pasillos para hacerle trabajar el doble, por supuesto que los superiores no hicieron más al respecto que levantar un castigo por dos semanas, todo porque uno de los chicos es un hijo de papi, uno de los más relevantes donadores de fondos al instituto.

Luego de varias charlas a la hora del almuerzo, quiso ofrecerme algo que estuviera a su disposición, y elegí bien.

Tuve la idea de imprimir folletos y posters que enmarcaran la profesión por medio tiempo del pésimo jugador de fútbol. Si él no trabajaba para mí, le obligaría a hacerlo.

Mientras esperaba las mil copias para toda la secundaria, aproveché al ver el modelo del examen de matemáticas en una de las carpetas para sacar copias antes del miércoles. Se me hizo tan tentador aquel ofrecimiento que decidí aceptarlo. Encendí el ordenador y busque la nota amarilla pegada detrás del escritorio con la contraseña para acceder, no era la primera vez que entraba aquí, ya sabía de los trucos de la señora Amanda para recordar la contraseña sin tener que cambiarla cada semana por su pésima memoria. Una vez adentro, vuelvo a colocar la nota en su lugar y busco en los archivos recientes el modelo de la prueba modificándola con las ecuaciones que yo ya sabía resolver al derecho y al revés. 

Agilice el tiempo para sacar las 37 copias usando otra impresora y diez minutos para que terminara la hora del almuerzo ya tenía todas las hojas listas para guardarlas en la carpeta.

Tome las hojas del modelo anterior guardándolas en mi mochila y me coloque la capucha de mi sudadera saliendo con rapidez de allí cerrando con llave la puerta.


I'm Not A Disney Princess!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora