Capítulo 33: ¿Como son los ruidos?

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  — ¿Segura que quieres seguir haciendo esto?, sabes que ya no es necesario, nadie lo sabe.

Presiono el teléfono contra mi oído mientras le doy una ultima ojeada a mi reflejo en el espejo, mis ojos viajan por las costuras de la  tela del corto y ajustado vestido que me presto Clementine, me negué rotundamente a salir con tanta piel expuesta y me coloque un par de leggings ajustados negros debajo de este, acompañado de una chaqueta de cuero negra adornada con lujuriosas cadenas de metal en la parte de las hombreras y en los bolsillos de adelante para cubrir el escote pronunciado del vestido, quise usar mis zapatos grises sin tacón con trenzas pero Clementine me hizo perjurar que usaría tacones o sino lo iba a lamentar, la verdad no subestimo su poder luego de haber hecho que pasara la vergüenza mundial al frente del chico que en algún momento me gusto, lamentablemente se había mudado a Kansas.

  —Estoy segura.

Dicho esto cuelgo el móvil y lo guardo en mi bolsa de mano colocandolo sobre mi hombro, me recojo el cabello en una coleta alta y despeinada, varios mechones cayeron a los lados de mis orejas y los peino un poco hacia atrás.

Clementine me gira bruscamente y me mira de pies a cabeza como si estuviera orgullosa de su trabajo.

 —Tenías que ser mi hermana,—Susurra en un hilo de voz casi jurando que una lágrima broto de sus ojos.

Ruedo los ojos y niego con la cabeza caminando por su lado en dirección a la salida.

  —¿Ni siquiera un gracias?, te convertí en una Diosa.

Suspiro y me doy la vuelta para darle mi mejor sonrisa falsa de gratitud.

  —Gracias hermana...Por convertirme en la novia de Elvis Presley.

Niega con la cabeza oprimiendo una sonrisa, creo que nunca había escuchado un gracias de mi parte.

La verdad se me hacía bastante extraño que ella no fuera a esa fiesta siendo tan cercana a las amigas de Quinn, pero supongo que aprovecharía el momento para pasar la noche con alguno de sus "compañeros de trabajos", que a la final eran compañeros de cama.

Bajo las escaleras y saco mis llaves para abrir la puerta principal, al salir me sorprendo de que Chase se encuentre recostado sobre un Ferrari 430 Spider, si es que no me equivoco del modelo.

Sus ojos viajan por  mi torso, deteniéndose unos segundos en el escote casi cubierto por la tela de la chaqueta, bajando por mi cintura hasta llegar a mis piernas y a mis tacones, vuelve la vista a mis ojos rascándose la nuca con cierto rubor en sus mejillas.

  —Debo admitir que no estas nada mal, Salvatore.

 —Claro, si estuviera en un funeral.

Una pequeña risa brota de sus labios y abre la puerta del copiloto para que suba, cierra la puerta detrás de mi y da la vuelta para subirse junto a mi. Gira las llaves y el motor comienza a rugir con fuerza, pisa el acelerador y comenzamos a movernos.

Miro a través de la ventana sintiendo el silencio incómodo en el ambiente, tomo una respiración profunda.

  —Entonces...este es el auto que apostaste con mi virginidad,¿eh?

Lo oigo tragar saliva y me lanza una rápida mirada para volver con la vista al frente.—Si...

 —Admito que si fuera hombre haría lo mismo.

  —Y yo admito que si fueras hombre serías el primer moja bragas de la escuela.

No puedo evitar reír ante ese pensamiento y me doy cuenta de que Chase se encuentra mirándome con calidez en sus ojos, trago saliva moviéndome en mi asiento, parece darse cuenta de eso porque vuelve rápidamente su concentración al camino y aclara su garganta.

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