Capítulo 38: Frankie cabeza tóxica, ¿en serio?

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Al escuchar la voz de Chase al final del pasillo, me separo de Tamara aclarando mi garganta.

  —Bueno, será mejor que limpiemos este desastre antes de que llegue la tía Bridget.

Ella presiona sus labios a tal punto de enrojecer sus mejillas. Se que esta conteniendo la risa.

Entrecierro los ojos y la apunto con el dedo índice—No te atrevas a decir nada de esto.

Eleva su mano a la altura de su boca deslizando su dedo índice y pulgar en sus labios.


Bueno, el castigo no fue tan grave como lo pensé. Bien, sin teléfono por una semana pero no es que tenga mucha vida social de todas formas.

Misión de hoy: hablar con Chad.

Clases aburridas, comida inexplicablemente deliciosa, ganas de asesinar a todos los estudiantes y profesores mediocres. Odio admitir que es lo más interesante que puede llegar a ocurrir en mi vida.

No tengo otra alternativa que pasar a buscar a Tamara y a Nick de improvisto. A Chase le surco una emergencia y la loca vecina de al lado se encuentra en la peluquería por lo que me dijo, si, tengo su teléfono y ¿que?

Estará loca pero hace una lasaña exquisita. La única razón por la que los niños no se niegan a entrar a su casa.


—¿Puedo ir cargada en tu espalda? 

Miro a Tamara con una sonrisa maliciosa en su rostro a lo que ruedo los ojos. Se que me esta manipulando, pequeña rata de dos patas.

Me detengo para inclinarme hasta llegar a su altura, me rodea el cuello y la sujeto de las piernas a los costados de mi cintura.

Escucho como ríe y le doy una sacudida, resoplo para apartar cabellos sueltos sobre mi rostro y contener la rabia. Odio que me utilicen como burro de carga.

Cruzo la esquina con Nick sujetado  del arnés de niños, ¿qué? es solo por protección.

Admito que fue difícil colocárselo pero no hay nada que una invitación a Freddy's no solucione.

Freno en seco al ver una bola de personas gritando. Lo más probable es que estuvieran contemplando una pelea. Joder, amo ver como dos personas con diferentes opiniones y principios  se caen a tortazos. Es tan delirante.

Pero mis ganas de correr para deleitarme con el crujido de sus huesos se frena con la confinidad de borrar el pensamiento.

Estoy con Nick y Tamara. Dos niños con 56 años de edad mental, excelentes manipuladores y mentirosos.

  —Ya muévete, ¿vas a ir o no? 

Nick me mira entrecerrando los ojos a lo que frunzo el ceño.

  —Ni se les ocurra decir una palabra de esto.

Tamara apoya su barbilla en mi hombro y ladea un poco la cabeza para mirar mi perfil

 —No diremos nada.

Entrecierro los ojos y me creo un nido en la cabeza con las razones más obvias para engañarme de una manera tan descarada.

  —Si por supuesto, y yo no muerdo mis uñas.

 —Es en serio idiota, creo que te la debo.

¿Idiota?, ni siquiera el pijo más pijo de la escuela me habla así. He manipulado a toda una escuela, debería ser considerada una leyenda y lo único a lo que no puedo manipular son a estos engendros, debí cuidar mejor mis palabras cuando ellos se encontraban cerca.

Los aprendices superaron a la maestra.

  Hago una mueca y asiento.

 —Vale, creo en que no me van a dejar mal luego de esta.

Camino hasta el centro de la multitud y cierro los ojos con fuerza esperando que los chicos no hayan escuchado la palabrota de uno de los chicos detrás de mi.

Logro ver un par de cabezas moviéndose de una esquina a otra y solo quiero acercarme más. Empujo a algunas personas manteniendo a Nick delante de mi mientras nos adentramos entre los cuerpos.

Cuando logro estar entre la segunda fila de personas, observo los rostros de los chicos que se encuentran repartiéndose golpes en diferentes partes del cuerpo. Abro los ojos como platos cuando me doy cuenta de que uno de los chicos es Chad.

No tiene su típica gorra negra de algodón lo que deja al expuesto su cabello azabache, cabellos se resbalan por su frente y se mueven al compás de sus movimientos. Varias manchas de sangre  cubren la esquina de su labio inferior. Hay una herida en la esquina de su ceja derecha que se mantiene sangrando hasta llegar a su pómulo. 

Eso dejará cicatriz.

Se me hiela la sangre cuando me percato que sus ojos están puestos fijamente en los míos. Trago saliva y miro a su oponente para liberar la tensión de mi cuerpo. El vuelve a posar la vista al frente y antes de que el chico a su lado pudiera levantar los brazos para pegarle, él ya lo había hecho, con un solo golpe directo a su garganta. Este suelta un fuerte gemido de dolor antes de caer al suelo.

Me quedo observándolo por unos segundos en los que no hace nada. Lo único que se puede apreciar moverse es su mano derecha,  pero parece más un tick que una señal de vida.

Miro a todos alrededor y nadie se dispone a ayudarlo, todos están aullando y rodeando a Chad en un semicírculo.

Vuelvo a mirar el aparente cadáver y un suspiro de alivio me invade cuando lo veo en el intento de levantarse.

¿Qué?, ya he dicho muchas veces que pero que importa, nunca he visto a una persona morir delante de mi. Hasta yo me puedo impresionar.

Bajo la vista para ver a Nick con la boca abierta y se me olvida la razón del peso en mi espalda, me inclino para que llegue al suelo y al observarla tiene la misma expresión de incredulidad en su rostro.

Joder, esto será difícil de que lo olviden. Cabe destacar que Nick habla cuando está dormido. Uy, si llega a decir algo es que le arranco los ojos.

  —Vaya, pero mira a quienes encuentro por aquí.

  Cierro los ojos presionando los labios a espaldas de él. Me giro con una sonrisa sin que llegue a mis ojos.

  —Eh, no sabía que estarías por aquí.

Entrecierra los ojos con una media sonrisa. —Claro y supongo que te ibas a sorprender de encontrarme por aquí.

Trago saliva.

  —No, solo...solo quiero decir que—¿Por qué mierda estoy trabando las palabras?,—Al diablo, ¿por qué no me dijiste que peleabas?

Enarca una ceja si borrar esa sonrisa rezongona—Tu nunca preguntaste.

Bufo,—Claro, porque es muy normal preguntarle a alguien si se gana la vida peleando.

 —El tercer día de habernos conocido me preguntaste si me gustaba el olor a  carne muerta.

Frunzo los labios—Solo quería comprobar que no eras un maniático.

De pronto una chica de color un poco subida de peso se coloca junto a Chad abrazando su cintura.

  —Vaya vaya, pero miren a quien veo aquí. Si es la mismísima Frankie Salvatore o como me gusta llamarle Frankie cabeza tóxica.

Frunzo el ceño viendo a Chad con escepticismo, mientras el hace una mueca con una típica mirada de te lo puedo explicar.  

Adelante, le doy el turno de hablar.




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