Capítulo 22: Extrañamente inusual

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Salí con rapidez del lugar que me hacían llamar hogar, ni de coña iba a llorar por una estupidez como esa pero escuchar esas palabras de Bridget fueron las gotas que derramó el vaso. Jamás creí que me diría algo así y jamás pensé que todo comenzará por traer a un gilipollas con falta de sexo.

Camine a grandes zancadas al parque de unas cuadras más arriba, me importaba muy poco que fueran más de las siete, no quería estar allí, no con ellos dos presentes.

Por cuestiones de dignidad lágrimas jamás fueron liberadas de mis ojos, lo cual agradecía, de haber hecho lo contrario me sentiría repulsiva por haber  llorado al frente de todos, eso es para débiles e inmaduros.

Una fuerte ráfaga de viento se estrelló contra mi pelo suelto, por suerte traía puesta una chamarra con capucha así que me la coloque. Nunca había caminado por estas horas sola pero no quería pensar en lo que me podría ocurrir, no quería tener miedo y devolverme todo lo que ya había avanzado para llegar hasta aquí.

Al divisar una banca me dirigí hasta ella pasando por el lado de un callejón, escuche un grito proveniente de este pero lo ignore por completo; no fue hasta que una mano me jaló con brusquedad para encararlo.

Era un chico de probablemente unos veinte con una polvorienta barba que seguía un camino desde su mandíbula hasta su barbilla y bigote, por su apariencia no me sorprendería que fuera de la calle, al darme cuenta de que no estaba solo y tres chicos más salieron del oscuro callejón trague saliva.

Me solté de su agarre con brusquedad queriendo escapar de allí lo más pronto posible; las ráfagas constantes de viento helado no podían evitar que el calor en mi sistema causado por el miedo y la desesperación se esfumaran. Le dirigí una mirada asesina y le pase de largo en el camino contrario al que me dirigía, quería volver a casa.

  —Oye, oye, ¿por qué te vas tan rápido?, ¿que acaso nos tienes miedo?—El mismo chico que me había sujetado del brazo se interpuso al frente de mi obstruyendo mi paso.

—Aléjate.—Masculle con el poco valor que me permitía tener en ese momento.

 El hombre murmuró algo que no pude entender e hizo una seña con la mano para llamar a los demás.

  —¿Qué hace una chica tan bonita como tu sola a estas horas de la noche?

—Oigan no quiero causar problemas, así que les agradecería que alejen su mierda de mí.

—Vaya, la gatita tiene garras...lástima que no las suficientes.

Uno de los chicos se aproximó hacia mí con gran rapidez sujetándome de la cintura pero elevé mi puño estrellándolo contra su nariz. No se de donde saque el valor suficiente para hacer tal cosa, supongo que en parte fue por la desesperación. Sin pensarlo dos veces comencé a correr pero siendo detenida por dos manos en cada brazo.

—¡Suéltenme! —Jamás en mi vida me había sentido tan aterrada por algo y a decir verdad era escalofriante.

—¡Chicos ya basta, déjenla en paz!.—Una voz brusca proveniente a mis espaldas ordenó a que los chicos me soltaran con reproche, no quería darme la vuelta por temor a ver lo que me esperaba pero eso fue justamente lo que se me pidió.

—Date la vuelta.—Sentenció aquella voz.

Trague saliva girando lentamente sobre mi propio eje con una mirada neutral, al encararlo completamente me sorprendí.

No debía tener más de diecinueve años y al decir verdad aparentaba menos, parte de su cabello le cubría la mitad del rostro y tenía un aro en la esquina de su labio inferior, relajé gran parte de mis músculos tensos sin saber el porqué, no me infligía miedo más si curiosidad.

 —¿Cómo te llamas?—Su voz ronca me erizo la piel.

—No te voy a decir mi nombre, imbécil.—A pesar de que no era atemorizante, no lo conocía y no tenía porqué saberlo.

Hubo algo en su mirada que no pude clasificar como enojo o...¿curiosidad?  

—Deberías tener más cuidado con quien te cruzas , hay que ser muy tonto para caminar por aquí a estas horas,nunca sabes qué gilipollas te pueden hacer daño.

Apreté mi mandíbula asesinándole con la mirada,—¿Y me supongo que tu eres ese gilipollas o me equivoco?

Soltó una risa carente de humor relamiendo sus labios.—Tienes agallas extraña, pero eso de nada te sirve en una situación como esta.

  —Maldita sea, váyanse a la mierda un rato, ¿les parece?. Ya tengo suficiente encima.

Subió las manos en rendición inclinando la cabeza hacia abajo.—Esta bien, no me atraen las chicas como tu pero le debes una cirugía de reconstrucción a Fillip.

  Sonreí hacia su compañero girando sobre mis talones,—Gracias por no matarme extraño.—Masculle sin encararlo.

—Por nada extraña.  


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