Siempre hay un momento crucial en la vida de todo adolescente, en la mía...no sería la excepción.
Sarcástica, malhumorada y con una pizca de egocéntrica. No pienso convertirme en una princesa por nada ni nadie y por supuesto mucho menos de manera li...
Mi garganta no podía soportarlo más, los músculos de esta palpitaban con dolorosa rítmica, cerré los ojos para evitar contacto con las figuras que me observaban detenidamente haciendo espantosas muecas con la única intención de provocar risas en mí que por consecuencia me harían perder.
Después de llegar a casa, el aburrimiento detonó entre todos nosotros. A Chase se le ocurrió jugar con tomar grandes sorbos de agua y hacer gárgaras por el mayor tiempo posible sin reír. Me negué a participar rotundamente ya que me pareció una completa estupidez pero sorprendente mente me lograron convencer. Mi sudadera estaba completamente empapada al igual que mis jeans pero aunque lo deba admitir me estaba divirtiendo, cosa para nada usual en mi persona.
Mantuve los ojos cerrados obstruyendo cualquier pensamiento relacionado con las caras que hacían Tamara y Nick, mi garganta ardía debido a la faena que provocaba las gárgaras, pero si seguía así probablemente les ganaría a estos mocosos y no volvería a hacer una estupidez como esta ni en millón de años. Lo habría logrado de no haber sido por el sonido de un animal no identificado pero que podría clasificar como una ballena en estado de excitación que proviene de Chase.
Era estúpido reír por algo así y mucho más si la estúpida que reía era yo, pero no es muy fácil mantener la concentración y un ceño fruncido cuando estás haciendo gárgaras de agua al frente de tres niños, si se incluía a Chase claro está.
Escupí el agua burbujeante de mi boca limpiando el exceso con el dorso de mi mano, al escuchar risas chillonas e inocentes, abrí los ojos encontrando en mi campo de visión a un chico con una mueca de asco pintada en el rostro limpiando el agua de sus ojos.
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No pude evitar reír mientras me burlaba de él con diferentes apodos e insultos.
Eran más de las siete y Bridget aún no llegaba, usualmente a las cinco ya se encontraba en casa. La verdad no me importaría que jamás llegase si no fuera por el hecho de que yo tengo a sus hijos. Nunca creí que fuera tan egoísta como para irse a la mierda y no llevarse a las mini mierdas con ella... tía malagradecida.
Chase se había ido hace más de media hora,dijo que había recibido una llamada urgente de Sacha. Seguramente para cazar a su próxima víctima.
—¿Dónde está mamá?
—Si, tengo hambre.
—No lo se, tal vez sigue en el trabajo.—Cogí el teléfono móvil buscando su número en la agenda pero lo dejé a un lado al ser la puerta principal abierta.
Ladeé mi cabeza para poco después atragantarme con mi propia saliva.
—¡¿Profesor Richard?!.—Chille debido a mi respiración irregular.
—Hola señorita Salvatore, o...¿prefieres que te llame Frankie?
La sangre se drena de mi sistema en ese momento, una ola fría se apoderó de todo mi cuerpo. Seguramente en ese momento parecía el mismísimo fantasma de Canterville. Volví mi vista hasta Bridget dirigiendo miradas de completa confusión irrigada de exaltación.
—Bueno veo que ya conociste a mi sobrina.
El hombre barbudo me dirigió una mirada burlona antes de contestar en dirección a Bridget,—¿Cómo no conocerla?
—Ellos son mis hijos Tamara y Nick.—Les dirigió una mirada asesina con la intención de que se levantaran y saludaran cortesmente pero vamos estábamos hablando de los dos niños que lanzaban huevos podridos y culpaban a los vecinos de al lado.
—Un gusto chicos,— Hizo una seña con su mano en señal de saludo al ver que ellos no se levantarían del sofá.
Un silencio incómodo se presentó en la habitación siendo rápidamente interrumpido por Bridget ofreciéndole algo de beber al barbón sentado en el sofá a unos metros de mi.
Rapidamente me levante del suelo corriendo hasta la cocina. —¿Qué demonios hace él aquí?—Susurre de manera aguda.
Rodó los ojos apoyándose en la isla de la cocina como si ya supiera mi reacción,—En tu escuela hubo una conferencia de profesores y docentes y como no te podrá sorprender fui citada por lo que hiciste en el examen de matemáticas, además de hacer un show en plena hora de almuerzo.
Negué con la cabeza con una mueca de completa confusión condimentada con furia.—¿Y eso a que va con que él esté aquí?
—Estábamos charlando, me invitó un café después de salir de la escuela y...le invite para cenar.
Gruñí con desesperación pero manteniendo mi tono casi inaudible de voz.—¿Te das cuenta de que salir con el profesor del equipo de fútbol es una completa locura?, me va a cagar la existencia.
—Ya basta Frankie, debes aprender a no pensar solo en ti. Yo soy tu tía, la única a la que le importas y yo merezco también ser feliz.
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Aquel silencio produjo una ola de calor irrigada en todo mi pecho, convertí mis manos en puños a mis costados y apreté mi mandíbula evitando restregarle en la cara cosas que no venían al tema. En sus ojos una chispa de arrepentimiento se posó, pero desapareció casi de inmediato.
—¿Mereces también ser feliz?—Susurre en un hilo de voz.—¿Quién te dijo que yo lo era?
Un leve picor en mis ojos producido por unas pequeñas lágrimas aproximándose me hizo girarme sobre mis talones en dirección a la salida.
—¡Tu no vas a ningún lado!.—Gritó a mis espaldas pero ni siquiera me inmute. Abrí la puerta de un solo jalón y antes de cerrarla la enfrente.
—Observame.
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