2

34 2 7
                                    


Nuestra relación comenzó oficialmente un jueves 19 de septiembre por medio de una llamada. Estábamos hablando por mensaje de texto acerca de nuestras películas favoritas cuando nos quedamos sin tema de conversación y empezamos a mandarnos emojis sin contexto.

—Y ¿si jugamos a verdad o reto? —escribió después de unos segundos sin decir nada

Sentí un cosquilleo en el estómago y envié el emoji del dedito arriba como signo de aprobación.

—Empiezo yo—envió—¿verdad o reto?

—Reto... —dudé ¿qué era peor que podía mandarme a hacer? ¿Tocar el timbre del vecino?

—Llámame

Tragué saliva, no sabía cómo responder a eso, pero debía cumplir, no era algo tan complejo después de todo. Con mucha emoción busqué su nombre en mis contactos e hice la llamada.

—Hola, elijo verdad—respondió de inmediato

—¿Por qué querías que te llamara? —pregunté mientras me sentaba al borde de mi cama y me quitaba los zapatos

—¡Uy! Quería que me lo preguntaras—dijo nervioso—es solo que ya vamos hablando un tiempo... y después de lo que sucedió...

Una ola de calor recorrió mi cuerpo, mis manos comenzaron a temblar y me quedé muda. Era el momento, estaba sucediendo y no podía creerlo, instintivamente tragué saliva esperando que pronunciara aquellas palabras.

—Quiero saber si sientes lo mismo que yo—escuché decir

Se me paralizó el corazón, mi respiración comenzó a agitarse, rodé sobre mi cama y mis pies soltaron pataditas sobre esta como si estuviese en una piscina.

—Sí—atiné a decir

—Entonces... ¿estamos juntos desde ahora? —preguntó emocionado

—Sí, supongo—contesté frenética— pero te llamo después

Corté el teléfono y lo lancé al otro lado de mi cama, tomé una almohada y grité lo más fuerte que pude, no entraba en mi con tanta emoción, por fin se había hecho realidad ¡estaba de novia con Nicholas! Tenía que contárselo a alguien, anteriormente sería Karina, pero como no me hablaba, la segunda persona en quien más confiaba era mi prima Leslie.

Los meses pasaban como los mejores de mi vida, no para de hablar y reír con él, como si todo fuese un cuento de hadas. Hasta que poco a poco y sin darme cuenta, comenzó a alejarse, dejó de enviarme mensajes cada mañana al despertar, ya no nos llamábamos antes de dormir y parecía estar más ocupado que de costumbre, hasta que un día por mensaje de texto el cuento terminó.

—¿Seguimos juntos? Porque te noto distante—envié.

—Pensé que no te darías cuenta, no siento lo mismo desde hace unas semanas, ya no...

Ni siquiera terminé de leer el mensaje y comencé a llorar, no podía con aquel sentimiento tan horrible que golpeaba mi pecho, era como si me clavaran justo en el corazón, me sentía morir. Necesitaba de alguien que me abrazara y dijera que todo estaría bien, que me volvería a enamorar y que todos pasamos por este dolor.

La primera en quien pensé fue mi madre, pero no era opción, siempre estaba ocupada y parecía nunca tener tiempo para mí, así que llamé a Leslie, quien por suerte llegó a mi casa media hora después con el kit completo para sobrevivir una ruptura amorosa.

Lloramos juntas y me contó acerca de su primer desamor, de cómo lo superó y surgió la gran idea de planificar unos días de playa con algunos amigos para olvidarme de todo.

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora