58

5 0 0
                                    

Ayudé a Magenta a llegar al taxi con su amigo y nos despedimos. Subí las escaleras en lugar de tomar el elevador, ya todo estaba en orden, pero había algo en mi cabeza que continuaba sin encajar del todo. No entendía cómo es que ellos dos podían ser tan diferentes.

Ingresé a mi departamento, quería hablar con alguien, pero Mathew y Josh parecían divertirse mucho y no quise interrumpir. Fue entonces que recordé que David debía encontrarse en algún rincón del lugar observando a todos como si mi fiesta se tratara de un documental acerca de la raza humana. Siempre hacía lo mismo. Desde que lo conocía, en las fiestas tomaba una lata de cerveza, ahora por lo general una copa de vino, y buscaba el lugar perfecto para mirar alrededor hasta que alguien se acercase para hablar.

Lo busqué un momento hasta hallarlo cerca de una ventana. Él sabía que nada de esto había sido idea mía y que mis baterías sociales se estaban acabando por lo que nos quedamos charlando hasta observar que el lugar se iba vaciando, fue entonces que decidió era momento de retirarse y en el camino a la puerta divisé a Nana.

Nos sentamos en el sillón y la abracé mientras me contaba de su viaje y esperábamos a estar completamente solos. Ya casi todos estaban fuera, excepto Kazuki, Jade y quien Magenta me había dicho era Adela. Parecía que era costumbre de los Yoshimura quedarse hasta el final de cada fiesta o reunión.

Kazuki se acercó y nos despedimos de todos.

Al cerrar la puerta, Nana se acercó a mí y me besó seductora hasta llevarme a mi habitación. Allí, me empujó sobre la cama y se colocó encima mío para besarme el cuello.

Me quedé quieto. Estaba confundido, no podía decir que no disfrutara de lo que sucedía, pero me sentía fuera de lugar, como si no fuese ella y me hallara con una mujer completamente diferente a la que conocía.

—No te resistas—me susurró al oído acariciando mi rostro

Me relajé un poco al escuchar su voz y empecé a sentir su cuerpo contra el mío, pero mientras continuábamos, mi mente volaba para cualquier lugar que no fuera este, como tratando de escapar. Al rato, me pidió ayuda para quitarse el vestido y así seguir con más comodidad.

En menos de lo que me di cuenta ambos nos hallábamos bajo las sábanas y al parecer ella ya estaba dormida. Me quedé mirando el techo en busca de respuestas, no entendía nada. Era como si todo fuese un sueño extraño en el que no tenía control alguno sobre mi cuerpo o de lo que pasaba.

Cerré los ojos y me quedé dormido.

—Cariño, despierta—escuché entre sueños

Me giré al otro lado de la cama para estar más cómodo, pero aquella voz hacía eco en mi mente consiguiendo que mi consciencia volviera a mi cuerpo y me incorporara observando a Nana a mi lado.

—Marchad, no bebiste nada ¿qué te pasa? —preguntó dulcemente—voy a bañarme—anunció—¿me acompañas?

Me estiré mientras ella se levantaba y colocaba una de mis camisas camino al baño. Me senté al borde de la cama y observé el piso con nuestra ropa del día anterior, a excepción de su vestido, que se hallaba perfectamente colgado en mi armario.

—Amor, se terminó el champú—escuché mientras caía el agua de la ducha

—Está en la gaveta del lado izquierdo—dije poniéndome en pie—ya voy

Ingresé al baño y la observé buscando entre los cajones.

—Debes ser más ordenado—me dijo—cuando nos mudemos contrataremos a especialistas, así siempre encuentras lo que necesitas—continuó hasta quedar en silencio—¿qué es esto? —me dijo seria mostrándome una pequeña botella blanca

—No lo sé—respondí confundido

—Marchad, es tinte morado —me miró seria—¡¿qué hace esto aquí?! —dijo casi a gritos

Me quedé en silencio, Magenta debió olvidarlo allí y no me había dado cuenta.

—Mira...—tomé aire—no es lo que crees ¿sí?

—¿No? —preguntó cerrando la llave de la ducha—entonces explícame ¿por qué tienes esto?

—Se quedó aquí unos días—admití—en el cuarto de huéspedes, no quería que nadie lo supiera y por eso...

—La foto del hotel—interrumpió caminando hacia el cuarto

—Necesitaba ayuda, no tiene a nadie aquí

—¡Perfecto! —exclamó molesta—y yo que confiaba en ti—se puso los zapatos y se quitó el anillo de compromiso—esto no va a funcionar—sentenció al cabo de unos segundos

—Nana...

—vamos, tómalo—continuó al ver que no aceptaba el anillo de vuelta—no te has dado cuenta ¿cierto? —tomó mi mano y colocó la sortija en mi palma—no me fui a Italia como dije, estuve en casa de Kazuki todo este tiempo

Me quedé en silencio, no podía protestar, no podía sentirme decepcionado, no sabía que decir.

—Quería saber si era cierto que ya no sentías nada por ella y él me ayudó a seguirte—me miró decepcionada—mejor separarnos ahora, antes que me engañes estando ya casados—dijo cerró la puerta del baño

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora