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Siendo cargado en brazos en medio del gentío me sentí libre y feliz como ya hacía mucho no me sentía, aunque por supuesto no faltaban quienes rompían mi ensoñación al tratar de arrebatarme algo y creerme un souvenir al que podían manipular a su antojo olvidando que era un ser humano. A pesar de estos, en verdad deseaba el tiempo se detuviera, por primera vez en semanas ningún pensamiento desagradable surcaba mi mente hasta que la música comenzó a disminuir su velocidad y me vi obligado a girarme hacia David para que me diese tiempo de llegar a él nuevamente y dar por terminado el concierto.

Comencé a moverme hacia atrás, escapando de quienes querían mantenerme allí, pero entre tanta gente la vi. La chica en la que no podía dejar de pensar y que días atrás trató de abordarme en plática, sabía no podría sacarla de mi vida tan fácilmente. Pero no pensé que mi corazón perdería su ritmo habitual para empezar a latir cada vez más rápido. Los guardias de seguridad, al notar que no me movía, comenzaron a tirar de mí para devolverme al escenario. Sin embargo, con toda la adrenalina corriéndome en el cuerpo, alargué mis brazos y tomé el rostro de Magenta entre mis manos, con cierta dificultad debido al micrófono que tenía en una de ellas, y seguí el impulso que veces antes me obligué a controlar. Sin pensarlo más, para evitar que los guardias me sacaran de allí, la besé en los labios y me dejé llevar.

Hecho esto, en mi interior se hizo el silencio absoluto, me sentí caer en una inmensa piscina mientras me hundía sin poder hacer nada. Los guardias terminaron de cargarme fuera del gentío mientras todos gritaban sorprendidos, y David tan solo me observaba confundido desde el escenario al que subí mecánicamente, dándole el protagonismo absoluto para agradecer mientras nos retirábamos aun yo sin entender lo que acababa de suceder.

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora