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Gracias a esa conversación, los siguientes días los pasé algo incómoda estando cerca de Jade. En parte por las palabras de Adela, pero más que nada por no saber cómo me sentía realmente. Por momentos me quedaba callada admirándolo y luego me despabilaba pensando en que no tenía sentido, nada había cambiado realmente. Tenía que parar con aquello. Por suerte, nos asignaron un proyecto muy complejo y pude mandar toda mi atención a pensar en este a pesar de hallarme en dupla con Jade.

Debíamos hacer el presupuesto para una pequeña obra de teatro, incluyendo el alquiler del local, los actores, escenógrafos, iluminación y todo lo que hiciera falta para poner una obra en marcha. Conforme avanzábamos a enumerar los puestos necesarios nos dimos cuenta debíamos pedir ayuda, conocíamos muy poco del proceso.

Así que un día fuimos a casa de Jade para hablar con su hermano, quien entendía mejor acerca de presupuestos para un espectáculo musical. Fue así como conocí a Kazuki, casi sin querer. Su personalidad era parecida a la de Jade, relajado, feliz, como si no existieran problemas y lo importante fuese vivir el momento excepto que de alguna manera sentí algo no andaba del todo bien con él.

Aunque Kazuki era experto en producción musical no podía ayudarnos del todo al tratarse de un espectáculo en el que jamás había participado, así que nos comunicó con algunos de sus amigos productores de teatro para que resolvieran nuestras dudas.

Semanas después, nos enteramos de que inspirado en nuestra tarea comenzó a incursionar en el mundo del teatro musical, especialmente en obras a las que les hacía falta más producción, por lo que de vez en cuando nos regalaba entradas.

De esta manera, las salidas con Jade eran cada vez más frecuentes y llegó el día. Aquel inevitable momento en el que tuve que aceptar la verdad: sentía una gran conexión y afinidad con Jade. Como si las cosas se pusieran en orden cuando estábamos juntos. A pesar de que aun sentía cierto cariño por Nich, debía recordarme que eso ya había quedado en el pasado, éramos amigos, conversábamos cada vez que podíamos y hasta me contaba de las chicas que conocia en la universidad, no había manera de volver en el tiempo y revivir nuestra relación.

Con Jade era diferente, era un sentimiento raro. Debía dar un paso adelante y aceptar que la vida me entregaba una nueva aventura junto a un nuevo compañero, no podría hacer nada para eliminar aquel sentimiento que crecía y crecía en mi pecho. Y así fue como todo empezó.

En la ciudad se estrenaba una pequeña obra que esperamos por un buen tiempo, no tenía a los mejores actores ni el mejor teatro, pero la historia nos capturó desde que supimos de ella gracias a Kazuki, que nos regaló entradas pues era parte de la producción.

La cita estaba hecha.

Salimos de clases el viernes, apresurados por llegar a tiempo. Su chofer nos esperaba en la puerta de la academia como era costumbre cada vez que íbamos al teatro o estábamos apresurados por llegar a algún lado. Subimos al auto conversando acerca de nuestras propuestas para el desarrollo de la historia y, en menos de lo esperado ya estábamos adentro del teatro esperando salieran todos a escena.

El lugar no estaba mal, era mediano por lo que tardó un poco en llenarse. Cuando apagaron las luces y se abrió el telón nos llevamos la gran sorpresa que, aunque se tratara de una obra considerada "pequeña", tenía en realidad muchísima más producción a la que estábamos acostumbrados a ver, además, aunque fuimos con las expectativas bajas en cuanto a los actores, también lograron sorprendernos.

Al terminar la obra, lo que sucedió fue sin duda lo más incómodo que podría pasarle a alguien. Llevaba zapatos de tacón, eran cómodos y no muy altos pero mis pies decidieron era momento de enredarse entre ellos. Por lo que en menos de un segundo tuve que poner mis manos como soporte en el piso para no estrellarme en el pavimento, ocasionando que la falda de mi vestido se levantara con el viento hacia mi espalda.

Me puse en pie lo más rápido que pude, con las mejillas muy rojas de vergüenza, queriendo desaparecer del universo. Jade por su parte, al ver mi épica caída, reía imparable mientras me ofrecía su mano para ayudarme sin importarle cómo la gente nos observaba.

—¿estás bien? —me dijo en tono dulce mientras me rodeaba con un brazo

Así era él, alegre por y a pesar de todo, la seriedad era algo que no conocía, aunque a veces esto fuera tomado a mal. Eso no restaba su enorme amabilidad y calma en situaciones en las que cualquier otra persona enloquecería.

Con su brazo en mis hombros giré mirándolo aún aturdida y abochornada por el incidente. Sin saber cómo, se inclinó hacia mí e intentó posar sus labios sobre los míos, pero me hice a un lado sin siquiera pensarlo, tratando de entender lo que estaba sucediendo. A esto, con una de sus manos, muy suavemente me giró de nuevo hacia él y me plantó un beso en la frente. Bajé la mirada nerviosa tratando de concentrarme en mis pies para no tropezar nuevamente cuando me tomó la mano y caminamos hasta su auto.

No soltamos palabra alguna hasta que llegamos al campus de la academia y me despedí de él.

—Espera... —tomó aire bajando del auto—tenía que decirte esto después de salir, pero como te caíste...—sonrió nervioso y giró hacia mí—hemos pasado mucho tiempo juntos...—Comenzó—Y entre más tiempo paso a tu lado me doy cuenta de que te quiero más que como amiga y aunque digas que no sientes lo mismo—Tomó aire y continuó—Aquí estoy diciéndote que te quiero y nada cambiará eso así que... sabes lo que trato de decir es...

Quedé paralizada unos segundos sin saber qué responder, mi mente se hizo un enredo entra tantos pensamientos e ideas que no paraban de surgir. Las palabras no me salían de la boca y él no me quitaba la mirada de encima.

Aun sin volver a la realidad, sonreí sin saber cómo y me acerqué un poco más a él, dejando una distancia casi imperceptible entre nuestros rostros, nos miramos directo a los ojos y me besó.

Me estremecí por dentro, sintiendo como una electricidad me recorría el cuerpo de pies a cabeza; de pronto sentí sus manos rodearme la cintura y no pude evitar exteriorizar mi nerviosismo por lo que comencé a temblar.

Me soltó y posó sus brillantes y negros ojos sobre los míos.

—Supongo que sientes lo mismo...—dijo

Llegamos a la puerta de mi habitación tomados de la mano y nos despedimos con un dulce y corto beso, toqué la puerta olvidando por completo que mi llavero estaba en mi bolso. Adela abrió la puerta y sonrió complacida al verme con Jade, cerramos la puerta y me quité los zapatos. Cruzamos miradas y comenzamos a gritar como si la vida nos fuera en ello.

—¡Quiero saberlo todo! —gritó emocionada

Me lancé de espaldas a mi cama, con las piernas colgando de un lado.

—No vas a creer lo que pasó —comenté avergonzada recordando mi caída

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora