7

12 1 0
                                    

Aunque al principio todo parecía simple, poco a poco fui haciéndome a la idea que el arte, ya fuese corporal, escrito o manual, no era para nada sencillo. En el taller que llevaba en casa todo era más práctico y se veía tan fácil. Pero no, aquí habían tareas y cosas que nunca se me hubieran pasado por la cabeza que tendría que hacer y aprender para ser actriz. Debía realizar ensayos e investigaciones, aparte de aprender diálogos y hacer ejercicios vocales para mejorar mi canto.

Los días en la escuela pasaban y entre tareas y algunas risas Jade y yo nos hicimos grandes amigos, más rápido de lo que uno podría pensar. Al tener casi todas nuestras clases juntos a veces saliendo de estas íbamos muy cerca por helado, a practicar para alguna obra en un salón vacío o cuando teníamos dinero, al teatro para empaparnos de lo que sería nuestra profesión algún día.

A pesar de que la familia de Jade era acaudalada, el dinero del que dispusiera estaba restringido para que aprendiera a ganárselo y así evitar que se convirtiera en un niño engreído y arrogante como muchos en la farándula.

De todas maneras, no me hubiera sentido muy cómoda con él pagando todo el tiempo. Además, también salíamos con otros compañeros y a veces incluso con Adela, que se unía a nuestros planes y aprovechaba cada oportunidad para coquetear con él. A lo que Jade tan solo respondía con amabilidad o cambiaba de tema delicadamente.

Hasta que una tarde, Adela se negó a acompañarnos al cine sugiriendo estaba muy ocupada, claramente no le dimos importancia la primera vez, pero poco a poco dejó de salir con nosotros a lo que supuse había encontrado nuevos amigos o que nuestros horarios ya no se acomodaban como antes. Y un día, al ver que no entendía la razón de su repentino cambio, decidió decirme la verdad.

—En serio que eres despistada, Magenta—me dijo cerrando la puerta de la habitación después de una salida mía con Jade—es más que claro que le gustas—Se puso la mano en la frente cubriéndose el rostro y soltó un suspiro al ver mi cara de sorpresa—Yo ya me rendí con él, me di cuenta solo tiene ojos para ti

—¿Qué estás diciendo? Solo somos amigos

—No finjas, se nota que tú también sientes algo

—No, para nada—respondí calmada

—Si tú lo dices...—suspiró

Me sonrojé, realmente no me esperaba aquello, hasta ahora no me había puesto a pensar en Jade de esa manera, me caía muy bien, era amable, divertido y no podía negar que atractivo, pero era solo un amigo ¿o no? Reflexioné un poco y traté de recordar alguna diferencia en su trato, pero no encontré ninguna, se portaba con todos por igual, con la misma amabilidad, no existía ninguna preferencia hacia mí o tal vez esa era solo mi percepción.

Al cabo de un rato de pensarlo comencé a sonreír sin darme cuenta ¿qué demonios estaba pasando?

—Te lo dije —señaló Adela sentándose a un lado de mi cama

—Cállate —solté incómoda

¿Acaso me gustaba, pero no me había dado cuenta hasta ahora? Nos conocíamos poco tiempo y realmente me caía muy bien, tal vez mejor que otras personas, pero eso no significaba nada, esta sensación no se parecía en nada a lo que había sentido por Nich. Estaba confundida, las palabras de Adela calaron en mi mente metiéndome en mi mundo para tratar de encajar las piezas sin mucho éxito.

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora