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Pasaron dos semanas desde que volví a mi soledad, cuando Magenta decidió abandonarme y mudarse con David. Aunque desde el principio supe llegaría el momento en que tuviera que irse no me esperaba fuese tan pronto, ni menos tan abruptamente.

Sabía era culpa mía y lo confirmé cuando al cruzar la puerta de salida no volteó siquiera un segundo.

—¿Qué sucedió? —me preguntó David

Me quedé en silencio y lo observé con cierto remordimiento y vergüenza

—Marchad...—giró la cabeza con cierta desesperación—por alguna razón no me sorprende—dijo al cabo de un rato—pero realmente le hiciste daño

Suspiré y lo ayudé a cargar las cajas que se apilaban a un lado de la cama.

—Nos vemos—dijo caminando hacia la puerta

Esos cortos minutos me dieron la razón, era una mala persona, me había aprovechado de una niña. No podría perdonármelo. Lo peor de todo era que ni por un momento Nana cruzó mis pensamientos. Estaba enojado conmigo por haberle hecho tanto daño a Magenta sin darme cuenta. Y a pesar de no tener la historia completa, sentí no era correcto tratar de solucionarlo, era mejor dejarla ir, que siguiera su camino y fuese feliz a su manera, sola o con alguien que le dedicase la totalidad de su corazón, tal como lo merecía.

X

Después de desplomarme en llanto en brazos de David y calmarme un poco, se colocó el cinturón y puso el auto en marcha. Mientras le contaba la razón por la que me hallaba tan destruida emocionalmente el solo escuchaba y asentía.

Era como el padre que no tenía, ese tan ausente y despreocupado por mi bienestar. Fue entonces que entré en razón, tal vez por eso había caído tan fácilmente en los brazos de Marchad. No tenía una guía, no tenía en quien confiar ni a quién preguntarle si mis acciones eran correctas. Solo tenía una madre conservadora que me regañaba por todo, una de las razones por las que quise escapar y alejarme de todos.

Pero debía ver el lado positivo como me dijo David, toda esta experiencia hizo me conociera mejor, que explorara mi personalidad y capacidades, que siguiera en marcha a pesar de todo. Que madurara.

No pasaron ni dos días de vivir con David cuando empecé a sentir como los periodistas me seguían. Empezó por unos pocos tomándome fotos al ingresar o salir de la academia y continuó con páginas web y blogs dedicados enteramente a mi "trayectoria". A mi biografía, cómo había llegado allí, a mi relación con Jade y su familia, como conocí a Marchad y los escándalos en los que estuve envuelta.

Me parecía ridículo lo que estaban haciendo, especialmente cada vez que mi madre llamaba y yo me limitaba a ponerla en altavoz como sonido de fondo mientras hacía otras cosas. Gracias a David aprendí a sobrellevar esta nueva forma de vida, ocultándome de la prensa y dándole menos importancia a lo que pensaran o dijeran de mí, siempre y cuando yo supiera la verdad y me sintiese cómoda conmigo misma.

Pasaron dos semanas, dándole fin a enero, cuando recibí una llamada de un número desconocido. Al inicio no quise responder, no sabía qué clase de persona se encontraría al otro lado de la línea, pero tomé valor y me enfrenté a mis miedos.

—¿Hola?

—Buenas tardes—escuché—¿me comunico con la señorita Magenta Vega?

—Si—respondí nerviosa

Seguidamente, me dio la noticia más grande de mi vida. Interpretaría a Clarissa. Tenía el protagónico en la obra a la que audicioné y pensé jamás recibiría una respuesta positiva.

Días después me reuní con el director y algunas otras personas para firmar el contrato, por lo que David tomó el papel de mi representante hasta que me encontrara en condiciones económicas para contratar uno. Fue cuando me confesó que, había estudiado leyes a la par de continuar con la banda, ya que quería evitar futuras estafas o problemas legales.

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora