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Tomé aire y me lancé de espaldas a mi cama después de ver las noticias, lo de Magenta se estaba saliendo de control, alguien filtró su nombre y los rumores aumentaron como si se tratara de espuma. Debía hacer algo parar detenerlo, pero mi agente me dijo mantuviera la calma, no podía salir a declarar, era excelente publicidad y creyó que era un genio cuando le conté la misma mentira que a Nana. Me dijo continuara con mi vida habitual pues en un tiempo se olvidarían de mí, la noticia no tardaría en desaparecer con algún escándalo en el que los involucrados quisieran hablar.

Lo que él ni nadie sabía, es que me enloquecía verla en las noticias, sus ojos tenían algo hipnótico, algo que no era capaz de ignorar desde la primera vez que la vi. Quería tenerla frente a mí una vez más, sentir ese ligero perfume a rosas que usaba y perderme en su mirada por unos segundos. Sabía que estaba mal pero ya lo había intentado antes y nada cambiaba, continuaba apareciendo frente a mí de una u otra manera. Debía decidirme y hacer algo.

Durante los días que duró la pequeña gira de "Minimal" me la pasé pensando en la manera de desligarme por completo de su nombre y no volver a verla jamás, aunque me era muy complejo no pensar en ella, era extraño, como si por un segundo Nana no existiera y a quién en verdad quería a mi lado era a aquella aspirante a actriz.

Al estar de viaje constantemente, de ciudad en ciudad, no tenía mucho tiempo de hablar con Nana y ella lo entendía, no era la primera vez, ya teníamos experiencia con este modo de vida. Y eso no ayudaba, mis tiempos libres los pasaba tratando de desenredad mis sentimientos.

David trató de ayudarme, era el único al que pude confesarle como me sentía, pero la conclusión siempre era la misma. No era correcto fantasear con alguien a quien a penas conocía y que meses antes acababa de cumplir dieciocho años, era prácticamente ilegal. Pero ¿cómo sacarla de mi mente?

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora