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Nos acomodamos en el sillón y me entregó el control remoto para que buscase algo. Sin darme cuenta, él estiró ambos brazos a lo largo del espaldar. Quería abrazarme, o al menos eso pensé.

Según las clases de lenguaje no verbal que había llevado, estaba tratando de demostrar que él tenía el control de la situación o incluso que yo era parte de su propiedad. Claro, todo esto era inconsciente, pero el hecho de hacerlo significaba que realmente sentía algo por mí.

Sabía que estaba mal y que no duraría mucho, pero quería atesorar ese momento por el resto de mi vida, así que respiré hondo y me arriesgué a acurrucarme contra su pecho. A esto, recibí lo que esperaba, un abrazo de su parte.

Estaba nerviosa, no sabía que podría suceder luego y definitivamente no me creía capaz de llegar más lejos. Tal vez un beso, pero no aquello... fue entonces que recordé el momento en que accidentalmente dormí con Jade y lo rara e incómoda que me sentí ¿sería capaz de cruzar mis límites?

Continué saltando de película en película en la pantalla sin prestar atención a lo que hacía. Sinceramente me parecía imposible que sucediera lo que tanto deseaba y temía porque posiblemente para Marchad aquel abrazo era inofensivo. Después de todo, de alguna manera nos habíamos encariñado el uno con el otro, vivíamos juntos y era imposible que después de dos semanas no nos llevásemos así de bien.

Pero mi lógica no funcionaba, me hallaba nublada por las ganas de vivir una nueva experiencia y me dejé llevar por la emoción, tal vez esta oportunidad jamás se repitiera y quería aprovecharla.

Dejé de cambiar de películas en el repertorio y le dediqué una mirada completamente transparente para seguidamente rosar mis labios contra los suyos y, supongo que entendió lo que sentía porque inmediatamente tomó mi rostro entre sus manos y respondió a mi beso. Un calor, casi como fuego, se apoderó de mí. Fue hermoso, mejor de lo que esperaba. No como esa vez en el concierto, donde me tomó por sorpresa y mis emociones estaban mezcladas por completo.

Esta vez era diferente, ambos decidimos y compartimos un largo beso, nos vimos a los ojos por unos segundos tras tomar aire y lo continuamos un momento más. Estaba sucediendo, el también sentía lo mismo por mí.

Instintivamente sujeté su cuello y comencé a acariciarlo mientras abría los ojos para comprobar que aquello era real, que no era un sueño, que no estaba imaginando nada. Volví a cerrarlos para dejarme llevar por todas estas nuevas sensaciones, cuando percibí sus cálidas manos descendiendo a mi cintura en busca de un espacio para llegar a mi piel.

Inmediatamente paré el beso y lo observé con mucha vergüenza para seguidamente retirarme la blusa, dejándola a un lado del sillón.

—¿Estás segura? — me preguntó con ternura

—Si—le susurré al oído pegándome a su pecho tratando de alargar mi fantasía

No podía creer lo que estaba haciendo, aquello era completamente imposible, su prometida era una supermodelo y yo trataba de competir con ella. Era momento de parar, definitivamente una vez que me viese las cosas se enfriarían y yo iría corriendo a mi habitación muerta de vergüenza. Pero no fue así, comenzó a besarme el cuello y no pude si no dejarme llevar mientras sentía sus manos llegar a mis pechos.

Se me escapó un pequeño gemido y rogué porque no lo escuchase, pero su respuesta fue una sonrisa de placer que me volvió loca y lancé mi cabeza hacia atrás mientras sus labios descendían poco a poco por mi torso y yo me sujetaba de su camisa.

Colocó sus manos por mi espalda y la acarició hasta desabrochar mi sujetador, a lo que yo comencé a desabotonar su camisa sin terminar de asimilar lo que pasaba.

Se inclinó hacia atrás para observarme mientras retiraba los brazos de la tela que lo cubría. Ante cualquier pronóstico, no me ruboricé ni me sentí asustada o abrumada de ninguna manera. Este era el momento indicado, podía sentirlo.

Estaba con la persona que más admiraba, el hombre que para mis estándares era perfecto y aunque no lo amaba, sentí que no era un error continuar.

Por primera vez observaba aquellos tatuajes en su pecho, que me habían obsesionado años antes, eran reales, podía tocarlos y sentir el calor de su piel.

De pronto me tomó entre sus brazos y me deslizó por el sillón hasta posarse encima mío. Podía sentir su respiración y cada jadeo cada vez más rápido mientras recorría mi cuerpo con sus manos. Fue entonces que me di cuenta llegó al botón de mi pantalón y quedé paralizada. Quería que sucediera, pero estaba muy nerviosa y él lo notó.

—Podemos parar si quieres—me susurró al oído

—No—respondí con la respiración entrecortada—está bien

Me quitó los pantalones e introdujo uno de sus dedos por debajo de mi ropa interior mientras analizaba mis expresiones con cada movimiento que hacía. Paró por un momento cuando supo que no había marcha atrás y deslizó mi ropa interior por mis piernas hasta dejarla caer en el suelo.

Me hallaba completamente desnuda por lo que comencé a temblar levemente, no sé si por el frio o por la enorme tensión que sentía en aquel momento pues el también terminó de desnudarse.

Se acomodó encima mío, con la pierna izquierda y brazo derecho sobre el sofá y me plantó un beso mientras me acariciaba el rostro con su otra mano. No se hallaba en una posición muy cómoda pero probablemente lo hacía para que yo si lo estuviera.

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora