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Después de mi fiesta de cumpleaños evadí salidas con Jade por días con la excusa de que las tareas se me complicaban un poco y rechazaba su ayuda en estas. Esa no era mi intención realmente, pero necesitaba espacio, inconscientemente solo podía pensar en la posibilidad de una relación con Marchad, aunque sabía era imposible. De cualquier manera, mi mente se empeñaba en crear escenarios perfectos en los que nos encontrábamos y yo saltaba a sus brazos.

Cuando por fin Jade me preguntó acerca de lo que me sucedía inventé que extrañaba a mi familia y amigos, aunque esto no era del todo mentira.

Sin embargo, no conté con que Adela se diera cuenta de mis falsedades, ya que observaba como no se me complicaban las tareas y me escuchaba hablar prácticamente a diario con Nicholas.

—¡ay Magenta! Solo puedo decirte que estás desperdiciando a un buen chico, deberías ser más empática con él, pareciera que aun tienes doce años, si ya no lo quieres déjalo—comentó seria—o mejor, déjamelo a mi—sonrió

—Yo sé, es solo que tengo mucho por pensar

—No es tan complicado ¿o acaso hay alguien más?

—No... —respondí negando todo —bueno si ¿te conté de Marchad?

Era difícil tratar de poner en orden mis ideas, pero Adela tenía razón, no podía seguir tratando así a Jade, él no tenía la culpa de mi confusión ni mucho menos de mi inmadurez al fantasear con Marchad. Ese mismo día le pedí disculpas a Jade, aunque el pensara no era mi culpa extrañar a mi familia. Obviamente no podía decirle la verdadera razón de mi comportamiento, lo importante es que nos amistamos y todo volvió a la normalidad.

Octubre se anunció al ver como las calles comenzaban a vestirse de adornos con la temática de Halloween. El ambiente festivo se sentía también dentro de la academia donde a los que llevaban el curso de caracterización se les dio la tarea de lograr el personaje más realista posible, ayudados por los del curso de vestuario, para fin de mes. Por esta razón muchos estudiantes se ofrecieron como modelos para posteriormente ir a celebrar con el mejor disfraz a diferentes lugares de la ciudad.

A pesar de haber acordado con Jade y Adela para quedarnos en nuestro cuarto a ver películas hasta muy avanzada la noche, el mismo 31 de octubre en la tarde, mientras me preguntaba dónde podían estar y prendía mi laptop, Jade llamó a la puerta y entró de golpe dejándose ver en un atuendo realmente impresionante.

Llevaba un par de costillas falsas pegadas al pecho, en el borde del ojo una grave herida como si se estuviese despedazando poco a poco y en los labios llevaba pintados unos dientes en los que el grupo de maquillaje en verdad se había lucido. Para rematar, se le escurría sangre falsa por diferentes partes del rostro.

—¡Hey! —grité— ¿por qué estás vestido de vagabundo?

—Muy graciosa, soy un zombie— respondió alegre ante mi cortante bienvenida— vístete, nos vamos— continuó sin dejarme articular palabra, ofreciéndome una bolsa muy grande de color blanco

Mi confundido rostro fue suficiente respuesta para que sus manos deslizasen fuera del plástico un bulto negro, al tiempo que mi compañera de cuarto ingresaba con otras dos bolsas en sus manos. Esta le dirigió una mirada a Jade y giró la cabeza en dirección a la puerta con su sonrisa habitual, de inmediato ingresó y me entregó lo que sería mi vestuario aquella noche para luego salir de la habitación dejándonos solas.

De mala gana, observé el traje, era un vestido corto de color con plumas al lado derecho del pecho y aplicaciones de piedras brillantes en la parte inferior de la falda de tul.

—cámbiate, Kazuki nos invitó a una de sus fiestas—, anunció Adela sentándose en su cama—casi me olvidaba—terminó de decir mientras desenvolvía una de las bolsas—ten—estiró el brazo alcanzándome una caja.

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora