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Tomé mis cosas, me puse los audífonos, le di play en aleatorio a la música de mi celular y me fui a caminar por la ciudad. Nada podría calmarme, estaba destrozada, fue tan fácil destruir mi mundo en tan solo unos segundos. Y no es fácil, aunque pasen dos o mil veces, una ruptura no se vuelve menos dolorosa a menos que claro, seas tú quien decida terminar la relación.

Pero me estaba apresurando con esos pensamientos, tratando de responsabilizar de todo a Jade sin siquiera contemplar lo difícil que le pudo resultar llegar a aquella decisión y no dar marcha atrás. ¿Cómo se sentiría él por eliminar todo lo queríamos conseguir juntos?

Si lo pensaba bien era culpa mía, no había duda, fui yo quien llevó la relación a su límite, quien desde el inicio complicó las cosas al fantasear con otra persona y posteriormente ser infiel, aunque no fuese mi intención. También era culpa mía no haber prestado atención a cómo se sentía Jade a causa de mis acciones cuando él era tan atento y comprensivo conmigo. Tanto que hasta alentó mi fanatismo, aunque lo lastimara.

Era culpa mía.

Estaba sola por mi culpa, por ser tan impulsiva y estúpida, no habíamos terminado por aquella noticia de la heladería, si no por todo lo anterior, por la inseguridad con la que llenaba a Jade y la incomodidad que podía sentir cada día que se mencionaba algo acerca de Marchad.

Fui yo quien terminó con la relación y ahora no quedaba más por hacer, no podía ir y rogarle, o prometerle esta vez las cosas serían diferentes porque no lo serían, lo había intentado, pero de alguna manera parecía que el destino no nos quería juntos.

Llegué a una banca en una plaza cuando empezó a sonar una canción de "Freakz" a través de mis audífonos. ¡Maldita sea! Pensaba había eliminado todas sus canciones, llevaba tiempo sin escucharlos y allí, frente a todo el mundo que ignoraba mi sentir en aquel momento, no pude más y estallé en lágrimas nuevamente.

La gente caminaba con normalidad, pasando frente mío, sin percatarse de nada. Era tan solo una chica llorando en una banca, tal vez era más común de lo que pensaba, tal vez aquí venían todos a reflexionar sobre sus errores. O simplemente a nadie le importaba como me sentía, porque así había sido por mucho tiempo, especialmente desde que mis padres se separaron, tal vez mucho antes, cuando traicioné a Karina por un impulso estúpido y perdí el control de todo lo que me rodeaba. Si, ese fue el momento en que comencé a caer sin parar.

Me daba cuenta de que todo hasta el momento era culpa mía, yo misma me había llevado al abismo, fue decisión mía mudarme sola para estudiar una carrera en la que ni siquiera estaba segura de que pudiera ejercer algún día. Fui yo quien decidió engañarse y encariñarse con Jade porque siendo sincera, cuando apareció en mi vida aun albergaba un gramo de esperanza en cuanto a Nich, pero terminé enamorándome hasta que apareció Marchad y colapsó mi mundo.

Entonces me di cuenta y las cosas cobraron sentido, ese hombre me llevaba diez años de diferencia, era imposible que me viese como algo más que una niña. Seguramente le pareció entretenido jugar a engancharme y luego alejarme una y otra vez. Había sido manipulada, usada como un juguete para su diversión y ahora que ya no estaba aburrido y las cosas con su novia se encontraban de maravilla, había decidido desecharme.

Levanté la mirada al cielo y respiré hondo parando las lágrimas por unos segundos, cuando recibí una llamada. Al ver la pantalla supe todo estaría bien, aunque ahora doliera como si me clavaran espadas por todo el cuerpo, las cosas mejorarían.

—¡¡Hooooolaaaaa!! —escuché por los audífonos—¿qué crees? —hizo silencio al escuchar mis suspiros—espera ¿llamo en mal momento?

—No, es perfecto, terminé con Jade—respondí limpiándome las lágrimas con el puño de mi saco

—Oh—soltó sorprendido—¿qué pasó?

—Muchas cosas, realmente podría resumirlo en Marchad—contesté desanimada

—Justo por eso te llamaba, hasta aquí llegaron las noticias y quería contarte, pero parece que ya lo sabes

—Sip, pero bueno... ¿qué me cuentas? Siempre consigues alegrarme

—Pues, hay algo que quiero decirte desde hace un tiempo, pero estuviste muy ocupada para escucharme—empezó emocionado—conseguí una beca para mudarme para allá, aun no estoy seguro cuando, pero en unas semanas me dan la respuesta y podremos vernos a diario

Como siempre había sido, Nicholas consiguió calmarme e incluso poner una sonrisa de emoción en mi rostro. Y, aunque el dolor por Jade estaba latente, no pude evitar un pensamiento fugaz de Nicholas y yo juntos nuevamente.

¿Acaso no me lo podía sacar de la cabeza? O ¿era porque fue mi primer amor y nunca le dimos un final debido? Quizás la razón más lógica es que tenía un problema de abandono y trataba de aferrarme a cualquiera que me diera la seguridad de siempre estar conmigo, como él hasta ahora. Desde que me mude a esta ciudad era el único que llamaba con regularidad y que parecía interesarse por lo que me sucedía, además de darme los mejores consejos.

Magenta: Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora