MAKTUB × Minsung Omegaverse

UNO

La tarde era calurosa, pues aunque el viento soplaba en su totalidad, los rayos del Sol parecían poder pulverizarte si pasabas más de cinco minutos expuesto a ellos.

Jisung se encontraba caminando en dirección al edificio donde estudiaban sus hermanos para pedirles dinero pues el que llevaba se le había terminado y tenía antojo de unas papitas. Iba un poco malhumorado pues odiaba el calor, lo hacía sudar y sentirse pegajoso y oloroso. Además de que tuvo que caminar desde su edificio para encarar a su hermanos que no le contestaban el celular, parecia que tenían el aparato de puro adorno cuando se trataba de él, pues siempre los veía pegados ahí pero cuando más los necesitaba nunca aparecían.

Sin embargo, su andar se vió interrumpido cuando un fuerte olor a madera hizo que su omega se pusiera alerta enseguida antes de comenzar a dar vueltas como loco. Jisung nunca lo había sentido tan vivo así que comenzó a dejar que sus pasos se guiaran con facilidad hacía el dueño del exquisito olor. A lo lejos, pudo observar un chico sentado en una de las tantas mesas de su universidad donde los alumnos a veces se detenian a hacer sus deberes.

Conforme se fue acercando percibió un segundo olor: libros viejos. Aquella combinación hizo que su omega tirara más fuerte de él y avanzó a gran velocidad hacía dicha silueta. No obstante, su omega comenzó a chillar cuando aquellos peculiares aromas se vieron envueltos en una profunda amargura y fue entonces cuando Jisung observó detenidamente al chico frente a él.

Era joven, tal vez uno o dos años mayor que él, tenía el cabello castaño que caía sobre su sotro que mantenía hacia abajo por estar concentrado en la libreta sobre la mesa, traía sus audífonos puestos por lo que parecía estar ignorando todo a su alrededor. Pero lo que más llamó la atencion de Jisung es que sus facciones, aunque lucían maduras, estaban inundadas de tristeza y desolación; no parecía un chico común, era más bien un ser sin vida.

Su preocupación se hizo presente, pues, independientemente de que su olor le resultara atrayente, había algo dentro de sí que le decía que debía apoyar a ese chico. Así que con paso más seguro avanzó hacia el chico castaño que alzó la mirada justo antes de llegar a la mesa donde se encontraba.

Minho había estado concentrado en su tarea, deseando que las dos horas libres que tenía se pasaran rapido para así poder irse a su casa. Dejó que sus audifonos reprodujeran aquella playlist con musica tranquila para poder bloquear sus pensamientos, pero dándole espacio para ocuparlos en la actividad. Iba ya por la mitad de su tarea cuando a su nariz llegó un suave olor a preticor que alteró a su casi siempre dormido alfa, lo cual le hizo sentir alerta, tal vez era un alfa que buscaba problemas. Sin embargo, antes de poder huir, un segundo aroma acompañó al primero: chocolate con leche. Lo que le hizo sentir un poco más seguro pues defínia que se trataba de un omega.
Aun así su alfa no parecía más tranquilo. El lobo se la pasaba dormido la mayor parte del día, por lo que su presencia tan movida le hacía sentirse con miedo y angustiado.

Sin pensarlo demasiado alzó la mirada, topandose con un lindo omega de piel canela y cabellos azules que lo miraba igual de extrañado que él. Notó que se dirigía justo en su dirección así que quiso huir, no le gustaba hablar con la gente y quería evitar cualquier momento incómodo.

Comenzó a guardar rápido todas las cosas que tenía sobre la mesa en su mochila sin cuidado, importandole poco si se arrugaba algo importante, solo quería irse de ahí. Cuando finalmente guardó todo se colocó la mochila sobre la espalda e intento dar medio vuelta para salir del asiento, sin embargo, una mano se posó levemente sobre la suya y aún sobre la música tranquila que se reproducía en sus audífonos pudo escuchar una dulce voz que le decía un tanto desesperado "Espera, por favor."

En cualquier otra ocasión Minho habría huido sin mirar atrás, le habían rozado la mano y hablado directamente en menos de cinco minutos, era más de lo que pensaba que podía soportar, pero por alguna razón no se movió, al contrario, su lobo le pedía girar y encarar al Omega de olor dulce.