ONCE

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A partir de aquella tarde en el museo y la mirada tan significativa que Minho le dió, un sentimiento comenzó a expandirse en el pecho de Jisung con rapidez.

El omega no tenía miedo a este nuevo sentir, se conocía muy bien y era demasiado común que le gustara rápidamente cualquier chico guapo con el que hablara. Casi siempre quedaban en crush aunque pudo conseguir uno que otro beso con alguno y eso le ponía feliz a decir verdad.

La única relación que tuvo fue con un pequeño niño en la primaria que duró menos de dos semanas. Al menos fue bonito porque compartían lunch en los recesos.

Por ello es que Jisung no tenía miedo de dejar expandir ese sentimiento, al contrario, le gustaba que le gustara alguien. Era como tener una razón para ir a la universidad, arreglarse o vivir. El observar a alguien que te gusta es una sensación reconfortante hasta cierto punto. Además de que prefería dejarlos solo en un crush porque no quería decepcionarse. Solía idealizar mucho y por ello, terminaba decepcionado cuando conocía realmente a las personas.

Pero ésta vez con Minho no quería dejarlo solo en un crush si era sincero.

Su lobo se sentía diferente a su lado. Era como un pequeño cachorro de nuevo, moviendo la cola rápidamente, sacando la lengua en señal de felicidad y sentándose sumiso cada que sentía al alfa cerca.

Es por esto que, a pesar de no tener miedo de expandir sus sentimientos, tenía miedo de expresarlos. El rechazo era algo que nunca le había aterrado. De hecho prefería decirle a los chicos que le gustaban porque de algún modo le liberaba la carga de llevar un sentimiento tan grande como ese; ademas no se quedaba con el "que hubiera pasado si...".

Y de cierto modo, siempre le gustaba ver las reacciones de los demás ante sus confesiones, algunos sorprendidos, otros tímidos y unos más conmovidos. Era lindo hacerle saber a alguien que su presencia era apreciada por alguien más.

Tal vez les ayudaba a entender que había alguien que se fijó en ellos y no había nada mal en su ser.

Pero ésta ocasión tenía miedo. Y mucho.

No quería que Minho se alejara de él como siempre terminaba sucediendo después de sus confesiones. Aquellas amistades que tanto atesoraba terminaban cambiando o alejándose completamente de él y nunca volvían a ser lo mismo. Le dolía pero hasta cierto punto, entendía que simplemente era lo mejor.

Pero con Minho era tan diferente. De cierto modo su presencia le gustaba tanto a él como a su lobo, por lo que sabía que si se separaban no sólo él sufriría.

Es por esto que había comenzado a cortejar a Minho.

Bueno no era un cortejo como tal, sino era una forma de hacerle saber que le gustaba sin decirlo directamente. De hacerle sentir querido por alguien.

Así, desde hace una semana ha comenzado a traer pequeños detalles hacia el alfa. Que tal vez para cualquier otro sería algo normal: un dulce pequeño, unos chocolates individuales o palabras y halagos dulces sobre su apariencia o personalidad...

Y ni que decir de como reaccionaba Minho. Eran detalles sumamente importantes que cambiaban su día y estado de ánimo drásticamente.
A Jisung le gustaba verlo sonrojarse cada vez que le entregaba o decía algo, pero eso era un secreto que solo su omega y él sabían.

Aquella mañana estaba más nervioso de lo normal pues había querido subir de nivel en cuanto a detalles. Ser más directo y que no pareciera solo algo simple. Para ello traía consigo una pequeña rosa que encontró en el rosal de su vecina a la que después le agradecería. La mantenía con fuerza entre sus manos que sudaban más de lo que le gustaba admitir.

MAKTUB × Minsung OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora