Capitulo 40

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Llegaste— Dijo Rouge con una voz cansada. Normalmente Roger llegaba de día o a medio día.
Pero esta vez llegó en la madrugada, dándole un beso en la mejilla Rouge olió jabón, sonrió.

Roger se había bañado antes de venir a verla. Aunque no lo crean, para ella era un gran detalle de parte de él.
Ella se volteo a él, para ser abrazada por sus grandes brazos.

¿Estas cansado?— Preguntó ella aún con una voz soñolienta.

No, estoy bien ¿cómo estás tú?— Rouge solo se pegó más a su marido y dio un suspiro.

Estoy bien, a veces me deja dormir— Roger soltó una risa por eso acariciando el vientre medio abultado de su esposa.

Rouge durmió bastante a gusto, demasiado. Sabia que Roger no dormiría nada, ya que tenía la mala costumbre de que cuando llegaba de noche no dormía hasta el día siguiente por la noche.
A la mañana siguiente Roger fue el primero en levantarse. Seguido por ella quien se fue a la cocina.

¿Está todo bien?— Pregunto Rouge al sentir como
Roger la abrazaba por detrás.

Si, te extrañe demasiado..— Dijo. Rouge sonrió y dejó las fresas.

También lo hice, ¿no tienes sueño aún? El desayuno ya estará— El negó y se ofreció a ayudar Rouge estuvo encantada.
Aunque su marido se veía muy serio, parecía que solo necesitaba dormir un poco y ya.

¿Cuando será?— Pregunta Roger, él estaba sentado en el piso, con Rouge en el sillón mientras él tocaba su vientre y pegaba su cabeza a él.

Sera.. en dos o un mes— Roger la miro. Rouge no le pediría que estuviera aquí, sabía que era demasiado pedir para Roger.

No.. no tienes que estar aquí, esta bien Roger..— Dijo ella llevando su mano a la cabellera de Roger que nuevamente descansaba en su vientre.
Roger no dijo nada.

Rouge suspiró, pero sonrió. Pronto tenía a Roger medio encima de ella pidió afecto que ella jamás le negaría.

Cuando por fin Roger durmió esa noche. Fue el mismo de siempre. Cintándole muchas cosas de sus aventuras, contándole lo inimaginable, haciéndola bailar con él en medio de la sala, cargándola en todo momento, besándola.

Rouge amaba las cosas de Roger, no lo cambiaria por nada en el mundo. A decir verdad, era una de las cosas que amaba de él, aunque Roger no le tomara mucha importancia.
Ella sabía que volvía cansado de algunas cosas, por eso se encargaba de consentirlo.

Roger podía decir que Rouge alegraba sus días, y es alegría le duraba meses, hasta que desaparecía y tenía que volver a su hogar.

Y pronto otra personita alegraría mucho más sus días.

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