Cuando Roger se iba. Rouge siempre se quedaba sola. Casi nadie sabía de lo qué pasaba entre ellos.
Eso mantenía al hombre tranquilo cuando se iba.
Aunque Rouge siempre se sentía protegida, esta vez temía por el bebé que crecía dentro de ella.Siempre salía cuando había gente, no se saltaba las horas de la noche, era peligroso para ella estando sola.
Roger jamás le daba una fecha exacta, pero ella lo esperaba pacientemente que cruzara por la puerta con una sonrisa.
Rouge siempre se encargaba de tener comida en la casa para el apetito de su esposo.
¿Es ella?— Rouge estaba caminando a casa, no era de noche, apenas era plena Luz del día, ella había salido a comprar unas cosas. Se le había acabado la harina.
¿Estas seguro?— Rouge evitó voltear, y caminó un poco más rápido. El corazón le latía a mil, debía de estar tranquila. Aunque pronto taparon su camino.
Oye mujer ¿eres la amante de Roger no es a si?..— El hombre la acorralo, junto con otro. Rouge frunció el seño y sin bajar la mirada habló.
No se de que me habla— Los hombres cambiaron la mueca.
¿No sabes? ¿No eres la perra que se acuesta con el? Eres una mujer inteligente, pero no tanto, la gente odia a Roger, lo envidian tanto que hace que lo odien ¿tienes mucho dinero no es así?— Pronto empezaron a tratar de esculcar su ropa, a lo que Rouge se defendió.
Lamentablemente, el haki de Rouge era nulo en el embarazo, podía usar su fuerza, pero no sería suficiente.¿Donde tienes el dinero? ¿En tu casa?— Rouge se negó a contestar. Y el primer golpe cayó en su mejilla haciéndola caer.
¿Necesitas otro? Tienes que guiarnos a tu casa..— El otro la tomo del cabello haciendo que se levantara.
¡¿Qué esperas?!— Rouge escupió sangre y jadeo.
Me niego— Dijo nuevamente. Eso hizo que los hombres enfurecieran.
Pero Rouge se negaba a mostrarles la casa que le había dado Roger, la casa en la que ella y su esposo vivían, ella se había encargado de decorarla, de ponerla linda para cuando él viniera. No iba a dejar que nadie la profanara.¡Maldita mujer loca!— El hombre escupió. Arto de estar golpeando a la mujer quien se abrazaba a si misma desde el abdomen haciéndose pequeña en el piso.
Rouge respiraba con dificultad, pues sangraba de la nariz, y trataba de respirar por la boca.
Aunque pronto todo se volvió pesado, y Rouge juro sentir como se nublaba de la nada.
Pero pudo reconocer de inmediato de quien se trataba. Fue como una oleada. Rouge levantó un poco la mirada y lo vio.
E-es... —
Tenemos.. tenemos que correr— Ambos hombres tropezaron sobre sus pasos, queriendo correr.
Roger lucia reluciente, una camisa rosa, y pantalones amarillos. Rouge se negó a ver lo que hizo, lo único que escuchó fueron gritos, golpes y más gritos.
Ella se sentó, limpiando la sangre de su nariz, aunque pronto fue auxiliada por Roger. Quien la miraba de arriba abajo.
Por los dioses, ve como te dejaron la cara ¿rouge? ¿Algo está mal con tu haki?— Roger se había puesto en cuclillas acomodando los cabellos de su esposa, él mismo había ido a casa y como no había visto a nadie pensó lo peor, no ver a su bella esposa esperarlo en su hogar le asustó, pero pensó que podría estar de compras.
Rouge no contestó, mordió su labio y se puso a llorar, había tenido tanto miedo de que la golpearan en el abdomen, que le vieran echo algo más.
Roger se asustó, pero cargó a su esposa estilo nupcial y la llevó a casa. En donde en el sillón, Roger limpio la cara de Rouge.
Listo, te vez hermosa— Rouge sonrió y se recargó en el. Roger dio un gran suspiro, se sentía culpable por dejar a Rouge, pero tenía tantas cosas que hacer.
Después de un rato, Rouge hablo, aún con sus ojos cerrados, posó una mano sobre su vientre plano, habló con la voz algo ronca.
Roger, estoy esperando un bebé..— Dijo Rouge, inhalo el aroma a mar que caracterizaba a su esposo y se recargó en su pecho desnudo.
Roger aún estaba procesando lo que Rouge había dicho, bueno tenía sentido por qué no había podido usar su poder.
¿T-tu? No.. ¿nosotros..?— Roger se señaló igualmente. Rouge lo miro y asintió. Claro, que era también de el. Rouge no pudo evitar sonreír ante la pregunta de su marido.
¡¿De verdad?! ¡Eso es genial Rouge! ¡¿Como le pondremos?! ¿Puedo ponerle el nombre yo?— Roger levantó a Rouge de la cintura, a veces a la mujer se le olvidaba la fuerza de su esposo. El la beso en los labios, en las mejillas y la abrazó agradeciéndole.
Rouge asintió a todo lo que le dijo el, ella estaría encantada de que él lo nombrara, ya que para ella era una muestra de el amor que los consumía a ambos.
Esa tarde Roger, le hizo el amor a Rouge en el sillón, diciéndole lo hermosa que era a pesar de los golpes que aún relucían en su cara, Rouge no pudo ser más feliz.