✽:.。CAPÍTULO 4。.:✽

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—Estoy realmente sorprendido, amigo —miré a Gray—

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—Estoy realmente sorprendido, amigo —miré a Gray—. Aún no me creo que dejaras la reunión y te fueras a conocer a la tía de tu novia —miré mal a Gray.

—Se supone que eso hacen las parejas ¿no?

—Sí, las normales. No tú. Tú jamás te has preocupado por ese tipo de cosas en una relación. ¿Qué pasó?

—Nada. Solo fui y ya —arqueó una ceja.

—Nunca te he visto ir a comer con tus suegros —fruncí el ceño—. Los padres de Lis.

—Te recuerdo que no son mis suegros y sí que he comido con ellos. Los conozco bien.

—Sí bueno, por celebraciones de la empresa, pero dime. ¿Alguna vez has ido a tomar el té con ellos? —me quedé mirándolo.

—¿Qué quieres saber Gray? No des rodeos, tengo mucho trabajo —soltó una carcajada.

—No cambias ¿eh? Siempre el trabajo —se puso en pie—. Aunque creo que eso puede que cambie.

—Eso no va a cambiar.

—El tiempo lo dirá —su sonrisa no me gustaba un pelo.

—Deja de pensar tonterías Gray y llama al resto para terminar la reunión de ayer.

—Sí, jefe —hizo el saludo militar y juro que le hubiera tirado la grapadora en la cabeza si no fuera porque una imagen me hizo detenerme. Más bien una persona.

Ahí estaba ella, con su taza de café en mano, con su moño desenfadado y recogido con un lápiz y sonriendo hablando con Lyra. Tenía una sonrisa encantadora...

—Ya, y yo soy el que pienso tonterías.

—Gray, largo, ya.

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Se había hecho una mañana intensa y mi estomago clamaba por comida, debía admitir que a veces se me olvidaba hasta de comer por lo inmerso que me quedaba trabajando. Salí de mi despacho, no vi a Gray en el suyo y Lisanna no era una opción. De seguro que me refregaría alguna tontería de las suyas. Le dije a Lyra que marchaba a comer, busqué a Lucy con la mirada, pero suponía que debía haberse marchado ya.

Vi como la puerta del ascensor se cerraba y aceleré el paso. Lo detuve a tiempo, las puertas se abrieron y me sorprendí de verla.

—Pensaba que te habías marchado —hablé primero.

—En eso me hayo —sonrió.

—Deberías haberte despedido.

—Supuse que no querías ser interrumpido, eres un hombre ocupado —era la segunda vez que la oía decir eso. Que era un hombre ocupado y no es que no fuera cierto, pero podría despedirse.

—No importa cuán ocupado esté, debes despedirte. Eres mi novia.

—De mentira —dijo antes de salir por la puerta del ascensor.

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