✽:.。CAPÍTULO 18 。.:✽

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Caí rendido al lado de Lucy

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Caí rendido al lado de Lucy. Era increíble lo que me hacía sentir. La observé. Era la tercera vez que nos acostábamos y tal como le dije se lo haría salvajemente. Me gustaba el sexo rudo. El tener que contenerme era difícil, esta vez me había dejado llevar, ella había soportado mi rudeza, aunque... —acaricié su rostro— había caído dormida tras el orgasmo. Me dediqué a observarla. Respiraba plácidamente y tenía una leve sonrisa dibujada en su rostro, lo que me hizo sonreír. Besé cortamente sus labios y la apegué a mí. La seguí al mundo de Morfeo.

Sentía cosquillas en mi barba. Abrí los ojos y mi ángel hermoso me miraba con una sonrisa en sus labios.

—Buenos días... —susurró.

—Mmm... buenos días —la abracé. Despertar con ella era magnifico.

—Me quedé dormida, perdón —la miré.

—No te disculpes Nena, fui muy rudo.

—A mí me gustó —solté una carcajada. Esa sinceridad atropellada que le salía a veces me encantaba.

—Y a mí.

—Quiero repetirlo.

—¿Ahora? —pregunté incrédulo. Rio.

—No precisamente ahora, pero sí quiero repetirlo —sonreí y la besé.

—Tranquila, volveremos a tener sexo rudo —soltó una pequeña risita. El sonido de algo rompiéndose nos sobresaltó.

—¡Happy! —Lucy se levantó al instante completamente desnuda, salió apresurada de la habitación. La seguí poco después— Que desastre pequeño bribón —vi el desastre que había hecho Happy, había tirado el vaso de cristal de la mesita de centro al suelo y se había roto.

—Cuidado con los cristales Lucy —asintió y se levantó.

—Iré a por la escob... Oh... —seguí su mirada.

—Verte desnuda me excita —al igual que ella, también estaba desnudo.

—Ya veo —soltó una pequeña risita y se dirigió al cuarto de la limpieza. La seguí de nuevo. Se sobresaltó al verme en la puerta.

—¿Crees que soy el único excitado aquí? —me acerqué a ella y le quité la escoba y pala de las manos. Las dejé a un lado y tomé su cintura apegándola a mí.

—Estoy bien —reí.

—Tus pezones no dicen lo mismo.

—Tengo frio —sonreí y tomé su mentón.

—Mentirosa. Estás tan excitada como yo —negó— ¿Quieres que lo compruebe?

—Natsu... —jadeó en cuanto paseé uno de mis dedos en su entrepierna.

—Húmeda.

—Eres malo...

—Si quieres paro —hice el ademán de separarme de ella, pero me detuvo. Sonreí y tomé su boca. Me correspondió al instante. La alcé de una y la senté sobre la lavadora. Gritó de placer en cuanto me introduje en ella. Me rodeó fuertemente con sus piernas y el vaivén de nuestros cuerpos se incrementó rápidamente. Acaricié su clítoris y a los segundos se corrió. Un par de empellones me bastaron para correrme yo también, me separé de ella dejando que mi semen cayera al suelo. Me miró confundida—. Intuyo que no tomas píldoras —negó—. No tenía protección a mano.

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