✽:.。CAPÍTULO 28 。.:✽

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Había despertado antes que Lucy, y no podía dejar de observarla

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Había despertado antes que Lucy, y no podía dejar de observarla. El día anterior y los anteriores habían sido duros. Así que no dudé en cuanto me pidió que la llevara a mi apartamento. Habíamos estado demasiado tiempo distanciados y no podía más. Sonreí como un idiota al recordar que había dicho que nos casaríamos en dos semanas. Era poco tiempo, lo sabía, pero solo nos necesitábamos a nosotros para darnos el sí quiero. Aunque conociendo a mi madre podría tener una boda en dos días si se lo proponía. No quería adelantar acontecimientos, Lucy decidiría como sería todo.

Me deleité con su cuerpo desnudo. La noche anterior la había hecho mía tantas veces, que no podía creerme que no estuviera ni un poquito cansado. Al contrario, me sentía renovado. Mi vista se quedó fijada en su culo, ese precioso culo, por fin había podido catarlo y se había sentido en la jodida gloria. Empezaba a tener un serio problema en mi entrepierna.

—No... —escuché a Lucy murmurar— no quiero irme contigo... —Lucy hablaba dormida. De golpe se dio la vuelta— ¡No! —gritó.

—Lucy, estás teniendo una pesadilla —la zarandeé levemente—. Lucy, despierta.

—No, no, suéltame.

—¡Lucy! —abrió los ojos de golpe— Hey, ¿estás bien?

—Natsu... —se abrazó a mí.

—Era una pesadilla Lucy. ¿Estás bien? —asintió y acaricié su cabello para tranquilizarla. No dijo nada. Se quedó callada y abrazada a mí. Mi teléfono resonó fuerte en la habitación y Lucy se asustó— Tranquila, solo es el teléfono —se apartó y tomé el teléfono, era Gray. Escuché lo que me decía, pero no le quité ojo a Lucy. Estaba como ida. Se levantó y fue hasta el baño.

—Natsu, ¿me escuchas?

—Sí, Gray. En una hora estaré ahí.

—Normalmente tardas menos. ¿Estás en compañía? —escuché su risa burlona, pero no hice caso.

—Nos vemos —colgué el teléfono y me levanté de la cama. Toqué la puerta del baño— ¿Lucy? ¿Puedo pasar?

—Sí —abrí la puerta y estaba duchándose. El agua caía sobre ella, pero no se movía. Sentía que esa pesadilla la había trastocado. Entré en la ducha y la abracé por detrás.

—¿Estás bien?

—Sí, solo ha sido una pesadilla.

—¿Quieres contarme?

—Un mal recuerdo de cuando era niña.

—¿Tiene que ver con tus padres? —asintió.

—Lo siento —me quedé abrazado a ella unos minutos. Sabía lo duro que había sido para Lucy la perdida de sus padres. Y no quería preguntarle más sobre la pesadilla, temía que hubiera soñado con el accidente y recordarlo no le haría bien. No quería verla triste. Empecé besando su mejilla hasta su cuello y le hice un poco de cosquillas. Ella rio y volteó a verme.

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