✽:.。CAPÍTULO 9 。.:✽

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—¿De verdad has conocido a la madre de Natsu?

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—¿De verdad has conocido a la madre de Natsu?

—Sí, no sabes lo insoportable que ha sido Levy. Creí que lo de Lisanna fue un tercer grado, pero lo de la madre de Natsu, bff... Me dijo que no soy lo suficientemente buena para su hijo.

—¿Y qué dijo mi cuñado?

—No estaba, había ido a atender una llamada. Incluso cuestionó que porqué íbamos a casarnos.

—¿Y qué le dijiste?

—Que eso era algo entre su hijo y yo.

—Para ser como tú eres demasiado buena fuiste.

—Ya, pero no podía ser desagradable con esa señora. Es la madre de Natsu.

—Quieres agradar a la suegra ¿eh? —Levy se burlaba.

—Gracias a los cielos no es mi suegra de verdad.

—¡LUCY ASHLEY! —el grito de mi tía nos hizo levantarnos de mi cama al instante— ¡BAJA AQUÍ AHORA MISMO!

—Parece enfadada —murmuró Levy. Asentí. Ambas bajamos y encontramos a mi tía en la sala.

—¡¿ME PUEDES EXPLICAR QUE ES ESTO?! —en su mano portaba la revista en la que aparecíamos Natsu y yo besándonos y con el dichoso titular del compromiso.

—Tía...

—¡HABLA, AHORA!

Miré a Levy de soslayo que estaba a mi lado, pero mi amiga no abrió la boca.

—¡¿Es esto cierto?! —no sabía que hacer, no quería mentir a mi tía, pero no tenía opción. Estaba demasiado metida en todo este drama. Asentí— ¡Oh! ¡Es cierto! ¡¿Y cuándo se supone que me iba a enterar de que ibas a casarte?! ¡¿Una vez casada?!

—Tía... déjame explicarte, por favor. No te alteres.

—¡¿Tú sabías?! —se dirigió a Levy. Ella por instinto asintió— ¡Sentaos! —ambas nos apresuramos y nos sentamos dónde señalaba mi tía. Aguantamos su sermón y entre reclamos le fui explicando un poco todo. Básicamente una mentira— Me duele que ocultarais algo así.

—Lo siento tía. Iba a decírtelo, de verdad, no quería que te enteraras por una revista.

—Ha sido Spetto, la vecina, me ha mostrado la revista. Te podrás imaginar mi cara al enterarme así.

—De verdad que lo siento tía.

—Y yo —se aventuró a decir Levy.

—Me habéis decepcionado niñas. Os quiero mucho, sabéis que podéis contarme cualquier cosa. Os quiero como a mis hijas, y que me haya tenido que enterar así...

—Lo sentimos, perdón tía. No era nuestra intención. Le pedí a Levy que no dijera nada. Aún no.

—Lo entiendo. Sois amigas y tenéis vuestros secretos, pero... Mi niña —me miró—, ¿no eres demasiado joven para comprometerte? Ni siquiera has terminado la carrera.

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