Capitulo 32. Calidez

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— Daisy

Que delicia siento que me empalagare demasiado si tomo otra dona glas — Jeje — Me reí para mi misma y me levante de mi lugar.

Vi a Eduardo y a Marina hablar mientras ella sostenía la caja de donas, me acerque cuando Marina fue a dejar la caja de donas a la cocina y vi a Eduardo pasar su mano por uno de sus ojos al mismo tiempo que respiraba exasperado.

— ¿Estas bien Eduardo?  

Se sorprendió al verme y bajo su mano — Si. . . Debió ser una basurita del aire.

— "Bueno la puerta del jardín esta abierta y todavía hay un poco de aire" — Pensé para mi misma.

La cara de Eduardo mostraba "confusión" si es que era eso, al verme y solo se aparto cuando dio un mordisco a su dona. No quise molestarlo así que me acerque a la caja de donas y tome una de azúcar para llevarle a Nicole.

— "Si se acaban ardera todo". 

Camine hacia el jardín de la casa, mientras sentía los ojos verdes de Eduardo clavarse en mi espalda, pero no me importo.
Nicole y Timmy estaban jugando en el pasto como si fuera nieve, pero se estaban divirtiendo y estaban sonriendo tan felizmente hasta que Nico me vio.

— ¡Hola tía! — sonrío hasta que vio la dona con sorpresa — ¡¿Estas comiendo donas?!

Gracioso por que fuimos por el pedido hace una hora y ella vio la caja de donas, con una marca de una dona y el nombre de "Donas tita".

— De echo esta es para ti, pero puedes agarrar otra si quieres — Se la acerque.

Ella corrió hacia mi y tomo la dona entre sus manos — ¡Siii! ¡Donas! — Grito y corrió hacia adentro.

Me di la vuelta para entrar, pero recordé que Timmy seguía adentro y salí para verlo sentado en el césped sosteniendo algo en sus manos ¿Una cadena?
¿No era la cadena que se le cayo esa ocasión? Tiene el mismo tamaño.

— Timmy ¿Quieres una dona?

No respondió y siguió observando el objeto en sus manos fijamente, en silencio y con una mirada que podría describirla como "un cachorrito que perdió su pelota".
Me acerque mas hacia el.

— ¿Timmy?

Se sorprendió, casi tira su cadena, pero logro sujetarla a tiempo y me miro — ¿Si?

 — Traemos donas ¿Quieres una?

Su mirada se ilumino y su sonrisa apareció — ¡Si! ¡Si quiero!

— Entonces vamos — Estire mi mano a el.

Tomo mi mano y lo ayude a levantarse, entramos a su casa y aun si fue por unos segundos, el no soltó mi mano hasta que vio la caja de donas ahora en la mesa del comedor.

— Yo quiero una donaa — Exclamo emocionado.

— ¿Cuál quieres? — Marina

 — De chocolate, por favor.

Mari le entrego una gran dona de chocolate, Timmy la tomo y se sentó a un lado de Nicole en las sillas para comer juntos. El pastel ya no estaba allí, imagino que estaba refrigerado.
Ver a un niño comer un dulce es como ver a una monja besar los pies de Jesús.

— ¡Es el mejor cumpleaños! —

Su exclamación hizo que mi corazón se sintiera agitado y no pude evitar sonreír de lado a lado, incluso si mi único plan era que festejara con Nicole y ya, para el era lo mejor.

— Que bueno Timmy. — ¡Tranquila Daisy! 

El me sonrió de vuelta.

La voz de Eduardo se hizo presente — Mientras terminan sus donas iré por el pastel. — Se dio la vuelta para caminar a la cocina.

Lagrimas de MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora