Capitulo 21. Sensaciones

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— A-ah hola de nuevo... — Daisy no sabía si estaba hablando del hombre y su hijo o del animal pequeñín que se encontraba en la caja.

— ¡Ah! ¡Usted es la tía de Nicole! No recordaba que usted era la veterinaria. — Sonrío Timothy de alegría. El sostenía una pequeña caja con unos orificios en las laterales, dentro de ella se asomaba una cabecita peluda.

Daisy repuso su compostura y sonrío para el niño. —Si, la ultima vez estabas con otra persona. —Al notar la caja se agacho un poco. — Ahora bien. ¿Necesita algo mi visitante de la caja? —

— Late. Cuando la lleve estaba comiendo poco, pero ahora empezó a vomitar. — Timothy tenia una cara triste al ver a su pequeña cobaya.

— Entiendo. — Daisy tomo entre sus manos al roedor y lo observo con cuidado. — "Esta mas delgado, la ultima vez recuerdo que pesaba mas haya del peso promedio." — Lo puso sobre la camilla pequeña y empezó a tocar su estomago con cuidado. — ¿Con que lo han estado alimentando? — 

El chico dudo un poco en responder y se dirigió a su padre. — Papi ¿Cómo se llaman? Es que no recuerdo. —

— Semillas de girasol, hijo. —

— ¡Si! ¡Eso! Y también una vez a la semana le doy maní ya que es muy pesado.

— Hmm — Ella trataba de recordar que fue lo ultimo que les recomendó, pero todo lo que podía recapitular es que les había dado una dieta. — Debe ser algo en su pequeño estomago, normalmente ellos consumen esos frutos normalmente. ¿Es lo único que le dan de comer? — Ella los miro a ambos.

— No, también repollo, lechuga, fresas y pedazos de manzana. — Sonrió el niño.

— Hmm debe ser infección o dolores estomacales regulares — Daisy se acerco al estante de medicinas y lo abrió. — Recomiendo darle pera, sirve para aligerar los dolores y ayuda a la hora de defecar. En caso de que siga así lo mejor será recetarle medicamentos, hay antieméticos que pueden consumir los roedores. —

Timmy abrió la boca sorprendido. — Entiendo, por suerte mi papá hizo las compras ayer — Sonrío de nuevo y miro a su amiguito. — ¿Oíste late? Pronto estarás mejor. —

El pequeño Late observo a su pequeño dueño y su nariz se movió como si le estuviera respondiendo, lo que hizo sonreír a los dos adultos presentes.

Daisy divago un poco sobre lo que tenia Late. — "¿Podría ser algún bicho en la comida o una alegría?" — Se dirigió al hombre. — En caso de que siga así, podemos desparasitarlo. —

Escuchar esas palabras activaron las alarmas en el chico de cabello castaño. — ¡¿Tiene parásitos?! — Su rostro era de miedo.

— No hijo, así se le dice para prevenirlos. — El padre poso sus manos en los hombros de su hijo.

— Si, solo es precaución. Si tiene su jaula recuerda lavar bien su jaula, ¿ok? — Lo miro.

— ¡Si! ¡Si! Siempre lo hago, después de la escuela. —

Daisy acomodo a Late en la camilla y empezó a hacerle pequeños toques circulares haciendo que el pequeño animal moviera sus patitas con un poco de dolor. La mujer lo hizo mas lento y sin hacer presión relajándolo en el proceso.

Timothy observo lo que hacia y miro a su amiguito. — ¿Te gusta late? Si es así, te los hare en casa. —

— Esto ayuda a relajar el estomago, con el tema del agua no lo presionen, el solo tiene que tomar de su bebedero. —

— ¡Ok! — Asintió el chico con alegría.

— Bien, todo listo — Coloco a Late en su pequeña caja. — Les escribiré las recomendaciones. — Daisy se dirigió al escritorio donde se encontraba Jack para tomar una hoja.

Lagrimas de MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora