Capítulo 51. La oscuridad tiene un fin 1/2

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— ¿Qué diablos?... — Mi shock se convirtió en ira —  ¡¡Hijo de puta!! ¡MALDITO! ¡¡TE VOY A MATAR!!

— Con gusto, considérenlo un regalo — contesto el maldito. — ¡Oh! Casi se me olvidaba, alguien desea saludarlos.

La voz de mi niñita, Nicole se escuchó — Ho-ola mami, papi — se escuchaba confundida.

Marina se alteró — ¡NICOLE! ¡¿QUE LE HICISTE A MI HIJA?!

— M-Mami... ¿Porqué la tía no se mueve? Tiene una mancha roja en su cabeza...

— Quizás yo pueda responderte pequeña, ella está en un sueño profundooo y quien sabe si despierte. Tal vez nunca lo haga. — dijo riéndose el mal nacido.

Escuchamos los sollozos bajos de Nicole y pareció alejarse del teléfono.

— Hijo de puta ¡COMO TE ATREVAS A HACERLE ALGO A MI HIJA TE VOY A DESTROZAR LA CABEZA! — Grite.

— No le hare nada oficial, ni tampoco a mi sobrino- ¡Oh! Hablando de eso, todavía no he hablado con mi hermano, así que tengo que colgaaar — tatareo — Espero que esta vez lleguen rápido, chao — colgó.

— Nick. Prepara refuerzos. — Lo mire sintiendo que todas las venas de mi cuerpo explotarían — Tenemos que atrapar ahora mismo a ese infeliz. Por los niños.

Sin más tiempo que perder nos dirigimos al coche de policía y sin falta recargue muy bien mi arma. Avisamos a todas las unidades e indique la dirección donde se encontraba, mi casa...

"Esta vez te lo aseguro. No volverás a lastimar mas personas."

El lugar oscuro... Nuevamente la mente de Daisy proyectaba este escenario que parecía una vieja amiga. Pero en esta ocasión no había una vela, si no un camino de pétalos, pétalos de margaritas.

Daisy camino siguiendo el rastro de pétalos, como Hansel y Gretel siguiendo el camino de las migajas...
Por su rostro pasó una brisa relajante que no inmutó el camino, lo que fue un respiro agradable.

Su camino terminó cuando en sus pies sintió pasto haciéndole cosquillas y sobre ella se pintó un día despejado.
Miro a todos lados y parecía estar sola en ese escenario tan cálido...

"¿Este es el limbo? ¿El cielo? O quizás un producto de mi imaginación antes de morir..."

Sintiéndose impotente se dejó caer de rodillas en el pasto, pero no sintió dolor.
El dolor era emocional, se tocó el pecho y derramó sus lagrimas... Le dolía abandonar a todos los que le amaban... El echo de ser asesinada por el tipo que le destruyó la vida y sobre todo causarle dolor a sus seres queridos...

Deseaba regresar, quería encarar a ese maldito y proteger a los niños antes de que les hiciera algo, pero parecía que ya era muy tarde...

Hasta que a sus oídos llegó una voz añeja y cuando se giró, vio un recuerdo... Era su madre, tan deslumbrante y cálida, junto a su yo de pequeña.
Ambas jugaban en el parque y recolectaban flores para encontrar la más bonita.

Y aún si pasaron más de 20 años, Daisy recordaba que le había regalado una pequeña margarita a su madre por que le recordaba a su nombre.
Las dos habían disfrutado mucho de ese día y aún que las flores junto con esa margarita se marchitaron rápido, el recuerdo nunca se fue.

La Daisy del presente miro todo eso y se sintió feliz de ver una vez más aquel recuerdo tan hermoso que era tan alejado a la desdicha que pasaron años después...

La mujer giro su cabeza hacia delante y vio a una niña muy parecida a su yo más joven, sosteniendo una margarita frente a ella.
Incluso si diría que eran idénticas, algo en su corazón le decía que no era su yo del pasado, pero si alguien de su presente.

Lagrimas de MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora