Daisy miro a Eduardo por unos instantes un poco confundida hasta que miro como las mejillas de este se coloraban una vez mas.
— ¡Lo siento! Dios mío — cubrió su mirada con su mano.
Daisy río internamente enternecida — ¡No! De echo gracias...
Aparto su mano de su vista — ¿No te incomoda? Lo que dije.
— No, es algo muy lindo... M-muchas gracias — la visión se puso levemente nublosa y una lagrima salió de uno de sus ojos.
— Pero, pero... No llores por favor — poso su mano en el brazo de Daisy.
Limpió la lagrima, pero otras mas empezaron a caer — ¡P-perdón! Es que no había sentido tanta paz, como si fueran años.
Eduardo pensó por el momento en aquellas palabras de Marina, una experiencia tan mala que le había dejado muy marcada su actitud.... No sabía casi nada, pero eso no era necesario.
Se acerco y rodeo a Daisy con sus brazos haciendo que se apoyara en su pecho con cuidado, ella no tuvo tiempo de sobresaltarse y solo relajo su cuerpo hasta que correspondió el abrazo."Cálido... Es tan cálido, es como un sol pequeño y que no quema."
Las caricias en su cabello eran adormecedoras y la colonia de la ropa no estaba mal, era como si todo de el fuera aceptado por ella sin pensarlo, como si encajaran muy bien.
— Gracias...
— No tienes que agradecerlo ¿Qué mejor forma de usar mis brazos en esta situación? — bromeo.
Río levemente y se separo con cuidado — Me siento mejor, gracias nuevamente.
— Eso me hace sentir mas tranquilo.
Daisy sonrió, pero al bajar la mirada sus ojos parecían platos cuando vio gotas húmedas en la camisa de botones de Eduardo.
— ¡Ah! Perdone moje su camisa...El miro hacia abajo, pero se encogió de hombros — Es solo una camisa, además — paso sus pulgares por las mejillas húmedas de ella — no es mas importante que consolarte.
Las húmedas mejillas de Daisy ahora eran frescas y rojas mejillas como fresas — S-si, es verdad.
Eduardo se levanto un momento para ir a la cocina y saco de un cajón una cajita de pañuelos, al regresar le ofreció uno — Toma.
Lo tomo con gratitud y se sonó la nariz un poco — Ah... — un pequeño hilo de mucosa resbalo por su nariz.
Eduardo saco otro pañuelo y lo paso por la nariz de Daisy limpiándole — Si parece que necesitas mas ¡Jajaja!
— ¡No tenías que hacerlo! — el color fresa de su cara ahora parecía de tomate.
— No iba a dejar que te embarraras, además ya estoy acostumbrado, tengo un hijo ¿no?
— ¡Aun así! Que pena.
— No me molesta de verdad ¡Jajaja! Lo podría hacer de nuevo si quieres.
Daisy le dio un leve empujón y se unió a las risas con el.
— Ohh~ — dijo Marina que observaba todo desde el jardín trasero de la casa.
— ¿Qué tanto miras amor?
Marina solo señalo con su cabeza y cuando la cabeza de Rafael miro hacia esa dirección su sonrisa desapareció a una de sorpresa. Miraban lo cercanos que estaban uno con el otro, las sonrisas que se dedicaban y el ambiente tan "veraniego" que había entre los dos pese a ser todavía invierno.
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Lagrimas de Margaritas
Romance¿Qué podría ser lo peor que me pasaría?... Fui una buena hija hasta que mis padres fueron asesinados, fui una buena hermana al cuidar de mi hermano menor, soy una trabajadora decente con mi propia independencia y sobre todo son un ser humano normal...