Capítulo 55. Cama de casados

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Eran las 6 de la mañana cuando la brisa fresca entro por la habitación de paredes cafés. Daisy suspiro relajada cuando la sensación recorrió su cuerpo y planeo seguir durmiendo, pero una manita traviesa palmeo su cara ligeramente hasta despertarla.

— Je eres muy tempranera — abrió sus ojos para mirar a la bebé completamente despierta — ¿Es que tu eres estricta con los horarios? — la manita de Ruby apretó su mejilla en respuesta — ¡Auch! Ok, ok vamos a levantarnos.

Se sentó en la cama y tomo a la bebé en brazos, salió de la habitación para dirigirse a la sala de estar donde se encontraba Eduardo tomando café.

El las miro y sonrío con diversión — Es viernes y aun así no permite mas horas de sueño ¿eh?

— Parece que ella dominara esta casa — bromeo y se acerco a darle un beso a su querido — ¿No fue la noche molesta para ti?

Negó — Tengo sueño pesado, no note los brazos del sofá en mis tobillos — beso la frente de Ruby y camino a la cocina — ¿Quieres café?

Daisy asintió y se sentó en el sofá donde estaba tendida una sabana junto a una almohada. Ya habían pasado dos meses desde que se mudo con Eduardo, pero debido a su negativa a compartir una misma cama, el decidió dormir en el sofá para darle comodidad.

Aun si era un gesto de amor, Daisy no se sentía tan cómoda quitándole su derecho en la cama y mas tomando en cuenta que llevaba un mes entero haciéndolo sin objetar.

— Había estado pensando que... ¿Porqué no nos turnamos la cama? Un día duermo en el sillón, tu en la cama y viceversa.

Desde la cocina pregunto — ¿Lo dices porqué piensas que me incomoda?

— A-algo así... Creo que no deberías renunciar a tu cama, solo por que yo estoy aquí. Además no creo que Ruby se sienta incomoda si no duermo una noche con ella.

Eduardo se acerco a entregarle su café y se tomo un momento para considerar esa opción — ¿Estas segura de poder dormir en este sillón? No creo que sea cómodo para ti. — se sentó a su lado.

El sillón cumplía su función al sentarse, pero no era el lugar adecuado para dormir e incluso Daisy se preguntaba como el aguantaba pasar las noches en el.

— Quizás no... ¡Pero! Podría hacer el esfuerzo, quizás dentro de unos días pueda acostumbrarme ¿No crees?

— No. — su respuesta fue concisa y sin pensarlo mucho.

— ¿¿Qué?? ¿Porqué? Es un trato justo — tomo su mano.

Bebió un sorbo de su café — Lo seria, pero no quiero. Temo que los dolores en tu espalda empeoren y tengas peores noches que yo.

Antes y después del parto Daisy ya sufría varios dolores de espalda, tantos que era difícil dormir sin varias almohadas calientes que aliviaran su estado. Aun que este tiempo han disminuido siempre debía prevenir no sentarse u acostarse en una zona incomoda.

Los puntos de su amado eran entendibles, pero en verdad quería llegar una solución a esto — Entonces... ¿Tu sugieres algo?

Se mantuvo unos segundos en silencio hasta que volvió a tomar de su café — Creo que lo mejor será que empecemos a dormir juntos en la cama.

Sus mejillas se coloraron y sus ojos se abrieron como platos — ¡¿Crees que es buena idea?! — pregunto algo exaltada.

— No podemos vivir durmiendo en lugares separados, en algún momento teníamos que aprender a como es dormir con el otro ¿No? — sonriendo.

Lagrimas de MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora