La lluvia cayendo y golpeando la ventana de Daka, fue lo único que provocó ruido durante la noche del viernes. La pelinegra estaba bastante animada después de haber pasado un buen día con Bill, y el que la calma habitual de las mañanas no se esfumara, le pareció una maravilla mientras navegaba en el gran océano de sus pensamientos y cambiaba el color de sus uñas a un azul oscuro.
La muchacha tenía una sonrisa tranquila, sentada en su cama y con Blackwell acurrucada entre sus almohadas. De pronto, la imagen de Bill le vino a la mente. Daka había tenido unos cuantos amigos en Flechtingen, pero nunca había sentido una conexión como la que tenía con su amigo de ojos bonitos y dulce actitud. Bill era una de las personas más lindas que había conocido en sus cortos diecisiete años y adoraba pasar tiempo con él, más de lo que se había imaginado en un principio. Era agradable escuchar todas las cosas que el pelinegro soltaba cuando estaban juntos: chismes de la escuela, su amor por la música, las cosas que lo inspiraban, la historia de como le había cortado el cabello a Tom cuando eran pequeños y como a pesar de que el idiota de su hermano era un imbécil, lo amaba y lo consideraba su alma gemela. El cariño que sentía por Bill, tan cálido y fraternal, le había ayudado mucho a adaptarse a la nueva localidad. Daka no era alguien que se encariñara muy fácilmente con gente nueva, por eso le sorprendía la relación que había construido con su vecino en tan poco tiempo. Sin embargo, a pesar de la sorpresa, se encontraba sumamente feliz y satisfecha de tener a alguien tan considerado y lindo como amigo.
Todo lo contrario de lo que sentía cuando pensaba en Tom.
Tom era grosero, desconsiderado, un patán y se pavoneaba cada vez que tenía la oportunidad. Daka no sabía si aquella actitud solo relucía cuando ella estaba cerca, pero la odiaba. Odiaba cada vez que iba a reclamar por el ruido y terminaba retorciéndose por la rabia que le causaba esa sonrisa burlona y esa mirada condescendiente.
Daka no entendía como tantas chicas miraban con ojos de enamoradas a Tom.
¿Que le habían visto?
Sí, Tom tenía una cara bonita igual que la de Bill, pero terminaba siendo un patán y un mujeriego a final de cuentas. Ese pircing que adornaba su labio inferior, su cuerpo bien trabajado, el peinado tan singular que siempre traía y su forma de vestir, a los ojos de Daka: solo eran accesorios que no servían de nada si es que él seguía siendo un imbécil.
Daka resopló.
¿Por qué sus pensamientos debían de terminar en la lamentable existencia de su vecino?
Era mejor si no seguía acunando su odio hacia el chico que vivía en el piso de arriba. Al menos, no había sido un completo idota y le había hecho un regalo a Blackwell.
Pero eso no le quitaba lo idiota.
Había preferido irse a follar que hacer el trabajo de química.
—Desgraciado —soltó con molestia al recordar el acontecimiento del día anterior.
Al instante de haber pronunciado aquello, Daka se arrepintió. Fue como si lo hubiese invocado, porque el rasgueteo tan conocido se hizo presente y le reventó los oídos.
—Otra vez. Grandioso —murmuró la chica, poniéndose de pie para dirigirse al lugar de sus quejas sin olvidar cerrar la puerta de su habitación para que Blackwell no escapara—. Maravilloso.
Un golpe.
Dos golpes.
Tres golpes.
Cuatro golpes.
Y por fin su alto vecino de rastas apareció.
Daka agradeció que esta vez si estuviese vestido y abrió la boca para hablar.
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CAOS INMARCESIBLE [TOM KAULITZ] PAUSADA
FanfictionEl día en el que Dakota se mudó de Flechtingen a Magdeburgo, estuvo feliz de haber escapado de las manos de su sobreprotector padre para vivir con su adorada y vieja abuela...Desde que Dakota cruza la puerta de esa vieja casona, su mundo se va a ver...