Capítulo 17

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—Deja de quejarte —dijo Daka de mal humor mientras limpiaba el labio sangrante de Tom con ayuda de unas gasas.

Ninguno de los tres chicos tenía un botiquín de emergencia, así que habían obligado a Daka a treparse por una ventana para tomar "prestado" el botiquín del par de abuelas que dormía plácidamente en la estancia. Daka se había negado en un principio, pero tras la insistencia de Bill, había terminado cediendo.

—Duele como el infierno —Tom hizo una mueca y movió la cara cuando la gasa empapada en alcohol volvió a tocarlo.

—Cállate y agradece que Daka haya aceptado ayudarte —regañó Bill, que estaba de espaldas a ambos chicos en un intento de no ver ni una sola gota de sangre.

—Si que te dio un buen golpe —se admiró la pelinegra, arrodillada en el sofá de Bill mientras se inclinaba cerca del rostro de Tom para poder curar la herida con cuidado. No había tenido intenciones de tomar el botiquín como no había tenido intenciones de ayudar a Tom con su labio roto. Sin embargo, la insistencia de Bill a veces llegaba a convencer (por no decir a obligar) a aceptar.

—Pues yo le di varios —el de rastas se pavoneó con orgullo.

—Si se enteran de que rompimos esa ventana... —se mortificó Bill, empezando a caminar de un lado a otro con los brazos cruzados— ¿Crees que la policía nos busque y llamen a mamá? ¡Mamá verá que somos un par de críos irresponsables y nos llevará a vivir con ella si es que no nos meten a la cárcel primero!

—¡Cálmate! —gritó Tom, tomando la muñeca de Daka para que se detuviera un rato y lo dejara hablar— Nadie se enterará de que fui yo —aseguró, viendo a su hermano ir y venir—. No voy a dejar que me echen la culpa de algo que claramente fue mi culpa. Bart se lo merecía, no me arrepiento de nada. Además, es el auto del hermano de Tori. No es grave.

Daka presionó el labio de Tom nuevamente con la gasa, provocando que el chico chillara como una niñita.

—¡¿Qué te sucede?! —Tom se echó para atrás y tomó la gasa, dispuesto a seguir con su labio el solo.

—¿No podías elegir otro auto? —preguntó la ojiazul, dándole un manotazo en el hombro a su vecino antes de ponerse de pie y acercarse a Bill— Tranquilo, Bill. Deja de sobrepensar y ve a dormir.

—Bueno, si Mirco estaba ligando contigo es porque le gustaste. Si se entera de que rompimos la ventana de su auto no creo que se enoje demasiado —Interrumpió Tom con un tono bastante confiado.

—¿Rompimos? Rompimos no. Tu y Bart la rompieron —aclaró la muchacha.

—Entonces, ¿era cierto? —preguntó Bill, gesticulando con la boca abierta de más por la sorpresa— ¡Te dejé sola diez minutos!

—¡Fueron más de diez! —se defendió la más baja, alzando ambas manos en muestra de inocencia.

—Y si que le sirvieron para intercambiar babas con Mir... —Tom no pudo terminar la frase porque un cojín salió volando directamente hacia su rostro gracias a Daka.

—Cierra la boca.

Bill tomó a su amiga por los hombros y la alejó de su hermano antes de que se agarraran de los pelos.

—Bien... Mañana me contarás todo —avisó Bill, guiando a Daka hacia la salida del sótano—. Ya es tarde, ve a descansar.

—Ojalá se le caiga el labio a tu hermano —farfulló con molestia y besó la mejilla de Bill antes de marcharse.

—Deberías ser más agradecido y cerrar la boca —regañó Bill una vez regresó junto a su hermano—. Y bota todo eso o voy a desmayarme ahora mismo. Oh, Dios —se escandalizó al ver todas las gasas manchadas de sangre que estaban en su sillón.

CAOS INMARCESIBLE [TOM KAULITZ] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora