Si bien Daka había intentado estar lejos de Tom, no había logrado efectuar tal plan exitosamente. La muchacha estaba feliz por el viaje, pero el saber que tendría a Tom al lado le había caído como balde de agua fría a su esfuerzo por pasar por alto al de trenzas. Para la ojiazul era muy difícil ignorar a Tom, sobretodo porque tenía ganas de pelear con él todo el tiempo, y trataba de ignorar la verdadera causa de ello, justificándose con que Tom se comportaba como un idiota muchas veces.
Dakota se había dado cuenta que le asustaba sentir que su corazón daba un vuelco cada vez que intercambiaba miradas con el de trenzas, odiaba sentir esa extraña emoción en el estómago y la falta de oxigeno en su pecho, y definitivamente aquello no le servía en lo absoluto cada que intentaba ignorar al mayor de los Kaulitz. Últimamente, sus intentos por pasar de largo habían sido un fracaso total porque había vuelto a discutir con Tom ante la más mínima provocación, y lo peor de todo es que podía notar como se fijaba cada vez más en las facciones de Tom, en cómo hablaba, cómo sus manos se sacudían cada que estaba enojado y cómo su mandíbula solía tensarse en esas ocasiones; todos esos pequeños detalles se grababan en la mente de Dakota sólo para atormentarla, provocando sentimientos que ella no quería sentir. En la mente de la ojiazul no cabía el porqué no podía volver a discutir con Tom sintiendo únicamente rabia y desprecio; no le agradaba en lo absoluto sentir euforia, satisfacción, rabia y enojo al mismo tiempo. Todo lo que tenía que ver con Tom se había tornado un poco difícil de manejar para Daka, tanto que hasta solía tener sueños estúpidos a los que catalogaba "pesadillas" cómo en este preciso instante en el que dormía inquietamente.
La pelinegra se despertó de golpe, asustada de haber sentido el aliento de cierto chico de trenzas, sobre su rostro.
-¿Qué?...-aquel murmullo salió en un pequeño y raspado hilito de voz mientras caía en cuenta de que ya había anochecido. Dentro del auto el ambiente era cálido gracias a la calefacción, pero se sentía extrañamente reconfortada y no sabía porqué.
-Todo mi brazo está entumecido gracias a ti -aquella voz proveniente del chico de su izquierda, la hizo percatarse de que estaba recostada sobre el hombro de Tom.
Dakota frunció el ceño y quiso separarse de inmediato, pero un peso en su hombro derecho le impidió moverse, así que llevó su mirada para ver de que se trataba, encontrándose con un Bill completamente dormido.
-Nadie te pidió que me dejaras seguir durmiendo en tu hombro -espetó la chica con molestia, acomodando con esfuerzo a Bill para que este siguiera durmiendo lejos de su hombro.
-Podrías decir simplemente un "lo siento" y "gracias" -soltó el de trenzas una vez la chica se acomodó lo más lejos posible de él.
-Que te den -dijo la pelinegra con el ceño fruncido, y antes de que Tom pudiese pronunciar palabra alguna: el padre de Daka alzó la voz.
-Estamos cerca de un restaurante de comida rápida, bajaré a comprar -avisó, pasándole un papel con un bolígrafo a su hija-. Anoten lo que quieran comer, afuera está helando y no quiero que bajen.
-Puedo acompañarte, papá -avisó Dakota mientras escribía y luego le pasaba el papel a Tom, quien pidió por sí mismo y por su hermano.
-No quiero que te enfermes aún -soltó el hombre, estacionandose fuera del restaurante, que lucía bastante vacío.
Daka no protestó más y se quedó en silencio, dejando que su padre bajara del auto luego de que Tom le devolviera el papelito.
-Abuela...abuela -llamó la chica, inclinándose un poco hacia adelante para sacudir a la anciana levemente-. Despierta, papá fue a por la comida.
La viejecilla se removió levemente y siguió durmiendo, por lo que Daka suspiró y se reincorporó en su asiento para intentar despertar a Bill.
-Despierta -repitió, sacudiendo el cuerpo del pelinegro. Sin embargo, este también ignoró los llamados y siguió durmiendo.
-En cuanto huela el olor de la comida se despertará -avisó Tom, bastante convencido.
Daka no dijo nada y simplemente se cruzó de brazos, viendo fijamente a la rata que dormía en su regazo.
-Un centavo por tus pensamientos.
Daka frunció el ceño al escuchar a Tom hablar y lo miró.
-¿Qué...
El chico la Interrumpió.
-Deja de fruncir el ceño. Te arrugaras antes de los veinte -soltó y llevó su mano al centro de la frente de la chica para masajear suavemente la zona. Daka pudo sentir los asperos dedos de Tom trazar lentos circulos sobre su piel y cómo sus propios latidos golpeaban sus oídos una y otra vez. Sin embargo, no tardó demasiado en salir del trance porque terminó apartando la mano del de trenzas bruscamente.
-Es mi problema si me veo como una anciana a los veinte -farfulló, sintiéndose algo vulnerable ante el repentino acto del más alto.
Tom resopló y se cruzó de brazos, cambiando la dirección de su mirada para ver a través del cristal. Afuera nevaba levemente y apenas unas cuantas luces iluminaban el local.
-La otra vez pensé que dejaríamos de llevarnos mal -soltó Tom de repente, refiriéndose a la noche de la carrera.
Daka cerró los ojos, asustada de tener una conversación seria con el tipo que tenía al lado.
-Pero luego volvimos a lo mismo y es mucho peor porque parece que quisieras ignorar mi existencia -completó el muchacho, volteando a ver a la chica sólo para notar como esta cerraba los ojos con fuerza, cómo si aquello la hiciese invisible para los demás-. Abre los ojos, ¿qué demonios haces?
-No es de tu incumbencia.
Daka volteó el rostro hacía la derecha, evitando la mirada de Tom. Sin embargo, este la tomó por el mentón y la obligo a devolverle la mirada.
-Suéltame, bruto -espetó la pelinegra, clavando sus nerviosos y furiosos ojos azules en los de Tom mientras tomaba la mano de este para apartarlo, pero al parecer Tom no tenía intención de dejarla ir, así que se encargó de tomar las muñecas de la más baja para que dejara de moverse-. Que me sueltes.
-¿Lo ves? Actúas como si fuese a comerte en cualquier momento y te corres de mí -soltó el chico de pircings, mirando a su vecina en un intento por descifrarla.
-Te he dicho que no es asunto tuyo.
Tom la cortó.
-Claro que es asunto mío -soltó algo molesto.
-Que no. Suéltame.
-Lo es, Daka. Huyes de mí y peleamos cada vez que dejas de hacerlo -parecía algo cansado de lo mismo, pero Daka no planeaba dar su brazo a torcer.
-No te afecta en nada si intento pasarte por alto, así que ve a molestar a alguien más -espetó con enfado, intentando ocultar el temor que sentía su corazón al estar en una situación en la que la verdad de sus sentimientos se encontraba vulnerable.
-Me afecta porque siempre he deseado llevarme bien contigo, Dakota -confesó de mal humor. Definitivamente ninguno era bueno lidiando con sus sentimientos y aquello sólo hizo que ambos se enfadaran más.
-Pues créeme que no has hecho un buen trabajo -escupió la chica, soltandose del agarre de Tom bruscamente.
-Oh, vamos -Tom soltó una risa incrédula- ¿Como debería tratar a la princesa para que no se enfade todo el tiempo?
Daka lo fulminó con la mirada, pero Tom ni se inmutó a causa de su enojo.
-Que te den por imbécil, Kaulitz.
Ambos chicos se miraron con furia por unos segundos, pero aquella batalla de miradas fue cortada por el delicioso aroma de las frituras y un alegre papá Brechbühl.
-¡Me dieron un descuento por comprar cebollas fritas!
Y cómo por arte de magia, tanto la abuela como Bill, despertaron en un santiamén.
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CAOS INMARCESIBLE [TOM KAULITZ] PAUSADA
FanficEl día en el que Dakota se mudó de Flechtingen a Magdeburgo, estuvo feliz de haber escapado de las manos de su sobreprotector padre para vivir con su adorada y vieja abuela...Desde que Dakota cruza la puerta de esa vieja casona, su mundo se va a ver...