Capítulo 36

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Dakota no recordaba la última vez que había esquiado, pero luego de subir a la montaña, estaba más que segura que ese deporte no era lo suyo porque se había caído demasiadas veces cómo para contarlas. Lo único que había podido rescatar de esa experiencia eran las innumerables risas, porque aunque su trasero estuviera adolorido, se había reído sin parar junto con sus nuevas amigas.

—¡Vengan todos! ¡Vamos a jugar a las escondidas antes de que anochezca! —gritó uno de los chicos, llamando la atención de casi todos.

—¿No es peligroso estando aquí en la montaña? —preguntó Dakota, levantándose junto con Trish y Victoria.

—No si no te alejas mucho —respondió Victoria, y su encogimiento de hombros demostró lo poco que le importaba— Jugamos juegos cómo estos todos los años.

Dakota asintió más animada y en pocos segundos ya todos estaban reunidos junto a la tienda de conveniencia de la montaña.

—Bien, ¿quieren apostar? —preguntó el chico que había propuesto el juego, tenía el cabello ruloso y naranja, de nariz respingada y un centenar de pecas cubriendo su rostro.

—¡Que sean diez euros por persona! —gritó una muchacha.

—Soy muy malo en estos juegos, no quiero perder diez euros —se opuso un tipo bastante escuálido y de cabellos revoltosos.

—Que sean cinco —propuso Victoria y nadie le dio la contra, así que todos tuvieron que apostar sus cinco euros antes de empezar.

—¡El último en ser encontrado se lleva todo! —avisó el pelirrojo, quien iba a ser el buscador junto con otro tipo alto y de pelo castaño que parecía ser su amigo— ¡Contaremos hasta cien a partir de ahora! Uno...Dos...

Y todos terminaron dispersados por doquier, corriendo en direcciones opuestas para esconderse. Trish y Victoria habían abandonado a Dakota en cuestión de segundos, así que la pelinegra había tenido que correr para desaparecer de la vista de los demás. En el camino había visto a Bill correr hacia una de las tiendas que habían en el pie de la montaña, y a Cara y Mac alejarse por uno de los senderos. Dakota no sabía muy bien hacia donde ir, así que sólo se adentró en la zona boscosa de la montaña, camuflándose entre los grandes árboles cubiertos de nieve.

Daka suspiro algo cansada y pudo ver el vapor que emanaba por la boca a causa del frío; los inviernos podían llegar a ser bastante helados en Alemania, sobretodo para alguien cómo Daka, que solía dormir con varias mantas encima aunque fuese verano.

—Ah...vamos —la chica tomó un respiro y siguió adelante, perdiéndose entre los árboles y confiando en su instinto para saber por donde iba. Probablemente no era la mejor de las ideas, pero no lo pensó mucho y cuando encontró un gran arbusto, lo primero que hizo fue esconderse detrás de este.

Los minutos pasaron y Dakota no escuchaba nada. Esperaba que nadie la encontrara; más de cincuenta euros no le venían nada mal y además valdría la pena estar pasando frío en la cima de una montaña cubierta de nieve.

La pelinegra se encontraba pensando en las maneras en las que podría gastar ese dinero, cuando de repente escuchó el sonido de unas pisadas acercándose, cosa que la alarmó de inmediato y la hizo levantarse para empezar a correr. Lo que no se esperó, fue que alguien la tumbara al piso para hacer que volviera a esconderse en el arbusto.

Dakota quiso gritar del susto, pero una gran mano cubriendo su boca se lo impidió, haciendo que empezara a desesperarse hasta que se dio cuenta que quien la tenía presionada contra la nieve era Tom.

La más baja intentó darse la vuelta, el cuerpo de Tom presionando su espalda realmente pesaba y ya no podía aguantarlo.

—Pesas cómo tres toneladas, idiota —farfulló, y Tom se quitó de encima, pero le volvió a cubrir la boca a la pelinegra en un santiamén. Entonces Dakota pudo percatarse de que alguien más parecía estar a los alrededores, pisando suavemente cómo un cazador que acechaba a su presa.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2024 ⏰

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CAOS INMARCESIBLE [TOM KAULITZ] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora