Capítulo 19

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Con la señorita Rita y la señorita Darcy aderezando la carne, Bill y Tom armando las brochetas, y Lewis junto a Daka asando en la parrilla, el futuro almuerzo avanzó por buen camino. Bill había congeniado rápidamente con Lewis y gracias a la elocuencia del pelinegro se había formado una amena charla.

Al igual que el ambiente en el jardín, el día parecía volverse cada vez más alegre. Desde hace un buen tiempo que nadie pasaba un agradable rato en una junta que se sintiera lo suficientemente familiar o hogareña, por lo cual, todos se encontraban de buen humor (hasta el par que había estado discutiendo). Al fin y al cabo era bien sabido que no había algo mejor que una buena comida para unir a las personas.

—Deja de agregar tanta salsa. Te dará gastritis si sigues así.

Daka obedeció a su abuela a regañadientes y siguió disfrutando del jugoso plato de carne y verduras, ignorando el hecho de que Tom se había apoderado de la salsa con una socarrona sonrisa de autosuficiencia.

—Rudiger estaría feliz comiendo barbacoa —comentó la señorita Rita y su nieta le dio la razón.

—No he hablado con él, ¿sabes cuando vendrá? —preguntó la pelinegra, viendo como Blackwell, que había sido traída minutos antes, pasaba de manos de Bill a manos de Tom.

—Probablemente venga a verte al final del mes. Deberías llamarlo de todos modos.

—Lo haré, no tuve tiempo de llamarlo —se excusó la muchacha—. Me pregunto si papá está bien comiendo la comida que prepara.

—Empacaré algunas guarniciones para él cuando venga. Conociendo a tu padre, prefiere comer en la calle a comer algo hecho por sus manos.

—Te ayudaré con eso —aseguró Dakota con una leve sonrisa.

Más tarde, cuando todos terminaron de comer, cada quien retorno a su hogar a excepción de los gemelos y Dakota. Blackwell había tenido entretenidos al par de hermanos y Daka se había quedado dormida en una vieja banca luego de haber comido tanta carne.

Había sido un buen día, pero el clima tan loco del año trajo consigo un ventarrón que logró despertar a la muchacha, de tal modo que la chica terminó percatándose de la discusión que mantenían sus vecinos a unos cuantos metros de ella.

—No se lo digas. No la despiertes, Bill —el susurro agresivo y asustado de Tom hizo que Daka frunciera el ceño con confusión.

—Suéltame Tom, eres un idiota —chilló Bill en voz baja, intentando zafarse del agarre de su hermano— ¡Sólo te pedí que la cuidaras unos segundos!

—¡Eso hice¡ Pero vio al gato y se escapó.

—Tonto, tonto, tonto —repitió el pelinegro con un notable ceño fruncido mientras golpeaba una y otra vez la cabeza de su hermano.

—¿Qué sucede? —Daka se tambaleó al reincorporarse y miró con duda al par de muchachos que palidecieron al escuchar la raspada voz de la paliducha chica.

—Nada —respondió Tom de inmediato, colocándose en frente de Bill.

—¿Nada?

—Nada —repitió.

—Blackwell se nos fue —murmuró tristemente Bill por sobre el hombro de Tom.

—¡¿Se murió?! —la boca de Daka calló con horror.

—¡No! Se fue, no está. Tom la perdió.

—¡Bill! —el reclamo de Tom hizo que el pelinegro mencionado retrocediera.

—¡Te dije que la cuidaras bien!

—¡Eso estaba haciendo!

—¡¿Y donde está entonces?!

CAOS INMARCESIBLE [TOM KAULITZ] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora