—No olviden que tienen que anotarse en algún taller antes del final del día —avisó el tutor del aula. Habían pasado unas semanas y siendo viernes por la mañana, era el último día de clases antes de las vacaciones de navidad y fin de año. Los días se habían tornado mucho más fríos y un leve nevado había cubierto gran parte de la ciudad. Según mandatos del comité estudiantil, habían exigido que todos se inscribieran en una actividad extracurricular porque querían todo en orden para cuando las vacaciones por fiestas terminaran.
—¿Qué parte de "extracurriculares" no entendieron? —se quejó Daka mientras caminaba junto a Bill hacia el aula en el que estaban haciendo las inscripciones— Esto no debería ser obligatorio, voy a presentar una queja.
—Si no fuese obligatorio nadie se inscribiría. La directora necesita los talleres y equipos llenos si quiere seguir compitiendo con las demás escuelas.
—¿Qué tienen que ver unos estudiantes sin razón de ser con la inservible obsesión por competir de la directora?
Bill se encogió de hombros y señaló a los que parecían ser los encargados de las inscripciones.
—No sé, pero yo me inscribí en pintura hace unos días porque los cupos para actividades que no requieren un gran esfuerzo físico se agotan muy rápido. Buena suerte encontrando algo.
Daka se golpeó mentalmente por no haberse inscrito antes, y entre lamentos y lloriqueos internos se acercó a revisar que grupos aún necesitaban integrantes.
—Esto debe ser una broma... —murmuró, viendo el mural con las listas.
—¿Ya sabes en cuál te anotarás? —preguntó un chico, acomodando sus lentes torpemente.
Daka suspiró y negó.
—Esperaba que los talleres de pintura o bordado aún tuvieran cupos —murmuró la pelinegra.
—Bueno, si te interesa aún quedan cupos en el club de finanzas. Yo soy el líder —el chico sonrió como bobo y Daka intentó rechazarlo amablemente.
—No creo ser buena en finanzas.
—No te preocupes, yo puedo ayu...
Daka lo Interrumpió.
—¿No hay algún otro club tranquilo que necesite integrantes?
—Sólo quedan cupos en los equipos femeninos de fútbol y basketball... Y no son nada tranquilos —aseguró y luego de darle una palmadita en la espalda a Daka en forma de consuelo se marchó.
Para el final del día Daka terminó lloriqueando en los brazos de su mejor amigo, lamentando el haber postergado tanto su elección.
—No sabes lo mucho que odio hacer deporte —se quejó la muchacha.
—El equipo de basketball no es tan malo...
—Porque el de fútbol es mucho peor, las chicas del equipo de fútbol me asesinarían si fallo. Las que están en el equipo de basket solo me miraron feo y juraría que estaban pensando en los peores insultos cuando me vieron hacer la prueba.
—Era basquet o ser absorbida por el muñequito de lentes y su calculadora.
Daka asintió y suspiró.
—Ya veré como logro aprender a jugar basketball —murmuró la chica, soltando el torso de Bill para poder meterse debajo de las sábanas de este—. Por ahora dormiré para evadir mi triste destino.
—Bien.
Bill cubrió hasta la cabeza de su amiga con las sábanas y cuando todo estuvo en silencio, se quedó pensando. Si Daka y Tom se llevaran bien, el aprender a jugar basket no hubiese sido un problema para su mejor amiga. Tom era muy bueno en ese deporte desde que eran pequeños, tanto que no quería ser parte del equipo de basket de la escuela porque decía que no podía arruinar su reputación jugando con un grupo de buenos para nada. Aunque eso podría ser catalogado como un caso de egocentrismo, Bill prefería centrarse en que su hermano era bueno jugando.
Más tarde, luego de una larga siesta en la cama de Bill, Daka se marchó a su departamento para terminar unos pendientes de la escuela y alimentar a Blackwell. Al día siguiente tenía que ir a ver a Ravi porque irían a la biblioteca como lo habían hecho las semanas anteriores, así que no quería dejar nada sin terminar para poder estar tranquila. Por la noche, Daka se acostó, y aunque no tenía mucho sueño, logró dormirse antes de que el reloj marcara la media noche.
—Vuelve para merendar —pidió la vieja abuela por la ventana cuando vio como su nieta salía de casa.
Daka se giró para ver a su abuela y asintió con una leve sonrisa para después marcharse. El camino a pie era algo largo y tedioso a causa de la nieve, así que tenía que ir hasta la parada de autobus más cercana. Al llegar a casa de los Hansen, Daka fue recibida por un ansioso Ravi que no le dio tiempo ni de tomar un pequeño descanso antes de volver a las calles.
—¿Por qué tanta prisa? —preguntó Daka, luego de que llegaran a la estación de tren casi corriendo.
—Necesito un libro —respondió sin más el niño, que sentado junto a la ojiazul en el tren, mecía sus cortas piernas con impaciencia.
—¿Terminaste los que llevaste la semana pasada? —preguntó Daka con curiosidad, recordando los cinco libros que habían pedido prestados de la biblioteca.
—Sí.
Daka observó la mochila que traía el niño.
—¿Los traes ahí?
El niño asintió.
—A este paso terminarás leyendo todos los libros de la biblioteca antes de que acabe el año —bromeó Daka y desordenó los cabellos de su pequeño amigo.
Ravi la detuvo.
—No hagas eso por favor.
Daka apartó su mano y miró extrañada la cara de desagrado del niño.
—¿No quieres que toque tu cabello? Hace una semana dijiste que te gustaba.
—Ha dejado de agradarme desde que el electricista lo hace —Ravi sacudió su cuerpo a causa de un escalofrío—. Creo que la abuela planea conseguirme un nuevo abuelo.
Daka soltó una risa.
—¿Hablas del señor Trog?
Ravi asintió.
—Es escalofriante pensar en que alguien con la edad de papá siente algo por la abuela —dijo y sacó la lengua con asco.
La cara de Daka también se torció en una mueca de desagrado.
—¿Cómo es que sabes eso?
—No deja de hacerle bromas de doble sentido a la abuela, no las entiendo del todo, pero la abuela se sonroja, ríe y dice "Oh Trog, no seas coqueto". No sabía que mi abuela podía tener color en la cara naturalmente. Además, sigue viniendo a revisar el cableado a pesar de que ya no tenemos más problemas con eso —Ravi se limpió el sudor inexistente de la frente, como si contar aquello implicara un gran esfuerzo.
—Es mejor que dejes de hacerte ideas por el bien de tu salud mental —Daka le dió un par de palmaditas en la espalda al niño y este asintió.
—¿Podemos tardar más hoy?
—Tengo que regresar a merendar.
—¿Puedo ir contigo? —preguntó Ravi con aburrimiento.
—Si te dan el permiso no veo porque no.
—Genial, pedí el permiso por adelantado por si aceptabas.
Daka soltó una risa.
—Genial.
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CAOS INMARCESIBLE [TOM KAULITZ] PAUSADA
FanfictionEl día en el que Dakota se mudó de Flechtingen a Magdeburgo, estuvo feliz de haber escapado de las manos de su sobreprotector padre para vivir con su adorada y vieja abuela...Desde que Dakota cruza la puerta de esa vieja casona, su mundo se va a ver...