79. Jade

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Se apoyó sobre sus propias rodillas para levantarse y se sacudió las manos para quitar los restos de polvo que habían quedado en ellas luego de arrastrarse por el piso. Luego se enderezó lo más que pudo y contempló la puerta cerrada con las manos en la cintura y mucho orgullo. Las cosas no habían salido tan mal después de todo. Ella y Alan seguían vivos y eso era una victoria.

—Bien, ya nos infiltramos, ahora solo tenemos que lograr salir sanos y salvos y...

A medida que Jade se giró fue viendo el panorama que había dentro de la habitación. Gaspar estaba en una esquina mirando a Alan fijamente. Del lado opuesto del cuarto, Alan apegaba la espalda a la pared y miraba todo con miedo. La presencia de Gaspar le parecía tan natural que de vez en cuando Jade olvidaba que no todos los días las personas veían fantasmas, mucho menos eran rescatados por ellos.

Aún con las manos en la cintura, la joven caminó hasta el fantasma y alzó los brazos para presentarlo.

—Este es Gaspar, estoy segura de que lo recuerdas —dijo dirigiéndose a Alan, luego se giró hacia el fantasma— Gaspar, este es Alan. También estoy segura de que tú lo recuerdas a él.

—Eso no es posible —soltó el mayor de los Fuenteclara— Gaspar está... está...

—Sí, sí —dijo ella moviendo las manos frente a su rostro para quitarle importancia— hay muchas cosas que no son posibles, pero esta es la situación actual y tenemos que salir con vida de aquí.

Alan dio un paso hacia adelante, luego otro y otro más hasta llegar frente al fantasma, que no estaba tan dispuesto a colaborar como Jade había previsto. Era como si por un momento ambos hubieran olvidado que estaban a un pasillo de distancia de ser atacados por un fantasma para volver varios años atrás en el tiempo. Gaspar había estado desviando la mirada hasta que Jade le dio un leve codazo que lo hizo alzar la cabeza. No recordaba cuándo había sido la última vez que había visto a Alan cuando aún estaba vivo; sin embargo, estaba seguro de que las cosas no habían cambiado mucho desde entonces. Era cierto que Alan había dejado de molestarlo después de cumplir los dieciocho, pero siempre había encontrado la forma de hacerlo sentir miserable. ¿Se burlaría de él porque era un fantasma?

No lo sabría hasta que intentara hablar con él.

—Hola —dijo Gaspar llevándose las manos a los bolsillos— cuánto tiempo, ¿no? Aunque es mucho tiempo para ti solamente. Yo llevo varios meses viéndote... No te estaba espiando si eso es lo que piensas.

Jade soltó una carcajada. Gaspar era pésimo con las primeras impresiones.

—Sé que tienen mucho de qué hablar ustedes dos —dijo la joven secándose una pequeña lagrimilla. No sabía si había aparecido ahí por las risas o porque se le había metido un poco de polvo en el ojo— pero será mejor que por ahora solo se den la mano y sean amigos hasta que salgamos de aquí.

Gaspar fue el primero en moverse. Extendió el brazo para ofrecerle su mano a Alan y este la estrechó con desconfianza. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando Gaspar lo tocó.

—Te vas a acostumbrar —dijo Jade.

—¿A ti te ha tocado mucho? —preguntó Alan alzando una ceja y el rostro de Jade se puso pálido. Abrió y cerró los labios en un intento de decir cualquier cosa. Tampoco Gaspar ayudaba mucho. Por suerte para ella, no tuvo que responder a la pregunta de su primo, pues comenzaron a escuchar golpes desesperados provenientes del closet que hicieron que ambos se tensaran.

—¿Está aquí? —preguntó Alan y Gaspar se golpeó la frente con la palma de la mano.

—Lo siento, olvidé ese detalle de este closet —dijo el fantasma adelantándose a abrir las puertas del mueble de par en par.

Ágatha salió disparada y por poco tropieza y cae al suelo. Por suerte aterrizó en el pecho de Jade y la rodeó con sus brazos mientras ocultaba el rostro para llorar desconsolada.

—¡Estaba oscuro ahí dentro! —chilló mientras Jade le acariciaba el cabello y le daba golpecitos en la espalda. Estaba tan desconcertada como los demás, pero no dijo ni una palabra. Más valía no hacer más ruido del necesario.

—Ya, ya. Todo está bien.

—¡Nada está bien Jade Fuentetonta! —chilló una vez más mientras Alan y Gaspar la hacían callar— ¡me sacaron de ahí, pero vamos a morir de todos modos!

—Nadie va a morir, Ágatha —trató de tranquilizarla Jade— tenemos todo bajo control.

Acto seguido. la casa comenzó a sacudirse aun más violentamente que antes, tanto que tuvieron que sostenerse unos a otros para no caer. Ágatha soltó un grito cuando la bombilla del techo explotó dejándolos a oscuras.


El invitado de honorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora