3. Ágatha

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Quizás el hecho de que estaba a punto de perder toda esperanza en su futuro profesional como exorcista, tarotista y psíquica la había hecho perder también la esperanza de que la puerta de su oficina se abriera para darle paso a las buenas noticias. Quizá por eso mismo pegó un salto que por poco la deja pegada en el techo cuando Mat entró a toda velocidad y golpeó la superficie de su escritorio con las manos.

—¡Llegó! —dijo recuperando el aliento después de subir las escaleras. Su amigo nunca había sido del tipo de personas atléticas y habían pocas cosas que lo hacían correr. Una de ellas era el peligro, por lo que cuando lo vio agitado y resoplando por el cansancio de subir las escaleras a toda prisa, Ágatha no pudo hacer otra cosa que asustarse.

—¿Quién llegó?

—¡Un cliente! —dijo golpeando la mesa una vez más, con tanta emoción que sus lentes se resbalaron por su nariz hasta que tuvo que empujarlos hacia arriba con el dedo. Ágatha frunció el ceño y se detuvo a procesarlo durante un segundo. Al principio creyó que había escuchado mal, pero se dio cuenta de que no podía tratarse de otra cosa cuando Mat la tomó de la mano y la arrastró hasta la puerta donde tenía una pequeña pantalla conectada con la cámara en la entrada del edificio. La misma joven que Mat había saludado en la entrada miraba hacia la cámara y se arreglaba el cabello en el reflejo de la misma mientras que con su mano libre se cercioraba de que su cartera estuviera cerrada.

—¿No está perdida?

—¡No, es un cliente de verdad! —respondió Mat al borde del éxtasis, como si su cliente fuera el mismísimo mesías.

—¿Por qué no la hiciste pasar? —preguntó ella, sintiendo nerviosismo por primera vez. No todos los días llegaban clientes a su puerta... En realidad nunca lo hacían y esa era la razón por la que se morían de hambre.

—Pensé que querrías prepararte, limpiar un poco y sacar el generador de niebla.

Antes de que pudiera decir una palabra más, Ágatha lo estaba empujando hacia el pasillo fuera del departamento para que fuera a buscar a aquella chica antes de que la sobreviniera un ataque de sensatez y se fuera de ahí.


El invitado de honorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora