Esteban
Cuatro horas atrásLa entrada del castillo la voy vislumbrando desde el carruaje. Mi cabeza pesa pues siento que no le cabe más presión. He odiado cada maldita hora que he estado fuera de aquí y no buscándola. No espero a que el caballo pare, me bajo antes de que suceda.
Las cartas me llegaron desde allá, tuve que luchar con las ganas de salir el mismo día que las recibí, pues cada segundo contaba atrás. Ella no tiene la palabra piedad en su persona, es una completa loca y le dejé saber que me interesaba.
No podía dejar todo a un lado pues el rey me arrancaría la maldita cabeza, si se enteraba que me fui de Crysheriend sin terminar los acuerdos. Camino casi corriendo sobre el pulcro mármol, todos los ojos están en mí y no pierdo el tiempo. La silueta de Hanna viene corriendo hacia donde estoy. Suspiero poniendo los ojos en blanco al verla.
—Alteza, al fin llegaste —expresa emocionada.
Su sonrisa se esfuma cuando nota que ni siquiera me detengo. Y sigo caminado, ella no insiste, pero la siento seguirme el paso a mis espaldas.
—¡No me sigas! —grito caminado.
Sus pisadas dejan de escucharse con premura. Recorro todo el camino hacia el ala Este, irrumpo en su habitación de inmediato. Está mirándose en el espejo de la inmensa cómoda que tiene. Me mira a través del espejo, traga grueso al notarme.
—¿Dónde está? —exijo muy serio.
Su cuerpo se gira y puedo ver directo a sus ojos, los mismos me escrutan de arriba abajo.
—Ya te dije hermanito que no sé de quién hablas —comenta con tranquilidad.
Pero sus manos la delatan, desde que era una niña y la vi matando mi primer perro, ella no me puede engañar. Esconde sus manos en sus espaldas tocándose los dedos entre sí cuando miente.
Flashback
El aire primaveral llena mis pulmones y al fin salgo del castillo y no me congelo en el intento. Corro a las afueras escuchando los gritos de Lucía a mis espaldas, ella es mi institutriz desde que tengo uso de razón. Odio las horas en que llega a enseñarme idiomas y cálculos.
Mis pisadas se tornan pesadas sobre el pasto verde y sonrío al ver que estoy lo bastante lejos del castillo, estoy cerca del riachuelo que mi papá hizo para la insoportable de mi "hermana". El caballo que tengo en mis manos lo pongo en la hierba para comenzar a jugar con él. Por varios segundos lo hago, hasta que un aullido de perro me hace poner de pie.
¿Qué sucede?
Mi corazón se agita, pues percibo desde aquí que el sonido llega desde atrás de los arbustos. Los grandes arbustos a mi izquierda se remueven un poco. ¡Joder!, mis manos tiemblan pero camino con lentitud a ver que es. Mis ojos recorren el alrededor percatándome de que me encuentro completamente solo. Me lleno de valor y sigo, asomo la cabeza con pasividad.
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Dueña de sus Vidas
Ficción históricaHuir es mi meta y objetivo, nada ni nadie se va a interponer en ello. Mucho menos el escuchar que no hay salida, que no hay escape. Yo deje atrás algo por lo que seguir y no importa que tan verdes sean los ojos de ese hombre egocéntrico, que me reco...