Narrador
Actualidad
Momento de la Coronación—Declaro yo, Esteban Adolf V que mi reina sea bendecida ante todos, que acaten su palabra de tanto peso como la mía. La declaro y decreto reina de nuestro próspero y extenso reino —explaya Esteban a toda voz desbordando algo de felicidad.
Quién siquiera imaginaría todo aquel agravio dentro del castillo. Era inconcebible siquiera imaginar que la mujer que llegó siendo una esclava y hoy está gozando de portar una corona de reina en su cabeza, sea quien haya asesinado sin piedad alguna a la familia real.
Todo ha tomado su cauce y lo que nadie esperó sucedió. El rey falleció debido a un exterminante veneno. Tanto Grasiele como Elena actuaban en correspondencia a lo que Sadasha pedía.
Esa vez ella no tuvo que hacer nada, solo ser paciente y esperar a que con pequeñas dosis del veneno pasase desapercibido y que fuese poco a poco apagándole la luz de vida al rey.
Así sucedió, Elena quien era una esclava entrada en edad del castillo se encargó de verter el veneno en cada cena del rey. Justo ella no sintió piedad de dicho hombre al hacerlo, sabía quién era su nieta desde que la vio entrar en esa mugrienta carroza de esclavas.
Sabía que su temple era digno de su clan y ella hizo todo lo que estuvo en sus manos, para jugar a favor de los maquiavélicos pensamientos de Sasha.
Más peso le dio a su plan contra el rey el hecho de su repudio hacia él. Sin misericordia alguna ese hombre que portaba la corona sobre su cabeza, violó a varias esclavas en sus años de juventud y entre ellas estaba Elena.
Bajó la cabeza sin oponerse y Elena aceptó su nuevo lugar como una esclava más en el castillo. Extrañando a su esposo Jacobo y a su clan, encomendándose a serles útiles desde el palacio.
Aunque la predilecta terminó siendo María, su asco y repugnancia hacia ese sujeto seguían intactas. Por ende no dudo ni un instante en envenenarle cuando tuvo oportunidad.
Ahora Elena veía triunfante y completamente satisfecha a su preciosa nieta de cabellos negros portar la corona, joya que les pertenece a ellos por sangre.
Todos en el gran salón aúllan y vitorean eufóricos a la nueva reina coronada.
Esteban la mira feliz pero su cabeza está en otra parte. Su mente no deja de pensar en todas y cada una de las fulminantes muertes de sus seres más queridos.
Sabe que nada anda bien, pero no quiere preocupar a la madre de su heredero. Ve los ojos de su mujer ponerse oscuros y su mirada tornarse siniestra.
Arruga su entrecejo por tal facción y unas pisadas fuertes lo distraen haciendo retumbar hasta los candelabros del lugar.
Los guardias se ponen alertas, pero los que están en la entrada del salón reciben dos lanzas desde lejos. Caen muertos al instante y el temor comienza a apoderarse de los plebeyos y nobles presentes.
—¿Qué sucede? —grita Esteban a su guardia y mano derecha.
El hombre sostiene su espada y su mirada está rígida.
—Es un complot alteza.
El nuevo rey coronado mira a todos lados y ve desde las grandes ventanas los cuerpos inertes de los guardias que rodean el salón real.
Desenvaina su espada y la aprieta en sus manos. Jamás había presenciado algo parecido. Nunca había estado en guerra y no entiende cómo pudieron meterse al castillo.
Pone a Sadasha tras él para protegerla de lo que se aproxima.
«A ella no se la van a arrebatar»
Se dice una y otra ves pensando en que es irreal todo lo que está viviendo.
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Dueña de sus Vidas
Ficción históricaHuir es mi meta y objetivo, nada ni nadie se va a interponer en ello. Mucho menos el escuchar que no hay salida, que no hay escape. Yo deje atrás algo por lo que seguir y no importa que tan verdes sean los ojos de ese hombre egocéntrico, que me reco...