Chapter 24

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Esteban

Estoy que daría trillones de vueltas al castillo con mis propios pies. La pérdida de mi madre y el hecho de perder también a Sadasha y nuestro bebé al mismo tiempo, realmente atemorizan. El sabor amargo del duelo aún recorre todo mi cuerpo, ni siquiera soy capaz de llorar y dejar salir todo lo que siento por dentro.

Duele perder a la persona que siempre ha estado para ti, ese amor incondicional que te dio la vida y te amó desde el instante en que te vio. Duele porque ya no volveré a verle y duele porque ni siquiera pude despedirme.

Tengo tantas cosas que decirle que nunca se terminaría un libro con mis palabras. Siento nostalgia por todo lo que vivimos, por lo que era para mí. Madre solo hay una y es la que de verdad daría su vida por ti. Perdí a mi madre por culpa de bandidos, y buscaré bajo mar, cielo y tierra a quién lo hizo.

No descansaré hasta encontrarles, porque sino lo hago me siento explotar. Soy como un volcán a punto de erosionar, solo espero a que mi mujer abra los ojos. Aún me preocupa su estado. Llegó muy deshidratada a penas puede respirar, los arañazos en sus manos y los golpes son muestra de su lucha por sobrevivir.

El guardia que regresó con vida está todo machacado, como si tres nefilim se tratase. Era uno de los guardias de mi madre. Los guardias personales de la realeza tienen un entrenamiento muy arduo y difícil. Aún así solo quedó uno con vida y mi mujer. Aún siento que todo esto es una ilusión, que solo es una horrible pesadilla y que mañana levantaré con mi dulce mujer desnuda envuelta en mis brazos.

Sin embargo, es real y todo está pasando. A veces pienso que el castillo está envuelto en un manto de oscuridad. Una oscuridad que cada vez se hace más denza, no puedo dejar de sentirme inquieto. Primero Hassie, luego Hanna y ahora mi madre...

—Alteza, ha despertado —me habla Elena desde la puerta del despacho.

Asiento y prendo a correr, siento mi corazón agitarse en el pecho. Entro a nuestra habitación y ahí la veo. Ni siquiera mueve un músculo, sus ojos están fijos en la ventana de enfrente y inclusive ni pestañea. Está como perdida en su mente.

—Sadasha —llamo y su rostro se voltea al mío.

Su mirada está triste y asutada, esa mirada la he visto antes y fue cuando sucedió lo de Hassie. Camino a su lugar bajo la reverencia del médico real.

—¿Te sientes bien? —pregunto con preocupación.

Mu mujer asiente pero sus lágrimas comienzan a acumularse.

—Alteza, no debe hablar sobre lo sucedido. Ella está débil emocionalmente y creo que no es bueno para el bebé. El sangrado entre sus piernas son señas de que puede perderlo.

—Ella no va a perder a nuestro hijo —demando irritado.

—Debe cuidarla entonces , la encontré en un estado muy poco favorable, aún no sé como es que sigue viva ella y el bebé. Pero debe cuidarla, darle los brebajes y el angüento para las heridas. Os dejo solos alteza cualquier inconveniente búsqueme —añade y se marcha.

El rostro magullado de Sadasha no deja de soltar lágrimas a borbotones.

—Está bien nena, no te preocupes estás a salvo ya —comento tocándole la cara y besando sus mejillas.

Creo que hubiese terminado con mi vida si ella no estuviese viva.

—Esteban... tu madre —intenta decir pero sus sollozos no la dejan.

—Está bien , ya sé lo que sucedió y te juro que voy a hallar a esos malnacidos y me pagarán todo el daño que causaron.

Sus ojos rojos se abren al escucharme decir eso y niega al instante. Comienza a dar gritos moviendo la cabeza en negación.

Dueña de sus VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora