Huir es mi meta y objetivo, nada ni nadie se va a interponer en ello. Mucho menos el escuchar que no hay salida, que no hay escape.
Yo deje atrás algo por lo que seguir y no importa que tan verdes sean los ojos de ese hombre egocéntrico, que me reco...
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Sadasha
El portazo que dan a la puerta me hace brincar en el sitio. Estoy realmente asustada, pasar por lo que me hizo fue realmente aterrador. Estar trancada y sentir escorpiones caminando sobre ti, esperando el momento en que te muevas para picarte, no es nada gracioso.
La oscuridad y la peste a humedad de la caja aún la siento. Me siento con ganas de gritar con todas mis fuerzas. La mano está bastante hinchada y no me quito de la mente la cara de burla que tenía Hassie.
No siento mi brazo cuando lo toco y sé que debe ser por el veneno del bicho que me picó. Me dejo caer en la cama y el día concluye tras cenar algo y darme un breve baño.
Estar triste en una esquina y asustadiza como un conejo ante su cazador, es lo que la motiva. Tengo que ser fuerte y no seguir dándole el gusto.
***
El despuntar del sol me despierta inquieta sobre la cama y justo al instante siento la puerta abrirse. Los maquiavélicos ojos me detallan con atención y se dirige a mí, me da de desayunar y salgo junto a ella.
Hoy la mano ha mejorado muchísimo casi que ya no está hinchada y la siento cuando la palpo. No duele tampoco, al parecer no era tan venenoso. Suspiro para mis adentros al pensarlo.
Los pasos de nosotros cuatro hacen eco por los oscuros pasillos. En esta ala no hay tantas esclavas como en la sur. No hay nadie más que nosotros en este sitio. La puerta se abre al bajar por las escaleras, lo que parece un sótano.
Aún no la escucho mencionar palabra alguna. Está demasiado callada para mi gusto.
—El juego de hoy consiste en eso — señala hacia delante y al notar luz en el lugar veo de lo que habla.
Mis nervios se afloran nuevamente y mi respiración se agita, pero trato de calmarme. Tengo que resistir , no esperé nunca estar aquí pero ya que estoy no tengo opciones. Nunca las he tenido.
Un gran poste de madera observo atenta, es un forma de L lo que en reversa. Amarrado del palo que sale, hay una soga muy gorda guindando hasta el piso.
¿Me va a ahorcar?
Ella ve que no digo palabra alguna y dicen sin más:
—Desnúdate.
Mis ojos se abren como platos al escucharla. Su mirada está tensa y fría, lo que me hace tras varios segundos obedecer.
Ninguna mujer debería pasar por esto nunca, no así. Dirijo mis manos al vestido y voy desabrochando los botones, bajo la mirada de los dos guardias en mí. Sin querer derramo nuevamente lágrimas por la impotencia.
—Apúrate joder, no tenemos todo el santo día —bufa con pesadez la princesa.
Agilizo mis manos y nublo mi mente. Pienso todo el tiempo en mi pequeña hermanita.