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—¿Es su orden, Alteza? — se escuchó a su hermano. Robert avanzó, Lynara corrió detrás de él, aún con deseos de abofetear a su sobrina.

—Mi Señor, por favor.

—No insistas.

—Humildemente pido su perdón, pero no puedo permitirlo.

—Lo ordenó tu reina.

—Pero usted tiene más autoridad, ¡ella la tiene por ti!

—No me hagas escoger, te adoro, niña...

—Ya lo hizo, Majestad— se encogió de hombros y volvió sobre sus pasos, se encontró con su hermano y sobrinas, pero apenas les dedicó una mirada.

Ned encargó a sus hijas y se fue detrás de su hermana, intentó detenerla, pero ella lo empujó a tiempo que sacaba la daga de su funda. Eddard retrocedió, usualmente su hija mayor defendía a cada uno, procuraba el bien para todos cuando Catelyn distanciaba a los menores del bastardo. Sin embargo, aquí estaba ella, amenazando con clavarla en su pecho si se acercaba, no sabía qué tan diestra era con las armas y no quiso tentar a la suerte. Lynara asintió y siguió su camino con Ned pisándole los talones. Cuando llegó allá, rebanó el cuello de Lady sin pensarlo dos veces.

—Lynara.

—No sé dónde está Skoll, sabes que odio ponerles correas, ni siquiera mi caballo.

***

—El Gran Maestre Pycelle ha convocado uan reunión del Consejo Privado, se requiere el honor de su presencia.

—Acomoda a las niñas, regresaré para la cena.

—Sí, mi Señor— Lynara reverenció al Señor del Norte y volvió al carruaje.

—Jory, ve con ellas.

—Sí, mi Lord.

—Si quiere ponerse un atuendo más adecuado...— Lynara alzó la ceja ante quel comentario.

—Bajen, niñas.

—No me toques— empujó a su tía.

—Puedes hacer tus escenas, ¡allá en tu alcoba donde no te vea! — la volvió a sujetar, esta vez con más fuerza—. Ahora, muévete.

—Yo primero— Arya sostuvo su mano libre.

—El Rey atendió mi solicitud, mi alcoba está en medio de la de ambas, así podré estar al pendiente las dos— sonrió Lynara—. Alys, que coloquen los baúles, quiero que se cambien y podremos instalarnos... No fue pregunta.

—Claro, Señora— la tomó del brazo y la dama acercó su oído.

—Búscame a las personas prudentes.

—A la orden.

—Necesito ojos sobre la reina.

—Tía...

—No me gusta tampoco, anda. Ve.

***

—Suficiente, niña, come.

—Arya, ya te dije que la mesa no es para apuñalar.

—Estoy practicando.

—¿Para qué? — inquirió mientras le quitaba el arma.

—Para el príncipe.

—¡Arya, detente! — exclamó la nodriza a tiempo que Sansa saltaba los ojos de la sorpresa.

—Es un mentiroso, un cobarde, y mató a mi amigo.

—Eso no se dice en voz alta— le devolvió la daga.

—No puedes...

—No te di permiso de hablar, ¿o sí? — espetó Lynara.

—Pero fue El Perro...

—Quien hace todo lo que el príncipe ordena— puso la mano sobre su sobrina la menor para que no atacara a su hermana o a la mesa.

—Eres una idiota— murmuró.

—Y tú una mentirosa— la abofeteó, la menor y la nodriza se espantaron—. Si hubieses dicho la verdad, Mycah estaría vivo. Quizá no te interese tu familia, pero tu hermana es segundona, a ella no le depara tan buen futuro como a ti. Si no te vas a retractar, consumes tus alimentos en silencio, ¿quedó claro?

—Sí.

—Disculpa, no te oigo.

—¡Sí!

—Provecho— volvió a tomar asiento y siguió comiendo.

—¿Qué sucede aquí?

—Arya se comporta como una bestia, en lugar de una dama— se quejó la nodriza.

—Le di una lección a tu hija y Arya quiere que la entrene.

—Vayan a su habitación, hablaremos más tarde— Lynara asintió a su hermano, tomó la mano de la niña y se fueron.

—¿Enserio me entrenarás?

—¿Por qué no? La reina Visenya II conquistó Dorne con sus propias manos, con su espada y su dragón.

—Yo no quiero ser reina, quiero ser guerrero.

—La esposa de Cregan Stark, luego de la Danza, tomó tu nombre al ir al Norte, así que puedes ser ambas, como ambas reinas— acariciaba el dorso de la mano de su sobrina, amaba hablar con ella.

Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora