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—¿Por qué no gobernarnos? ¡Nos sometimos ante los dragones! ¡Y ahora los dragones están muertos! — sacó su espada—. Allí está sentado el único rey ante quien me arrodillaré. ¡El Rey en el Norte! — Robb lo vio con incredulidad antes de ponerse de pie.

—Haré las paces en esos términos.

—Pueden quedarse con el Castillo Rojo y la silla de hierro.

—¡El Rey en el Norte!

—¿Soy tu hermano ahora y para siempre?

—Ahora y para siempre.

—Mi espada es suya— Theon inclinó la rodilla—, en la victoria y la derrota, desde hoy hasta mi último día.

—¡El Rey en el Norte!

—¡El Rey en el Norte! — exclamaron todos los hombres antes de sacar su espada e inclinar la rodilla, pronto sonaron como un coro a ritmo. Robb vio a su madre.

***

—Tienen a mi hijo.

—Ese niño resultó ser más maduro de lo que pensábamos.

—He oído que su lobo mató una docena de hombres y caballos.

—Y la mayor de las Stark se avino a negociar.

—¿Lo vas a hacer?

—Deduzco que esto fue antes de la ejecución de su hermano, puesto que no vino en cuervo, ¿a qué está jugando? Las tienen presas y aun así se las ingenia para comunicarse conmigo, ¿sabemos si ya se comunicó con su sobrino?

—¿Es verdad lo de Stannis y Renly?

—Ambos hermanos Baratheon se han puesto en nuestra contra.

—Jaime capturado, sus ejércitos dispersos, la chiquilla... es una catástrofe.

—Tal vez deberíamos llegar a un acuerdo de paz— Tyrion tiró la copa.

—Ahí está su paz, Joffrey se tomó de eso cuando decidió cortarle la cabeza a Ned Stark. Beber será más fácil de esa copa que traer a Robb y Lynara Stark a la mesa ahora. Están ganando, por si no lo han notado.

—Lynara está con las hermanas, a las cuales aun tenemos.

—La primera orden del día es pedir rescate por el señor Jaime, nada de treguas.

—No podemos parecer débiles, debemos seguir avanzando. Primero debemos regresar a Roca Casterly para reunir...

—¡Tienen a mi hijo! — por fin encaró a su pequeño consejo—, salgan todos. Tú no— sirvió vino en la copa del gnomo—. Tenías razón sobre Eddard Stark. Si estuviera vivo, lo podríamos usar para lograr la paz entre Invernalia y Aguasdulces, eso nos habría dado más tiempo para lidiar con los hermanos de Robert, pero ahora... Es una locura, una locura y una estupidez. Siempre pensé que era un imbécil lisiado, quizás estaba equivocado.

—Un medio. Las estrategias son algo nuevo para mí, pero... a menos que queramos estar rodeados por tres ejércitos, no podemos quedarnos aquí.

—Nadie se quedará aquí— interrumpió Tywin—. El señor Gregor partirá con 500 jinetes e incendiará la ribera desde Ojo de Dioses hasta Forca Roja. Los demás nos reagruparemos en Harrenhal. Y tú irás a Desembarco del Rey.

—¿A hacer qué?

—Gobernar, servirás como Mano del Rey en mi lugar, pondrás a ese niño rey en línea, y a su madre también, si es necesario. Y si percibes alguna traición de cualquiera de los otros: Baelish, Varys, Pycelle...

—Cabezas, estacas, muros. ¿Por qué no mi tío? ¿Por qué no otra persona? ¿Por qué yo?

—Porque eres mi hijo... Ah, y una cosa más, no llevarás a esa prostituta a la corte.

***

—¿Pediste que me sacaran?

—Lo pidió mi Señora.

—¿Por qué?

—¿Sabes quién eres? Tu origen.

—No.

—Y así debes seguir, por nuestro bien, tú bien.

—Dijiste "nuestro".

—Sí— se puso roja casi al momento.

—Ven conmigo.

—Te lo dije el otro día, no puedo dejarla, no ahora que estamos más vulnerables.

—¿Y qué me asegura que vas a estar bien?

—Nada, en momentos como este, nada puede asegurarnos el bienestar, la seguridad, la vida misma... Lynara odia a Sansa y ahora se quedará en Desembarco del Rey para protegerla hasta que Robb y sus aliados sitien la ciudad para sacarnos sanas y salvas... sólo entonces pediré mi libertad para irme contigo a los confines del mundo, al mundo no explorado, a las Ciudades Libres o más allá del Muro si así lo deseas.

—No eres esclava— la sujetó de ambas mejillas—, no hables como si tuvieras que pagar por tu libertad.

—Soy una bastarda, al igual que tú, nacidos de la Rebelión, de momentos tumultuosos, con posibilidades de vivir lo que pasó hace tantos años.

—Nos volveremos a ver.

—No lo dudes.

—De ti jamás— y por fin se fundieron en un beso, casto y salado, con la esperanza de que no fuera el último.

Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora